Don McCullin, una trayectoria heroica

Ayer, Hildy quería ver una exposición de fotografía así que me dirigí a la sala de exposiciones del Canal de Isabel II para descubrir a un reportero gráfico, Don McCullin. Y me quedé impresionada. La fotografía es imagen…, un trozo de fotograma, un instante. 

Don McCullin es un fotógrafo británico que ha reflejado a través de su objetivo la construcción del muro de Berlín, la situación en Irlanda, las guerras de Vietnam, Camboya, Israel, Biafra…, situaciones de pobreza, enfermedad y hambruna en Inglaterra, India y África. Es un testigo con su cámara, sin máscaras, del horror de la guerra y el sufrimiento y dignidad de los civiles. Su reflejo del mundo desde finales de los años sesenta no es nada esperanzador. Con sus fotos denuncia y muestra que la guerra es lo peor y que las consecuencias para los seres humanos son desastrosas. 

Aún así, Don McCullin se desespera porque a pesar de los testimonios gráficos, el horror se repite una y otra vez en distintas partes del planeta.Sus fotografías –y él hace reflexiones interesantísimas sobre cómo se sitúa con su cámara ante ciertas situaciones horribles y que no se siente en absoluto bien pero siente necesidad de hacerlo– son un testimonio directo del sufrimiento. Niños, mujeres y hombres ante el cólera, el SIDA o el hambre; duros rostros de personas sin hogar en Inglaterra ante el paro y la pobreza; enfrentamientos cuerpo a cuerpo, heridos por minas, balas y granadas; civiles asustados ante el bombardeo o los tiros cruzados; el reflejo directo de la muerte; detenciones, torturas y situaciones de crueldad humana…, es un viaje al horror. 

Don McCullin, con su cámara en mano, quería mostrar la guerra pero él aclara que quería demostrar que la guerra no era made in Hollywood. Que los enfrentamientos no son heroicos y sobre todo se dio cuenta de cómo influían en la población civil. 

En una proyección que se puede ver al final de la exposición, me impresionó una anécdota que contaba. En una de sus muchas sesiones de fotografías en combate a Don McCullin le hirieron. Él veía como se iba desangrando y le metieron en un camión con varios heridos y un hombre que se estaba muriendo por el mismo ataque. A McCullin le habían puesto morfina pero él ante el horror, se refugió tras su cámara, y colocado, empezó a realizar fotografías en el camión.Poco después llegó a un edificio y se dio cuenta de que era un manicomio con muchas mujeres que bailaban sin parar danzas. Y, también, las fotografió porque de pronto sintió la similitud entre la guerra y la locura. Tremendo, verdad. 

Otro testimonio que me hizo reflexionar es que tras años de trabajo en guerra, lo que le cuesta a Don McCullin es reflejar o captar la paz. Ahora, dedica mucho de su tiempo a fotografiar los paisajes británicos. La naturaleza sin seres humanos de por medio. ¿Paradójico, verdad? 

La editorial Lunwerg, que suele editar fantásticos libros de fotografía, ha publicado un libro de bolsillo monográfico sobre Don McCullin. Otra oportunidad para descubrirlo. 

Y, también, anunciaros –cambiando absolutamente de tema– y volviendo a mis orígenes cinéfilos que el sábado me voy a una sala enorme a disfrutar de ese clásico maravilloso que es Blade Runner para encontrarme de nuevo con Rick Deckard y con los replicantes Roy Batty, Pris o Rachael. 

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