Richard Widmark besa a la muerte

Los actores del cine clásico van besando a la muerte poco a poco y pasan al Olimpo de los actores con la consecución de una inmortalidad segura en las pantallas blancas y en la memoria cinéfila. Nos dejó esta semana el rubio de sonrisa inquietante: Richard Widmark. El actor que brilló a finales de los cuarenta y que trabajó incansable.

Dejó rostros inolvidables como malvado psicópata o protagonista con risa de helar la sangre en cine negro, como aventurero sin escrúpulos o con escrúpulos, da igual, en películas del Oeste o de aventuras o con personajes de carácter, de buena persona. El icono que permanece de un Widmark inmortal es aquel que nos seduce con su maldad. Alguien tan cruel que da miedo. Tan buen actor que dotaba a sus malvados de una profundidad pocas veces encontrada. No era un malo plano. En este mes de marzo, le nombré en una película digna de recuperar, donde era un delincuente con aires psicópatas y espíritu racista en Un rayo de luz, que finalmente se nos representa como víctima del sistema social. ¡¡¡Su interpretación es impresionante!!!

Pero aquéllos, que quizá no le recuerden o identifiquen, seguro que sí tienen referencia de una escena suya: una especie de sádico con sonrisa malvada del mejor cine negro, con gabardina y sombrero, que ata a una mujer mayor en su silla de ruedas con un cable y sin dudar un momento la tira por las escaleras. Richard Widmark se presentó así en la pantalla del cine, por primera vez, como joven casado con el mal, era Tommy Udo de la película de cine negro El beso de la muerte (1947) de Henry Hathaway.

Richard era de aquellos actores con carácter que no fueron grandes estrellas pero sí buenos actores con una versatilidad infinita y con películas de culto o éxitos seguros en sus largas filmografías.

Así el rostro de Widmark seduce en un western de culto como Cielo amarillo (1948), nos sorprende como bueno de la película en la notable Pánico en las calles (1950), aquí cede la maldad a otro inolvidable, Jack Palance; protagoniza el mejor cine negro en Noche en la ciudad (1950) o la violenta Manos peligrosas (1953); se vuelve un imprescindible del oeste con películas como La ley de Talión, El Álamo, El gran combate, Dos cabalgan juntos…, y un largo etcétera.

Otro papel al que da toda su complejidad fue el fiscal de esa obra impresionante e interesante que se llama ¿Vencedores o vencidos? (1961) o, sorprende cuando cede de nuevo su papel de malo y se convierte en acosado por una niñera psicópata con la cara de la Monroe en la curiosa Niebla en el alma. ¿O alguien olvida al elegante, millonario y odiado caballero que aparece mil veces apuñalado en el vagón de un tren para deleite de un Poirot con sus dotes e intuición en Asesinato en Orient Express?

El 24 de marzo el rubio de sonrisa malvada –a veces pícara y otras tierno o romántico…, era buen actor y sabía jugar con la risa– besó a la muerte, tranquilamente, nos dejó en tierra y ahora nos mira y ríe, malévolamente –porque sabe que en el fondo así nos gusta– pero con corazón grande, desde el Olimpo.

2 comentarios en “Richard Widmark besa a la muerte

  1. De acuerdo en casi todo. Pero no en todo. Widmark fue una «estrella» de primera magnitud y, aunque no se le reconocieran ni críticos ni directores e incluso algunos espectadores de sus películas, un actor soberbio, impactante en cualquier papel, fantástico «de malo» y convincente «de bueno». Recomiendo visionar sus numerosas películas. Vale la pena hacerlo. Palabra de cinéfilo incondicional.

  2. Bienvenido, Joan
    Efectivamente Widmark tiene una filmografía que merece la pena verse, repleta de títulos maravillosos, donde se muestra la versatilidad y lo buen actor que es.
    Es un actor a reivindicar y recordar.

    Beso
    Hildy

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