El rostro de Winona Ryder

A principios del siglo XXI, desapareció el rostro de Winona. No se entiende muy bien por qué. Tuvo un encontronazo con la justicia por una cuestión de robo en una tienda y de repente a la niña mimada de la industria se la cerraron todas las puertas.

Es un misterio porque hay artistas que tienen mayores encontronazos con la justicia y nunca dejan de trabajar. Quizá el rostro angelical de la Ryder y su prototipo de mujer no casaba con su imagen de joven rebelde perseguida por la justicia.

No obstante, Ryder fue reina en los noventa y no había producción de prestigio que no contara con su rostro. Ahora, a finales, de la primera década del siglo XXI está intentando volver a resurgir de las tinieblas. Todavía, falta la película, la historia o el personaje que la devuelva al panorama cinematográfico.

Empezó como muchas actrices, como niña prodigio, y su rostro empezó a tomar fuerza en producciones de finales de los ochenta como Bitelchus, Gran bola de fuego o Escuela de jóvenes asesinos. Pero ya nadie la olvidó en Sirenas (1990) como hija mayor de una estrafalaria familia formada por Cher y Christina Ricci. Winona hacia el papel de mogijata y adolescente introvertida que se suelta la melena.  

Su carrera se transformó en imparable. Todo lo que giraba alrededor de esta morena con una cara similar al impacto que pudo tener Audrey Hepburn se convertía en oro. Fue la joven soñada. 

Ryder con peluca rubia era la enamorada del diferente, Eduardo Manostijeras; o el ideal más allá de la muerte en Drácula de Bram Stoker; o el modelo de una sociedad conservadora en La edad de la inocencia o la joven víctima de La casa de los espíritus. 

Winona Ryder se puso de moda. Era la megaestrella que encabezaba la lista de actores que se conocieron como la Generación X (su máxima contribución a este movimiento fue Bocados de realidad). Después, se especializó en papeles de joven angelical y enamorada en películas como la nueva versión de Mujercitas, Donde reside el amor o la dramática Otoño en Nueva York. 

No dejó aquellas producciones que la daban prestigio como actriz. Así que se lanzó a las obra experimental de Al Pacino, Looking for Richard (sobre el teatro de Shakespeare) o la adaptación cinematográfica de El crisol (una de las obras más paradigmáticas de Arthur Miller). Como toda actriz de prestigio no podía dejar de aparecer en una de las películas de Woody Allen, Celebrity. Y contribuyó a uno de esos papeles que gusta tanto a la academia de los Oscar, como joven con problemas de salud mental en Inocencia interrumpida. También, prestó su rostro a una de las sagas más legendarias, la última película sobre Alien.

Después, en el 2002, tuvo sus juicios y encontronazos con la justicia…, desapareció del panorama cinematográfico (parece ser que fue una opción personal). Ahora, vuelve a resurgir. La esperamos con ganas en una papel que la devuelva actriz y brillante. 

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