Barbra Streisand

Hoy me quedo mirando fijamente una fotografía que aparece en el artículo dedicado al recientemente desaparecido Paul Newman en el nuevo Fotogramas del mes de noviembre. Una imagen en la que aparecen cuatro actores carismáticos y progresistas cuando en 1969 constituyeron la productora First Artist: el propio Paul Newman, Steve McQueen, Sydney Poitier… y Barbra Streisand. Siempre fue una mujer de armas tomar. 

Entonces me vienen a la cabeza varias canciones y discos de vinilo que no me cansaba de escuchar allá por los años ochenta. La Streisand tiene muchas cosas que la hacen distinta y especial: una bonita voz, una nariz imperfecta, unos ojos azules vivos, unas preciosas manos —que siempre sabe enseñar— y una carrera cinematográfica… Los setenta tienen rostro de Barbra que supo emplear su talento y su personalidad carismática. En los ochenta le dio por dirigir y no salió mal parada. Su carrera cinematográfica es breve pero muy interesante donde brilló en el musical, en la comedia y también como heroína romántica. 

Su primer éxito cinematográfico llegó más tardíamente que su triunfal carrera como cantante pero arrasó…, como ya lo había hecho en su representación en Broadway. La actriz y cantante aparece en la pantalla con Funny Girl, 1968, sobre la historia de la cantante y cómica judía Fanny Brice. Entró al cine por la puerta grande y con oscar incluido. Streisand estaba deslumbrante como esa divertida patita fea que obtiene, con perseverancia, el éxito y se enamora de un bello jugador que la rompe una y otra vez el corazón con cara de Omar Shariff.  La Streisand siempre lo conseguía…, estallaban fuegos artificiales en su unión con distintos actores. Conseguía química. La joven Streisand demostró en su primera película que sabía cantar, sabía actuar y ser divertida. Todo un logro. Su secuela (Funny Lady, 1975) no supuso tanto éxito aunque es un placer volverse a encontrar con Fanny ahora acompañada por el locuelo de James Caan (¡qué bien hace de chuleta!)…, Omar sigue rompiéndola el corazón. 

Siguió en la senda del cine con dos musicales más: Hello, Dolly (1969) donde se convertía en una viuda casamentera o Vuelve a mi lado (1970) con una Streisand dispuesta a todo con tal de dejar el tabaco. La joven promesa trabaja con dos veteranos del género musical: Gene Kelly y Vicente Minnelli. 

En 1970 decide no cantar en el cine y sí hacer reír y protagoniza una entrañable y poco recordada película (que es en realidad la adaptación de una famosa obra teatral de Bill Manhoff) La gatita y el búho. Ella es una prostituta con muchas ganas de convertirse en una actriz famosa y él (brillante George Segal, de nuevo la química), un escritor al que no publican sus novelas. Ambos se ven unidos por una situación incómoda y a partir de ahí asistimos a los encuentros y desencuentros de dos seres muy distintos pero con algo que les une: su afán por no aceptar que han fracasado en sus sueños, su habilidad por pintarse otra personalidad y aparecer tal y como no son, su vulnerabilidad…, y la prostituta y el escritor terminan comprendiéndose y enamorándose de veras. 

A partir de este punto de inflexión en su carrera, Barbra es el rostro femenino de la nueva comedia de los setenta. Y ella que no es tonta recupera el prototipo de mujer progresista, locuela, inteligente, liberada y divertida de las screwball comedy de los años 30 y 40. Papeles con personalidad de una cabeza loca, inteligente y divertidísima como lo fueron Carole Lombard, Katherine Hepburn, Rosalind Russell o Barbara Stanwyck. Y nos deja dos obras de la diversión y el equívoco. Rozando el surrealismo (sobre todo la más desconocida). Por supuesto vuelve a conseguir química con sus compañeros de reparto: Ryan O’Neal y Michael Sarrazin. 

