César debe morir (Cesare deve morire, 2012) de Paolo y Vittorio Taviani

Julio César entre rejas. Y un preso, que ha sido durante más de seis meses Casio, vuelve a su celda en el ala de máxima seguridad tras la representación final en el escenario del salón de actos de la cárcel de Rebbibia. Vuelve a las cuatro paredes que le rodean ya de por vida porque su condena es cadena perpetua por homicidio… y dice en voz alta: “Desde que he conocido el arte, mi celda se ha convertido en una cárcel”. Entonces va a su mesa, coge su cafetera y empieza a prepararse un café… fundido en negro. César debe morir de los Taviani ha terminado.

Los Taviani logran una unión emocionante entre cine y teatro puro. Yo hacía tiempo que no sentía esa comunión mágica entre dos de mis pasiones, una intensidad similar a la que sentí a principios de los noventa (en el pasado siglo…) cuando vi Vania en la calle 42 de Louis Malle. Así en César debe morir, los octogenarios directores (algo que sale siempre a relucir… su edad), dejan una obra cinematográfica que bebe de la esencia de la dramaturgia y donde las fronteras entre realidad, ficción, representación… se mezclan a sus anchas ofreciendo al espectador todo un abanico de emociones. Y yo si que destaco su edad, octogenarios, porque varios directores que sobrepasan los ochenta están creando un cine libre y sin ataduras (lo último que viene a la cabeza es Alan Resnais y Las malas hierbas).

¿Y cuáles son los ingredientes de esta obra cinematográfica? En un escenario real (las distintas dependencias de una cárcel romana), un grupo de reclusos ensayan Julio César de William Shakespeare para terminar representándola ante un público en el salón de actos del centro penitenciario. Su estructura es circular y llena de fuerza. Los hermanos Taviani nos muestran primero la escena final de Julio César, la muerte de Bruto, la alegría de la obra bien terminada frente a un público entregado y la entrada de nuevo a la rutina diaria de los presos en sus celdas… en colores templados. Cuando se cierra una de las celdas, vivimos un largo flash back en blanco y negro donde ante nuestros ojos se desarrollan la preparación y los ensayos antes de la representación. Desde la presentación del proyecto ante los presos con la presencia del director Fabio Cavalli, hasta el casting para la selección de los presos que representarán los diferentes personajes pasando por los ensayos en distintas partes de la cárcel (las propias celdas, los pasillos, los patios…) debido a que el salón de actos está de obras.

El espectador ve Julio César pero con los rostros de unos actores con tales experiencias en sus vidas que se empapan de la fuerza de los personajes shakesperianos vomitando una autenticidad emocionante. De tal forma que a veces no sabemos ya lo que es ensayo y lo que es real. Cada uno de los reclusos aporta al personaje su propio bagaje… y lo expulsa sin barrera alguna derramando una emoción intensa. El director Cavalli les pide que cada uno se exprese en su dialecto y que se empapen de sus personajes… y ellos, que como dice Casio, tienen todo el tiempo del mundo, se empapan sin máscaras. Así los rostros de Casio, Bruto, Marco Antonio, Julio César, Octavio, el adivino, los conspiradores se mezclan con los rostros con mucha historia en las arrugas de la cara y en la mirada de los condenados por crimen organizado, tráfico de drogas, homicidio…

Así es emocionante vivir, puro cine, rostros puros, el proceso de casting. Ser testigos de la muerte de César por parte de los conspiradores (con una intensidad dramática que lleva al espectador al borde del abismo) y escuchar los dos famosos monólogos de Bruto y Marco Antonio… en las dependencias carcelarias. Así volvemos de nuevo a la representación final con un conocimiento no sólo de la obra sino de los rostros que ‘crean’ de nuevo el universo de William Shakespeare… para que alcance todo su dramatismo la última frase de aquel que durante seis meses se convirtió en Casio.

Esta obra cinematográfica de los Taviani (me confieso totalmente inculta de su trayectoria en el cine italiano… digamos que esta película ha sido la primera puerta que franqueo de su obra… y también recuerdo pero hace ya mucho tiempo, y sólo tengo imágenes sueltas en mi mente, que vi Buenos días, Babilonia) no sólo tiene valor como tal sino también un bagaje externo interesantísimo. Porque estos talleres de teatro son reales en distintas cárceles italianas y algunos de los reclusos una vez que han cumplido su condena siguen esta puerta abierta de la representación. Por ejemplo en la película de los Taviani el recluso que tiene el rostro de Bruto se llama Salvatore Striano y ya cumplió su condena (fue puesto en libertad en 2006) pero a partir de estos talleres se dedicó a la interpretación y ha aparecido en varias películas italianas entre ellas Gomorra de Matteo Garrone. Es el único actor de la película de los Taviani que ha regresado al centro penitenciario sólo para actuar. El propio Matteo Garrone que conoce estos talleres, ha elegido como actor principal de su nueva película Reality (que todavía no he tenido oportunidad de ver) a Aniello Arena que continua cumpliendo condena en una prisión pero para el rodaje se le concedió un permiso especial. Aniello Arena es un partícipe activo de uno de estos talleres de teatro.

