Pequeño homenaje a Charlton Heston

Michael Moore no le regaló la mejor interpretación de la historia…, el viejo Heston, con discurso fanático canta al fusil y avanza, al final, anciano y solo. ¿Confundido? Su discurso sin lógica no vence al Moore que no calla, que le sigue y señala, sin descanso. No fue una buena despedida. Al otro lado de la pantalla Heston era otra persona. Que regaló otros mundos. Mostró su torso desnudo y su cara de héroe griego. Impasible. Saltemos al otro lado de la pantalla blanca.

Ya no podremos pasar esos 55 días en Pekín, la ciudad se queda en sombras, y el mayor espectáculo del mundo, de pronto, se apaga. Los héroes se despiden: El Cid desmonta de su caballo, Moisés deja caer las tablas, Ben Hur baja de su cuadriga. Ya no ruge la marabunta. Las pasiones bajo la niebla terminan, no brillan. Ya no hay ni tormentos ni éxtasis. Los horizontes de grandeza se hunden en los páramos. Los terremotos pierden fuerza. Ya no hay ni príncipes ni mendigos. Y los despertares se quedan dormidos. El último hombre está perdido. Ni los tres mosqueteros encuentran rumbo o tesoro o malvado del que vengarse. Ya no queda sed de mal, sí lágrimas nostálgicas. El planeta de los simios no encuentra humano que recuerde el pasado, a la isla del tesoro no se llega sin brújula o guía… Charlton Heston ha muerto.

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