La primera de estas películas que protagonizó en 1972 es un claro homenaje a La fiera de mi niña y Barbra no sale mal parada, risa asegurada con esta loca de la vida que es Judy en ¿Qué me pasa doctor? Con O’Neal volvió a trabajar en otra comedia que no tuvo la misma repercusión, Combate de fondo (1979) 

La segunda comedia es todo un disparate Qué diablos pasa aquí, estrenada en 1974, donde Barbra es una joven esposa que quiere ayudar a conseguir sus sueños a su esposo, un joven taxista, y de pronto se mete en un lío y en otro y en otro más…, ¡ojo! al protagonismo de unos búfalos… 

También, en esta misma década se convierte en heroína romántica en dos películas que son nostalgia pura que además adereza con sus canciones. Y por supuesto se deja acompañar muy bien… ¡¡¡y como siempre con química!!! por Robert Redford y el atractivísimo y también cantante Kris Kristofferson. 

Con el primero sube a los cielos del cine romántico y al altar de los nostálgicos en Tal como éramos (1976) en una historia de amor a lo largo de los años (30, 40 y 60) entre Katie, idealista y con ideas políticas progresistas siempre deseando un mundo mejor y Hubbel, el niño bonito y pijo de la universidad, más individualista y práctico. De banda sonora, la voz de Barbra en uno de sus temas más recordados The way we were, ¿alguien da más? 

Con el segundo,  protagonizó todo un clásico que ya habían interpretado Janet Gaynor y Judy Garland, Ha nacido una estrella. La película de Barbra y Kris traslada la trama al mundo del rock and roll. Corre el año 1976, las drogas y el alcohol destruyen la trayectoria de un brillante cantante mientras su esposa va subiendo poco a poco hacia el estrellato. Buenas canciones, mucho amor y mucho dolor. Yo oigo Evergreen y me emociono. 

De pronto, llegan los ochenta, y si ya había sorprendido con su afán en el mundo de la producción, deja a todos boquiabiertos con Yentl (1983), sensible musical plagado de hermosas canciones, donde Barbra actúa, dirige, produce y escribe el guión. Ahí, la actriz y cantante es una muchacha judía, hija de un rabino, que quiere estudiar en un centro donde sólo les permiten acceso a los hombres y ni corta ni perezosa se disfraza y se convierte en uno para poder cumplir su sueño. Fue un éxito de crítica y público y, sin embargo, hoy está bastante olvidada. Como muchas películas de los ochenta. 

A partir de este momento sus apariciones empiezan a ser más esporádicas. Trabaja en un thriller que tiene cierta repercusión en el año 1987, Loca y en su última aparición ha vuelto a la comedia y a papel alocado de hippy psicóloga de toda la vida en Los padres de él (2004). 

Sin embargo, regresa de nuevo dos veces a la dirección con éxito en dos películas que funcionan. La primera como melodrama psicológico y la segunda como comedia romántica, de las de siempre. Y en ambas se reserva papel protagonista y lo borda. La primera sorpresa la da con un taquillazo que recupera además también a un Nick Nolte de capa caída ambos están magníficos en melodrama familiar donde una psicóloga trata de indagar en el pasado del hermano de una paciente y termina desvelando una terrible verdad y enamorándose de él.  ¿Recuerdan El príncipe de las mareas (1991)? 

En la segunda se une a mi adorado Jeff Bridges y se montan una película romántica de las de toda la vida, donde dos profesores universitarios se plantean que pueden estar juntos y bien avenidos sin sexo de por medio (porque el adorado Jeff piensa que las relaciones sexuales son las que hacen fallar a las parejas)…, pero ella empieza a pensar distinto. Y ahí tenemos la divertida El amor tiene dos caras que además nos plantea muchas cosas sobre las relaciones de pareja. Y como siempre Barbra y Jeff desprenden mucha pero que mucha química. 

¿Regresará a la pantalla?¿Volverá a dirigir? Ya tiene un hueco en las salas oscuras en la pantalla blanca…, pero quizá pueda darnos otra sorpresa.

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