Así César debe morir pone de manifiesto como el arte puede ser una puerta abierta, una posibilidad de redención, de acceder a otros caminos, de reflexionar sobre la situación personal de cada uno, de indagar en el interior de las personas y que pueda salir lo mejor, algo que compartir con los demás… Unos hombres condenados y encerrados entre cuatro paredes son capaces de ofrecer, de dar arte, de emocionar.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

10 comentarios en “César debe morir (Cesare deve morire, 2012) de Paolo y Vittorio Taviani

  1. De los Taviani solo he visto dos, «La noche de San Lorenzo», y otra cuyo título no recuerdo.
    Muy interesante todo lo que cuentas. Caray, unos salen y se dedican a actuar, y otros actúan y terminan entre rejas. Y no hablo ya de la típica infracción al volante o al consumo de psicotrópicos, sino el caso Tom Neal, por ejemplo. Qué cosas.
    «Julio César» es uno de mis shakespeares favoritos, así que imagino que caerá. Por lo menos me has despertado muchísimo interés.
    Besos

  2. … Si Julio César es uno de tus shakespeares favoritos me atrevo a creer que esta película te va a llegar muy hondo. Ya me contarás. A mí me emocionó profundamente lo que vi. Yo debo a Shakespeare mi amor hacia al teatro… cuando siendo muy niña cayó en mis manos un libro en forma de cómic con EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO. A partir de ese momento mi idilio con Shakespeare ha permanecido inquebrantable…

    Sí, recuerdo que hace poco me enteré de lo que ocurrió en la vida del actor de Detour, Tom Neal…

    Besos
    Hildy

  3. Desde los tiempos en que descubrí a Grtta Scachi en «Good morning Babilonia» no he vuelto a ver nada de estos dos hermanos iconoclastas.
    La idea resulta tremendamente atractiva. Lo cuentas de vicio, y ese mismo vicio me llevará a ver la película. Aunque antes de escribir esto compruebo y ¡horror! en provincias como la mía no la ponen en ninguna parte. Tal vez este fin de semana.
    Estoy contigo, lamezcla de ambas artes no solo es teatro filmado, es algo más. Tiene un sabor especial. Un abrazo.

  4. Has visto de los Taviani la misma que yo… sólo que apenas la recuerdo, Good morning, Babilonia… Tengo un desconocimiento enorme de su filmografía. Ni Padre Padrone ni La noche de San Lorenzo… más películas almacenadas en mi baúl de obras pendientes…

    De verdad que fue toda una experiencia mi viaje el otro día a la sala oscura para ver César debe morir y disfruté mucho de esa unión especial (y tan buena) entre cine y teatro.

    Lo bueno es que no sólo disfrutas mirando la pantalla sino que sabes que hay algo más allá de la pantalla… un valioso proyecto artístico que se desarrolla en varias cárceles… y esa autenticidad se vislumbra en cada fotograma.

    Besos
    Hildy

  5. … Los intérpretes se empapan tanto de la obra y de sus personajes que hay momentos en que no sabes si asistes a un ensayo de una obra concreta o a la vida real… Teatro, la vida es puro teatro…

    Besos
    Hildy

  6. Bueno, Hildy. Tras leer tu lectura del film de los hermanos Taviani. Sólo tengo una opción. Irme este weekend al cine corriendo y disfrutar de una revisión del mito shakesperiano y la ignominiosa muerte de Julio César en versión carcelaria. No sé, ¿por qué? Pero, aventuro que me va a dejar muy buen sabor de boca. Por cierto, abrígate que estos fríos «Fargo» los odio a pesar de su fotogenia. Tengo alma sureña, el calor y los escorpiones… Besos Noir

  7. … Me atrevería a decirte que creo que te va a gustar muuuuuucccchhhhoooo… César debe morir tiene un montón de ingredientes y emociones que merecen la pena… Ya me contarás.

    Besos de invierno (con gorro, guantes y bufanda)
    Hildy

  8. Habrá que verla porque tu fantástica crónica es una más de un montón de opiniones favorables que llevo leídas sobre esta película. También me declaro desconocedor de la cinematografía que se encuentra detrás del apellido Taviani. Vi «Padre Padrone» hace décadas, ya casi ni me acuerdo de ella. A ver si cae este César, aunque deba morir.
    Saludos.

  9. ¡Querido Licantropunk! ¿Has podido verla ya? A mí la propuesta de los Taviani me fascinó. Ese Julio Cesar en el presidio me dejó hipnotizada…
    La filmografía de los Taviani la tengo pendiente y quizá sea hora de empezar a descubrirlos… pero ¡hay tanto que descubrir!
    Besos
    Hildy

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