La vida íntima de Julia Norris (To each his own, 1946) de Mitchell Leisen

Me encantan cuando aparecen novedades en dvd de grandes clásicos que hasta ahora eran difíciles de conseguir como La vida íntima de Julia Norris. Son varios los elementos que convierten a esta película en un perfecto artefacto de relojería cinematográfica. Es puro melodrama con emoción contenida que estalla.

Hay una ecuación mágica que hace que funcione positivamente: el director Mitchell Leisen, el guionista Charles Brackett, la actriz Olivia de Havilland y el compositor Victor Young. Esta ecuación ya había dado resultado cinco años atrás en otro espléndido drama siempre en el recuerdo, Si no amaneciera.

Esta vez todo empezó cuando el guionista Brackett creó una historia y quería llevarla a la pantalla. Ahí empezó la rueda del engranaje que empezó a girar y a mover con cuidado las demás piezas. Y no fue proceso de rosas sobre todo porque Leisen tomó decisiones en la manera de expresar esa historia en pantalla que chocó en ciertas ocasiones con Brackett pero finalmente surgió el equilibrio y una historia excelente. Cuando a Olivia le llegó el guión —en un momento de su carrera profesional en la que ya se encontraba libre del contrato leonino con la Warner y disponía de más libertad de elección— no tuvo ninguna duda de quién debía llevarlo a la pantalla, Leisen. El papel de Jody Norris supuso un paso de gigante en su carrera que le permitió a acceder al primer oscar de su carrera como actriz principal.

La trayectoria de Leisen es brillante tanto en la comedia más alocada como en el drama más apasionado. Y este trabajo no fue la excepción. Leisen es bueno en películas que provocan risa como Una chica afortunada o Medianoche y emociona con elegancia en dramas como las películas que antes he nombrado. En La vida íntima de Julia Norris dirige con suma elegancia y dando pasos maestros en una obra sensible pero no tópica que hurga con inteligencia en los sentimientos íntimos no sólo de sus protagonistas sino también de los espectadores.

El argumento es melodrama puro de madre coraje que por circunstancias no puede tener al hijo amado a su lado. En este caso, ella es madre soltera que para impedir habladurías en la pequeña localidad donde vive realiza una jugada que no la sale como esperaba perdiendo al pequeño que queda en manos de una pareja amiga que acaba de perder a su bebé. Estas historias pueden caer no sólo en desgarro sino en argumento ridículo y lleno de tópicos. Sin embargo, ahí están las ruedas del engranaje perfecto para que esta historia funcione y emocione según va transcurriendo el metraje. Su personaje principal no es plano y va evolucionando de manera mágica y humana a lo largo de la película dando la oportunidad a Olivia de Havilland de demostrar la cantidad de matices  y registros que es capaz de transmitir.

Por supuesto, Olivia es secundada por otros personajes que van dando sentido al pasado, al presente y al futuro de la señorita Norris. La vida íntima de Julia Norris es la radiografía de una mujer y como historia clásica está dividida claramente en tres partes perfectas. El presente de la señorita Norris, la presentación exacta del personaje. Un largo flash back que nos traslada a su pasado y nos explicá por qué es esta mujer como es y cuál es su conflicto. Y, por último, el desenlace y futuro de la señorita Norris. Con un clímax tan sencillo como emocionante.

Dispónganse a sentarse en su butaca del salón y disfrutar de un clásico de mecanismo perfecto. No falta el empleo inteligente de la música del prolífico compositor Victor Young (por cierto, de vida apasionante sobre todo en sus comienzos). Un guión perfecto, cuidado y lleno de matices. Y unos actores secundarios que cumplen perfectamente con su papel: el galán John Lund (en su doble papel de padre —ideal amoroso efímero de la señorita Norris— e hijo adulto), Mary Anderson como compleja madre adoptiva (conocemos y comprendemos perfectamente cómo se comporta a lo largo de la narración), Roland Culver en su papel de lord solitario y desencantado que busca otra oportunidad en la vida junto a la señorita Norris y digamos que actúa como hada madrina dentro de esta historia o Bill Goodwin como pretendiente, amigo fiel y perfecto de la señorita Norris que le rechaza como pareja en varias ocasiones no como amigo.

Tan sólo le pondría un pero que hace chirriar la película y es la elección del actor infantil que da vida al hijo de la señorita Norris cuando tiene unos cuatro años. A mí en ciertas escenas me resta emoción…, ¡¡¡y juro que me encantan los niños!!!

 Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. 

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