Como ella sola (In this our life, 1942) de John Huston

Por algo se dice, la verdad es que Bette Davis, de mala malísima o mujer con muchísimo carácter y sin importarle mucho asuntos morales o convenciones sociales o el que dirán, como prefieran, está siempre que se sale. En una película ya la llamaban la loba o la fiera, da igual. Con sus enormes ojos, su cara de ira, y sus personajes complejos hacía saltar chispas en las pantallas de los treinta y cuarenta. No la quedaba mal ser buena chica…, pero si era mala, el público la adoraba.

Y así ocurre con su perverso personaje de joven amoral en una olvidada película del director de los perdedores, John Huston, entre El halcón maltés y El tesoro de Sierra Madre, rodó este melodrama tremendista hasta los extremos más oscuros.

Huston rodeado de reparto fantástico, compositor mágico, guionista eficiente y novela de éxito para drama entre los dramas realiza una historia fuerte que aún hoy tiene fuerza. Y lo que son las cosas, los personajes que más embaucan, que por ellos no pasan los años, y aún hoy enganchan, son los más retorcidos.

Los buenos, realizan bien su trabajo (y hay alguno como el padre de las hermanas que te lo comerías a besos por lo tierno que parece)…, pero si sólo hubieran estado ellos más de un bostezo hubiera salido de los espectadores. Ahí están, magistrales, una Davis con sus tics temperamentales más desarrollados, ¡¡¡cómo la queremos de hija de su madre (que escribiendo me vuelvo algo fina)!!! y un Charles Coburn, grande, inmenso, como ese tío millonario que arruina a los seres queridos, racista y clasista pero eternamente enamorado de su sobrina más amoral… Dos personajes desagradables que se comen la película y como eran aquellos tiempos reciben su castigo… pero en ambos no hay asomo de arrepentimiento. Sólo temen que se les vaya la vida intensa.

La Davis siembra desgracia por donde pasa. Destroza la vida de su hermana (una eficiente Olivia de Havilland —ella no decepciona—), de su padre, de su madre enferma y neurótica, de su prometido, de su amante (¡¡¡el esposo de su hermana!!!¡¡¡Qué escándalo!!!), de su tío millonario, de una madre y una hija que sólo cruzaban tranquilamente una calle y también de una madre e hijo negros, a él le acusa de un grave acto que ella ha cometido y no le importa romperle su futuro en mil pedazos mientras ella pueda construirse la vida que quiera. Vamos, que la Davis no tiene desperdicio.

Otro hecho relevante de esta película es que habla sobre temas raciales y sobre la situación de los afroamericanos y además toma postura. Deja claro que en aquellos tiempos era muy complicado que un afroamericano pudiera alcanzar determinados puestos de trabajo o que pudieran prosperar económicamente. También plantea cómo son tratados de distinta manera ante la ley y siempre, seguro, se llevaban la peor parte. Ahí está la gran Hattie McDaniel. La película denuncia que esta situación es injusta.

Melodrama, con mucha música, mucho sufrimiento y unos personajes que no se olvidan…

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