Gus Van Sant
Empiezo este texto con un recuerdo. Cuando vi por primera vez en el cine Mi Idaho privado, supe que iba a seguir siempre a su director. A veces me pasa… Me impactó tanto la historia de Mike y Scott… y que en esa road movie de jóvenes chaperos de Portland volara el espíritu de William Shakespeare (otra de mis pasiones) con destellos de Campanadas de Medianoche de Orson Welles, que me dije: siempre iré a ver las películas de Gus Van Sant. Y efectivamente desde 1991 he procurado ir tras la pista de su cine. Fiel. Tanto es así que las dos vertientes de su cine me han aportado, ninguna la descarto. Tanto el Van Sant más independiente como el que se refugia en los estudios. No pierde el sentido del riesgo. Cuida su forma de contar y sabe qué contar.
El sábado me pasé por La Casa Encendida y disfruté lo que no se sabe de la exposición sobre Gus Van Sant. Fiel a la premisa que adquirí aquel año, no podía dejarla escapar. Además durante todo el mes de junio la Filmoteca Española le ha dedicado una retrospectiva y se ha estrenado su última película No te preocupes, no llegará lejos a pie. Y en la terraza magnética de La Casa Encendida durante este mes y agosto se deja carta blanca al director y se proyectan aquellas películas que le han influenciado y marcado. Van Sant comparte su universo de imágenes y notas musicales.
El paseo por las salas permite conocer a un Van Sant polifacético e inmerso en una determinada mirada hacia la historia contemporánea de EEUU. No solo hay cine, sino otras creaciones artísticas: fotografía, dibujos, collages, música, documentos gráficos o colaboraciones artísticas con otros artistas como William S. Burroughs, William Eggleston o David Bowie…
Y el paseo empieza fuerte, cuando en un túnel, se detiene el tiempo y el espacio pues le oigo cantar una de las canciones más hermosas escritas para el cine y para una película en concreto: Moon river, de Desayuno con diamantes. Luego un recorrido por polaroids que construyen una ristra de retratos de personajes del mundo del cine y de otros campos de la cultura de finales del siglo XX y que pintan un determinado mapa cultural. Después puedes descansar y parar frente una pantalla para encontrarte con los primeros cortos de un Gus Van Sant que experimenta, habla, se rebela, mira de otra manera el mundo y cuenta… donde vislumbras cinco maneras de suicidarte, la semilla de Mi Idaho privado con una corta entrevista a un joven…, una rebelión de los objetos o a un solemne William Burroughs recitando su particular oración. Más adelante, unos cojines negros en el suelo te acogen en una gran pantalla blanca para poder deleitarte con secuencias de varias de sus películas: Mala noche, Mi Idaho privado, Gerry, Elephant, Last Days, Mi nombre es Harvey Milk o Restless. Y hundirte en sus formas de mirar. Para seguir con fotografías de sus rodajes, storyboards o sus dibujos… o alguno de sus retos como volver a rodar la escena de la ducha en su remake de Psicosis. Al final del paseo dibujas de manera más completa su figura, su esencia, y descubres algo más su universo particular.
Primera nota: La Casa Encendida acoge la exposición Gus Van Sant comisariada por Matthieu Orléan y producida por la Cinémathèque Française, el Museo Nazionale del Cinema (Turín), el Musée de l’Elysée (Lausanne) y la Cinémathèque suisse.
Segunda nota: Durante este verano, a partir de la segunda quincena de julio y agosto, elaboraré dos ciclos de críticas en el blog: análisis de varias películas de Gus Van Sant y otro de cine italiano, más allá del neorrealismo.
Ciclo de cine y coloquios Encerrados. Espacios sin salida
Y otro año más ando metida en los veranos de cine de La Casa Encendida. Siempre desde el entusiasmo y con la pasión por el cine como herramienta de debate y reflexión, como guía. Una mirada al mundo. Esta vez es la sensación de estar encerrado, tanto física como metafóricamente, lo que va a dar pie a distintos temas de coloquio tras la proyección las películas. Ha sido apasionante todo el proceso de selección y finalmente uno de los ciclos posibles (las combinaciones y las posibilidades son infinitas) es el que se va a poder disfrutar los martes y jueves del mes de julio a partir de las 19.00 de la tarde. Siete películas donde no solo se experimenta esa sensación de encierro, sino que algunas de ellas cuentan con un único espacio para narrar cinematográficamente una historia determinada. Y todo esto el espectador lo puede vivir “encerrado”, nunca mejor dicho, en uno de los espacios emblemáticos de La Casa, la sala audiovisual.
