Un largo viaje a través de la pantalla y una propuesta cinéfila

A veces entrando y saliendo de la sala de cine puedes realizar un largo viaje. Ahora mismo con tres estrenos puedes irte a Las Vegas, conocer un Tokio muy especial o darte una vuelta por Gaza. Y dejo también una propuesta cinéfila que tiene que ver con un concepto determinado y varias películas que giran alrededor de él con un espacio para el coloquio…

Plan en Las Vegas de Jon Turteltaub

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Un viaje con viejos amigos, sin pretensiones. Sabemos desde el principio qué va a pasar. No hay sorpresa alguna. Sólo hay sitio para unas risas y disfrutar de un reparto de actores con largas trayectorias a sus espaldas. Así de sencillo. Película para pasar el rato. Mi sonrisa como espectadora se mantuvo en estado perenne. Y sobre todo me llevé tremenda alegría de reencontrarme con un Kevin Kline muy pero que muy divertido. ¿La historia? Un grupo de cuatro amigos desde la más tierna infancia (qué lindo prólogo) que vuelven a reunirse de nuevo cuando ya son unos respetables señores mayores con achaques con motivo de la boda de uno de ellos con una jovencita. Punto de encuentro: Las Vegas. Aventuras, encuentros, desencuentros, viejas cuentas pendientes, amistad eterna, amor… y mucha fiesta. Michael Douglas, Robert de Niro, Morgan Freeman y Kevin Kline son los amigos eternos, diferentes y complementarios. La nota femenina, una atractiva y madura Mary Steenburgen a la que también es un placer encontrársela en pantalla.

Una familia de Tokio de Yôji Yamada

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En los créditos finales el director japonés dedica Una familia de Tokio a Yasujiro Ozu. Y es evidente. Porque Una familia de Tokio es un remake con pequeñas variaciones argumentales de Cuentos de Tokio de Ozu. Entre otras cosas ese matrimonio anciano que visita a sus hijos a Tokio en la actualidad se encuentra con una situación similar a la que vivieron sus antecedentes poco después de la Segunda Guerra Mundial. Una familia de Tokio es una película sensible que sin duda disfrutará bastante más el espectador que no conozca la obra cinematográfica de Ozu. Porque Yamada, claro está, no es Ozu y Una familia de Tokio es un buen homenaje, sensible, pero no es Cuentos de Tokio. Una vez que se asume esta cuestión, entonces sólo quizás, el espectador puede emocionarse… sobre todo, como le ocurrió a servidora, con precisamente el único personaje que no salía en Cuentos de Tokio… ese joven hijo rebelde y la relación que tiene con sus ancianos padres. Una de las escenas más bellas y logradas es esa última noche de la madre con su hijo…

Un cerdo en Gaza

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Un cerdo en Gaza es una fábula de humor entre costumbrista y absurdo que refleja de manera original (que hace pensar) el conflicto palestino-israelí. El protagonista es un pescador humilde de Gaza, Jafaar (un maravilloso Sasson Gabain del cual ya disfruté en La banda nos visita), que sólo puede pescar en un trocito de mar hasta arriba de basura y donde el milagro es encontrar un pez… pero un día le pasa algo inesperado: su red pesca un cerdo vietnamita. ¿Qué hacer con ese animal impuro? ¿Cómo aprovecharlo dada su penosa situación económica? El escritor y fotógrafo francés Sylvain Estibal debuta en el cine con esta comedia especial donde para ‘encontrar’ la solución al conflicto y al acercamiento entre palestinos e israelíes acude al humor y finalmente a la fantasía (como única salida posible). Un cerdo en Gaza tiene momentos realmente divertidos y tiernos pero a la vez termina dando una visión dura y pesimista de la situación donde la única salida es volar con la imaginación…

