Cumbres borrascosas de Andrea Arnold

Recientemente se han llevado a la pantalla cinematográfica las dos novelas más conocidas (y maravillosas ambas) de las hermanas Brontë. Además las dos, tanto Jane Eyre como Cumbres borrascosas, han sido repetidamente fuente de inspiración cinematográfica. Primero se estrenó Jane Eyre de Cary Fukunaga que recoge, dentro de la narración clásica, una buena adaptación de la novela. Charlotte Brontë presenta a la heroína racional e inteligente en esa institutriz que encuentra el amor en un atormentado Rochester. La heroína racional e inteligente que sin embargo lucha con las convecciones morales y con la religión rígida en la que se ha criado. Su historia sin embargo como ella misma, plácida y tranquila, logra un final feliz. La película de Fukunaga atrapa ese espíritu. Contrapone racionalidad con locura. Y viste el celuloide con la sensualidad que también rezuma en la novela.

Emily Brontë presenta a la heroína salvaje, al espíritu libre, que vive silvestre y aislada en la naturaleza salvaje (también) de Cumbres Borrascosas. Su loco amor se dispara desde la infancia hacia el héroe atormentado y humillado que atesora su amor eterno hacia ella, más allá de la muerte, del cielo y del infierno, y además el héroe construye lentamente una venganza que inmiscuye a todos aquellos que siempre le trataron como un ser diferente. Nunca logran ser felices ni comer perdices. Ellos son protagonista de un loco amor que se deja llevar por los instintos y tan intenso como la naturaleza salvaje que los rodea. Es una novela de sensaciones, sentimientos exaltados, de comunión con una naturaleza tremendamente hermosa pero también extremadamente cruel… como las pasiones humanas. Y así Andrea Arnold no trata de mostrar una narración clásica sino que muestra su propia recreación de una novela que cuenta que la marcó (y también explica que su primer contacto fue la película de William Wyler). Arnold muestra su mirada de sensaciones, sonidos e imágenes. No cuenta toda la historia. Y mira Cumbres Borrascosas desde los ojos del atormentado Heathcliff, el extraño. El que llega como elemento perturbador al caserón aislado de la familia de Cathy…

Andrea Arnold se deja llevar así por los sonidos de esa naturaleza, de ese páramo donde llueve, donde la niebla siempre está presente, donde el ulular del viento nunca deja de sonar…, donde se encuentra todo tipo de animales que viven en libertad y son maravillosos y crueles a la vez. Como los personajes humanos que habitan esas tierras. Y crea esa historia de loco amor que no puede explicarse con la razón o con la lógica. Presenta a Heathcliff y Cathy como dos personajes absolutamente inmersos en la naturaleza en la que viven. Y como alrededor todos tratan de encorsetarlos. De domarlos. A Heathcliff terminan humillándole una y otra vez, a Cathy la meten de lleno en las máscaras de las convicciones sociales. Pero su amor es tan loco y salvaje que ninguno termina domado… pero ambos dos son desgraciados porque nunca pueden llegar al clímax de su amor. Y ambos sólo llevan desgracia a todos aquellos que los enjaulan.

El Heathcliff de Arnold es negro sólo para acentuar más la diferencia con los otros. Ésa es la única función del color distinto de piel, la acentuación de la diferencia. Y todo en la película de Arnold es más físico. Más real. Presenta una vida dura en el aislamiento. Una vida de lluvia y barro, de fuerte sentido religioso, de duras diferencias sociales, de desasosiego, de monotonía…

Y sin embargo rodea todo de belleza y crueldad. Cómo Heathcliff mata a los animales, caza. Cómo él recibe palizas por parte de unos y otros. Violencia verbal. El parto de la mujer de Handley (el hermano cruel y desgraciado de Cathy) que muestra todo el dolor y desgarro. Los entierros oscuros. Y a la vez el amor de un padre y una hija en el calor de una hoguera mientras ella canta una canción tradicional de amores trágicos. Los paseos de Heathcliff y Cathy por la naturaleza desbordante.

… Las canciones tradicionales son como premonitorias. Todas son de amores tristes y trágicos. Como la de una maravillosa escena en que Nelly, la criada, mientras canta una nana al hijo de Handley, es observada por Heathcliff a través de las sombras que se proyectan en la pared. En esto aparece una Cathy destrozada y dividida en sus sentimientos para hacerle una confesión. Confesión que servirá a Heathcliff para tomar la determinación de desaparecer. La nana habla sobre el amante inconstante y las desgracias que traerá en el futuro a la doncella que le ama.

Andrea Arnold opta no sólo por una cámara viva, que enfoca y desenfoca, que se mueve, que sigue a sus personajes, que aprovecha la luz natural y los efectos de la naturaleza, como un arcoiris después de la lluvia, la luz de la hoguera… sino también por un tamaño de pantalla que elimina la horizontalidad y se convierte en cuadros vivientes de naturalezas muertas, intimidad de un hogar, o naturalezas salvajemente románticas…

Estas Cumbres Borrascosas son físicas y sensuales. Un beso en primerísimo plano entre Heathcliff e Isabella (parte de la venganza que veremos inconclusa), o cómo Cathy niña chupa las heridas en la espalda de un Heathcliff maltratado, dos niños peleando hasta arriba de barro que se miran… Y ese amor más allá de la muerte cuando un Heathcliff desesperado trata que el cuerpo muerto de Cathy le abrace, reaccione a su placer… todo oyendo siempre como fondo la lluvia o el viento.

Los sentimientos y sensaciones que desbordan esta versión de Cumbres Borrascosas son bruscos y cortantes como la propia naturaleza. Hermosos y terribles. Inexplicables. A veces lentos. Otras veces rápidos. Otros monótonos. Otras veces dejan fijarse en el detalle de una gota sobre un rostro. Esta Cumbres Borrascosas son sólo la mirada de un hombre atormentado, una mirada sesgada y dolorosa. La mirada de Heathcliff.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

2 comentarios en “Cumbres borrascosas de Andrea Arnold

  1. De todas las versiones me sigue gustando un poco la de 1939 de William Wyler.Abismos de pasión de Buñuel no me parece una buena película,y,la que reseñas ya no la he visto.De todas maneras la novela de Emily Brontë sigue siendo una obra maestra de la literatura.Siempre la recomiendo.

    Besos Hildy

  2. A mí es que Wyler en general me encanta así que claro está sus cumbres borrascosas forman parte de mi colección particular. Laurence Olivier y Merle Oberon arrastrados por un amor más allá de la muerte.
    La que reseño nada, nada tiene que ver. Es una película de sensaciones. Es de esas películas en la que o entras del todo o te quedas fuera. Pero no se le puede negar una belleza innegable… aunque a veces sea cruel y terrible. Y otras lenta y monótona… como vivir aislados en un paisaje salvaje. Es más bien de esas películas que llamo películas-poesía.
    La novela, ay, amigo, la novela me encanta.
    Besos, Francisco
    Hildy

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