Hay instituciones cerradas donde las cámaras no suelen entrar, como puede ser un centro penitenciario, o donde nunca entraron porque no deberían haber existido nunca y no había que dejar huella, como los campos de concentración. El hogar familiar puede convertirse en una jaula, en el centro del miedo; o también ser una cárcel en tiempos de crisis. A veces, no existe un espacio físico, pero la sensación de estar encerrado sí y es muy fuerte: como puede ser lo que sienten todas aquellas personas que tras la crisis económica y social son excluidos también por el sistema burocrático, que les pierde en un laberinto sin salida. O una sala de espera en un tribunal a lo largo de los años puede mostrar la sumisión y falta de libertad de una mujer. También la forma de construir esos espacios nos está contando cosas: la distribución de una casa o la construcción de una ciudad puede mostrarnos las diferencias sociales…
Como cada año, las películas serán analizadas por ponentes especializados en distintas áreas como puede ser la crítica cinematográfica, la psicología, la sociología, la filosofía…
El programa lo podéis consultar aquí.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
César debe morir es magnífica, magnífica de verdad. Cine de primera categoría, del que traspasa la pantalla, regresa y vuelve a traspasarla. Me apunto esos ciclos, aunque no soy mucho de Van Sant. Desde que hizo aquel bodrio de remake de Psicosis lo tengo tachado.
Besos
Sí, con ella inauguramos el ciclo ayer. Y tienes razón es magnífica, a mí me gusta muchísimo. Qué mas puedo pedir: cine y William Shakespeare en vena.
Ay, mi querido Alfredo, yo adoro a Gus Van Sant. ¡No me lo taches! Es un hombre realmente interesante… y yo amo muchas de sus películas. Sí, lo de Psicosis fue un remake innecesario… pero es curioso ver la sesión doble.
Beso
Hildy
Querida Hildy, qué interesante ese nuevo ciclo que promueves. Lástima no poder asistir por la distancia… Estoy convencida de que la segunda sesión que acabáis de celebrar, con el gran Jordi Costa como analista de «El hijo de Saúl», habrá sido magnífica.
Sobre la exposición de Gus Van Sant precisamente ayer un amigo que estuvo en Madrid me trajo su colorido folleto, que, unido a la lectura de tu reseña (hundirte en sus formas de mirar, qué concisa y bella forma de describirla), me estimula a intentar una escapada de fin de semana en septiembre para verla.
Respecto al remake que rodó de «Psicosis», reconozco que no lo he visto y que me pareció una aberración cuando me enteré del proyecto, si bien mi percepción cambió tras escuchar un seminario sobre el sentido de algunas nuevas versiones. En el caso de «Psicosis» resulta significativa la motivación que declaró el propio Gus Van Sant en declaraciones a The Guardian: «Lo que ocurrió con ‘Psicosis’ fue que estaba un poco enfadado con Hollywood tratando de rehacer películas, porque parecía que robaban el guion y se olvidaban de las demás contribuciones. Por ejemplo, en una película como ‘Casablanca’, tomarían el guion y lo cambiarían. Así que dije: ‘Ya que es una gran película, ¿por qué no la rodáis exactamente tal cual está? Esta fue mi especie de declaración ‘Anti-Remake’»
Consciente de lo fallido de su experimento formal, incluso rodeándose de lo mejor de su profesión (p.ej. Christopher Doyle al frente de su personal estudio del color y Danny Elfman adaptando la banda sonora clásica de Herrmann), también resulta interesante su conclusión sobre lo inútil de intentar replicar a un genio: «Veo que es casi imposible. Incluso si intentas copiar una película filmada plano a plano, no puedes hacerlo. Sigue siendo tu propia película. Realmente no soy el mismo tipo de persona que Alfred Hitchcock, y realmente necesitas eso para que ‘Psicosis’ funcione de la manera que debería».
Besos y enhorabuena por ese nuevo ciclo de cine.
Qué interesante lo que compartes con nosotros sobre Gus Van Sant y el remake de Psicosis, ¡me ha encantado!
Sí, ayer estuvo genial escuchar a Jordi Costa analizar una película tan rica como El hijo de Saúl. Una gozada.
¡La exposición, de verdad, merece muchísimo la pena!
Qué gozada, querídisima Ana, que te hayas pasado por aquí.
¡Es un placer enorme!
Beso
Hildy