Diccionario cinematográfico (163)

Enamorados fuera de la ley: en coche, por largas carreteras, evitando la ley. A veces son hijos de la mala suerte, otras de la mala cabeza. A veces no tienen conciencia. Son enamorados fuera de la ley. Hombres y mujeres que se aman con locura y se aman en el viaje, en la persecución, en el riesgo…

Se encuentran y ya no pueden volver a separarse. Ni siquiera la muerte lo logra. A veces alcanzan aires de leyenda. Algunos se apiadan de unos seres atormentados que siempre andan huyendo. Otros les hacen la vida imposible. A veces son ellos los que deciden hacer la vida imposible a los demás y sólo encuentran algo de paz en sus momentos de intimidad. Encontrar explicación a sus historias es misión compleja. Dejarse llevar por el loco amor… es un poco más comprensible.

Desde Eddie y Joan, los dos fugitivos por mala suerte e injusticia social, que saben que sólo se vive una vez, pero se aman desesperadamente. Que quieren llegar a esa frontera, en la que todos sueñan, donde encontrarán un mundo menos despiadado donde puedan amarse libremente… Desde que el maestro Lang los puso en la carretera los amantes fuera de la ley pueblan los fotogramas.

Y nos encontramos así con Los amantes de la noche, los jovencísimos Bowie y Keechie a los que les persigue la mala fortuna y ellos sólo quieren ser una pareja normal que va de la mano al cine… sin necesidad de la huida continúa. Bowie y Keechie, los niños poco afortunados que no pueden llegar a la meta. Ninguna pareja llega.

En el paroxismo del amor se unen Bart y Laurie. El niño-grande enamorado de las armas pero no de matar con ellas y Laurie la mujer que cuando se asusta no puede refrenar un ansia enferma de matar. Ambos se unen y se convierten fatalmente en inseparables. Y roban bancos. Y ruedan por las carreteras. Y construyen su historia de amor fatalmente indestructible. Bellamente poética. Les sigue El demonio de las armas en un viaje con un único fin.

Años de inconformismo. Años de Bonnie y Clyde, de los amantes fuera de la ley que se convierten en leyenda viviente que pasean por la carretera su rebeldía antisistema. Vuelan libres, atracando bancos, sembrando terror, como niños irracionables y terribles. Y por encima de todo se aman con inocencia. Delinquen pero mueren con violencia poética (es una terrible contradicción pero se pueden unir dichas palabras en una pantalla de cine —creo que nunca se podrían unir fuera de un fotograma—) y echándose una última mirada de tristeza por no haber podido huir juntos para siempre…

La inconsciencia es la que une a dos jóvenes que van dejando un reguero de muertes en su huida a ninguna parte. Ellos son Kit y Holly que habitan en malas tierras que van dejando sensaciones y emociones que ni ellos mismos comprenden o analizan. Y en esas malas tierras, en esa huida inconsciente, se quedan atrapados en pequeños momentos íntimos. No pueden llegar tampo al final del viaje…

Ninguna pareja llega…

Sólo pueden mirarse por última vez.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

4 comentarios en “Diccionario cinematográfico (163)

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