Crítica Bajo las estrellas

Alberto San Juan es Benito Lacuza… un soñador en el tobogán del vacío. Vive en Madrid, mejor dicho, sobrevive entre chapuza y chapuza, pasa los días entre gotas de alcohol en un estado semi inconsciente, trabaja como camarero mientras sueña en ser un gran trompetista de jazz. Un día regresa al pasado. Su padre se muere y tiene que regresar a Estella, a su Navarra natal. Reencontrarse con el paisaje, con el pasado, con su hermano Lalo (Julián Villagrán), el Hierros, con la cuadrilla…, con la Nines (Emma Suárez), aquella con la que vivió locuras adolescentes. Los dos heridos y tocados pero sobrevivientes. Ahora, la Nines sale con su hermano, una buena persona que vive en el mundo de sus esculturas al aire libre… que se cayó una y otra vez entre litros de alcohol por pensar demasiado, por querer demasiado, por no herir… pero él, no puede evitarlo, se rompe cada día.

Benito conoce a Ainara, la hija de Nines, y la necesita. Necesita a esa niña, que es su ‘puerquita’, la niña es una salida a su vida sin rumbo. De pronto, encuentra un sentido a la existencia. Puerquita le espera.

Y, de pronto, encuentra otra oportunidad… ve que bajo las estrellas quizá pueda aferrarse a otro rumbo. Quizá, la trompeta y la música le sirvan porque ya tiene quien le escuche.

Benito ama a Lalo, Lalo ama a Benito. Y los dos se rompen un poco más por la culpa. Lalo, el Hierros, se derrumba. Las buenas personas cometen errores y tienen que enmendarlos cueste lo que cueste. Lalo quiere a un hermano feliz, Lalo necesita sentirse tranquilo consigo mismo. El Hierros se da cuenta que hay ciertos errores que tienen difícil solución. Y busca el camino para sentirse bien, para que la conciencia no le venza, sabe que el alcohol le deja momentos de lucidez y que él no puede ser feliz… decide echarse a un lado y dejar caminar a Benito, a Nines –la mujer amada– y a la niña Ainara.

Félix Viscarret se estrena como director de largometrajes con una adaptación poética de El trompetista del Utopía de Fernando Aramburu. Y, nos deja, a un Alberto San Juan, bello y roto, que deambula bajo las estrellas con la notas de Stella by starlight y la voz desgarrada de Enrique Morente.

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