Extraterrestre de Nacho Vigalondo

La clave de Extraterrestre está en un enorme tarro de melocotones en almíbar. Es como la piña que porta el policía de Le Havre de Kaurismäki. Es lo absurdo en lo cotidiano en una historia donde las relaciones personales llevan las riendas. Y una vez que conectas con lo absurdo te adentras en el universo de Extraterrestre y Vigalondo. Que más allá de una invasión alienígena muestra cómo los extraterrestres en el planeta tierra son los propios seres humanos que lo habitan y sus complejos sentimientos y sus complejas relaciones.

Vigalondo juega en este mundo de pantallas y distintos soportes visuales donde la era de la información da como resultado el mundo de la incomunicación. En el piso de Extraterrestre hay móviles, Internet, una cámara de vídeo, una televisión con múltiples canales, documentos, mapas, pizarras, rotuladores… pero no es suficiente para que los protagonistas sepan lo que está pasando. La película comienza con una propuesta apocalíptica: un Madrid desierto (conseguido con sencillez, muy efectiva a la hora de suplir la falta de presupuesto) invadido por varias naves espaciales… donde sus habitantes han huido a la sierra quedándose tan solo unos cuantos, entre ellos, los protagonistas. Y ya no se nos explica nada más. Nos vemos inmersos en la historia de Julia y los tres hombres que la aman. Inmersos en un vodevil de mentiras, malentendidos y enredos. Todo por amor.

Vigalondo a partir de La guerra de los mundos o de sospechas a lo La invasión de los ladrones de cuerpos construye una screwball comedy con visos de tragedia amorosa. Sus personajes son perdedores que sólo reaccionan a sus desgraciadas vidas sentimentales… una invasión alienígena es algo demasiado esperpéntico. Ya tienen suficiente con el absurdo de sus vidas como para pensar en el más allá.

Y es en ese screwball comedy donde la película no alcanza la maravilla porque a pesar de meterte en el absurdo de las situaciones y querer a sus absurdos personajes (con secundario incluido)… y a pesar de conseguir la risa o la carcajada… el maravilloso ritmo acelerado de las screwball comedy a veces se duerme o se mece. Las rupturas o las elipsis rompen el ritmo de Extraterrestre. Lo descompensan. Y aunque el secreto de las screwball comedy es el absurdo de las situaciones hay siempre un ‘funcionamiento lógico’ dentro de la locura de sus personajes donde seguimos sus reacciones y acciones… y en Extraterrestre a veces perdemos ese hilo. Así la bella Julia (Michelle Jenner, prometedora y buena actriz) no se convierte en la siempre ilógica y maravillosa Irene Bullock o en aquel personaje (tan valioso en las screwball comedy) que guarda siempre la cordura. La bella Julia oscila entre lo lógico y lo absurdo. Y despista.

Los tres hombres de su vida son hijos de la tragedia. Y son personajes más cuidados. Julio (Julian Villagrán), el amante, es como el Charlot de la función que termina sacrificándose por amor. Tiene un punto de malicia —como el vagabundo—, pero también de ternura. Él prefiere la felicidad de su chica que la suya propia. Y es hombre enamorado. Al final terminará tumbado a la bartola como un Bogart de poca monta junto al único secundario (Miguel Noguera)… iniciando el principio de una bella amistad. Luego está el novio (Raúl Cimas), el antihéroe por antonomasia, el héroe absurdo de un cómic sin malvado. Un hombre capaz de meterse en la aventura más descabellada e irreal para reinventarse una y otra vez su amor por su chica amada, un superman sin capa ni kriptonita. Un Rambo sin guerra en la que combatir. Un pringado que quiere y quiere ser amado. Y por último el vecino cotilla (Carlos Areces) y… tremendamente trágico, aquel que aporta el absurdo, el famoso tarro de melocotones. El único, que como él bien sabe, sobra en esta historia.

Vigalondo sabe rodar en interiores y un piso madrileño se convierte en escenario real para una historia de amor y enredo donde en una pantalla de televisión se puede entrever una declaración de amor o cómo un objeto volador no identificado puede poner patas arriba la vida de cuatro perdedores… o cuatro personajes que tratan de vivir el día a día. Con dos calles y una terraza… muestra un Madrid vacío y desolado. Y con unos efectos a lo Mèliés (ahora que vuelve a hablarse tanto de él) o Segundo Chomón (por irnos a lo patrio) nos hace creer en una enorme nave espacial o en unas ‘tremendas’ explosiones. Pero sobre todo es capaz de reflejar dos manos que se tocan… y lo que esto significa. O un tarro de melocotones en almíbar que según donde esté y quien lo lleve puede tener un uso u otro. Los melocotones siempre se salvan de terminar estrellados…

Así Extraterrestre no deja de mostrar que hasta en una situación apocalíptica seguiríamos siendo absurdos. Y tratando de amar y ser amados.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

2 comentarios en “Extraterrestre de Nacho Vigalondo

  1. Vigalondo es un tipo que me cae simpático, compa Hildy, y sus pelis me despiertan cierto interés; pero, curiosamente, no he visto ninguna de los dos largos que ha estrenado hasta ahora (ni Los cronocrímenes, en su momento, ni ahora ésta…), ni siquiera aquel celebradísimo corto con el que aspiró al Oscar en su día. Habrá que poner remedio, supongo, a tal carencia; a ver si nos ponemos algún día en ello…

    Un fuerte abrazo y hasta pronto.

  2. Mi querido Manuel… yo como tú sólo conocía al director de verle en sus apariciones en prensa y televisión o por lo que he leído de su trabajo cinematográfico. Pero no había visto nada de su obra. Extratarrestre es mi primera incursión y ha supuesto una agradable sorpresa que no imaginaba.
    Beso
    Hildy

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