El orfanato

“Un, dos, tres… toca la pared”…, ayer me apetecía pasar miedo y un grupo de siete amigos decidimos ir a ver El orfanato de Juan Antonio Bayona. Sacamos varias conclusiones: la película cumplió el punto número uno, entretenernos, llevarnos algunos sobresaltos y pasar una buena velada. Dos, en cena posterior, sacamos muchos cabos sueltos –fallas de guión– pero el resultado final no nos había disgustado.

El orfanato es una destacable ópera prima con los errores de una ópera prima. No me he informado mucho de Juan Antonio Bayona pero sin duda alguna tiene una buena cultura cinematográfica en cine fantástico y de terror. Por ahí se ven homenajes a películas de casas encantadas, fantasmas, vueltas de tuerca, psicosis, poltergeist, peter pan, otros tiempos, otra dimensión, otros espacios…, las comparaciones son odiosas pero mucho se la ha relacionado con la reciente Los otros de Alejandro Amenábar. ¿Por qué? De nuevo casa-protagonista, puertas, ruidos extraños, madre coraje de amor exagerado a los hijos, pesadillas y grito en la oscuridad, aparición inquietante de la infancia…

El orfanato se salva por escenas inquietantes de extraña belleza y el rostro cansado de Belén Rueda (algunos no lo quieren reconocer pero sale muy bien parada y muestra que tiene registros, el peso de la película recae sobre ella y consigue transmitir). La casa elegida da el pego y la manera de mostrarla también. La ambientación envuelve. El faro, el mar, el aislamiento de los protagonistas, las camas, esa casa intemporal, de otra dimensión (Laura, la protagonista, vivió su infancia en los 70 pero todo nos remite a los 40)…

Todo el desarrollo final, cuando Laura se queda sola en la casa, porque sigue convencida de que puede encontrar a su hijo perdido, efectivamente, roza en ciertas imágenes una especie de belleza poética más allá del tiempo y del espacio…

Pero, siempre hay un pero, a la película le sobran personajes y ciertas situaciones, ¿para qué nos sirve la psicóloga?, ¿para qué nos sirve el padre?, y sobre todo, ¿qué manera es ésa de presentarnos el personaje de Benigna, la anciana, y todas sus apariciones posteriores? Geraldine Chaplin sobrecoge como médium pero, ¿es necesario el intermediario y la conferencia cutre en la que la protagonista contacta con él? Muy bueno el recurso de las cintas de superocho, ¿pero no se podrían haber aprovechado bastante más esas imágenes?, ¿no se podría haber jugado más con ellas? Y, en fin, hablamos hasta las tantas de varios puntos más…

Sin embargo, es indudable, que Juan Antonio Bayona ha puesto una buena semilla que deja entrever a un director que puede dar muchas sorpresas. Las esperamos. «Un, dos, tres… toca la pared»

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