 Ciclo Fracturas en La Casa Encendida

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… Una propuesta cinematográfica especial, donde algo tengo que ver, que comienza mañana, lunes, a las 19.00 horas en La Casa Encendida… Fracturar es romper o quebrantar con violencia algo. Vivimos en un momento de fractura. Las quiebras pueden ser históricas, culturales, sociales, económicas, políticas, religiosas, emocionales, físicas… Si analizamos la fractura en el cine, vemos que entran en juego diversos temas de actualidad que dejan en evidencia una crisis no solo económica, sino de muchas otras áreas. Pero en esa zona oscura surgen posibilidades e iniciativas de crear un mundo mejor. La palabra Fractura deja paso a muchas reflexiones porque también la mirada puede ser fracturada o en la manera de contar cinematográficamente puede surgir la ruptura violenta… Los lunes y miércoles de la primera quincena de diciembre tendrá lugar este ciclo donde se proyectarán cinco películas que reflejan cinco fracturas y dejan muchas claves y lecturas diferentes para debatir…

Con pinchar aquí, veréis la programación y los coloquios donde varios ponentes de distintas disciplinas (críticos de cine, pedagogos, psicólogos, profesores o miembros de movimientos sociales) compartirán su ‘mirada’ con los espectadores.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Blue Jasmine (Blue Jasmine, 2013) de Woody Allen

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Jasmine, el rostro enajenado de una mujer que ha llegado al límite y que ha chocado con la más cruel y dura realidad, con sus propios actos, es una de las imágenes más desoladoras que nos ha dejado la filmografía de Woody Allen. Nunca dejó a una heroína tan en la estacada como Jasmine… pero no encuentra otra salida para ella y quizá sea la única posible. No hay redención. Blue Jasmine es la película sobre la crisis de Woody Allen.

Y se centra en los especuladores y sus familias… en esos maridos que les salió el dinero por las orejas (y arrasaban con todo y se saltaban todos los resquicios legales) y en esas mujeres que decían que todo lo firmaban pero que desconocían los tejemanejes de sus esposos. Y esos hijos universitarios con todo un futuro especulador por delante que presumían de papá porque realmente les parecía un héroe. Esos matrimonios que vivían en burbujas elitistas con sonrisas perennes y que arrastraron a todos, a los que peor les iba (para arrebatarles cualquier oportunidad de prosperar sin ninguna mala conciencia…), a una crisis que todavía se arrastra. Jasmine es una de esas esposas a las que les estalla la burbuja en la cara (algunos matrimonios de este tipo continuan existiendo e incluso les va cada vez mejor). Cuando su marido es detenido, todo su mundo se derrumba… y Jasmine la única forma que tiene de aferrarse al presente desconocido, sin dinero y sin futuro, es flotar en un pasado idealizado y seguir viviendo ‘en primera clase’. Un pasado idealizado donde es una mujer enamorada que tiene como banda sonora de su vida, Blue moon… que suena sin parar.

Y lo que hace Allen para contarnos esta historia es convertir el argumento de Un tranvía llamado deseo en universal y servirse de él (para hacerlo suyo) para contarnos el destino de otra Blanche Dubois que no encuentra ni la amabilidad de los desconocidos. Aquí su hermana (las dos son adoptadas), una mujer de la clase trabajadora, le tiende una mano (Jasmine siempre ha sido la hermana rica, la triunfadora, que ahora pasa por un bache) pero pronto se remarca también su drama, ella forma parte de esa clase trabajadora que ha sido arrastrada a la crisis por gente sin escrúpulos como su hermana y su exmarido. También se realiza una lectura amarga: en el fondo ansiaba el modo de vida de su hermana (o ansía, como está haciendo Jasmine en esos momentos, soñar)… pero tras la caída, y con un Stanley Kowalski llorón a su lado, acaba aceptando su realidad. Están condenados a permanecer donde están (tampoco es muy esperanzador) y a ser supervivientes. Eso sí en su mundo, una vez aceptado, no habrá sitio para Jasmine…

Y para su Blue Jasmine cuenta con una superlativa Cate Blanchett (amamos y odiamos su personaje por igual… y finalmente sentimos una compasión inmensa por ella —quizá ése es el único regalo que la deja el director—) y una Sally Hawkins con una sensibilidad que remueve.

Blue Jasmine también arranca las risas en el patio de butacas pero son risas hacia las situaciones que vive una mujer desesperada que se aferra a sus fantasías y que sabe que se está aferrando a ellas. Arranca risas desde su propio patetismo. Jasmine es reina en una tragicomedia. Su comunicación imposible con el entorno de su hermana y sus fracasos continuos por volver a ser una primera dama ilusionada. Risas tristes, tristes risas. No hay redención pero quizá una vez que ha chocado con la realidad y la soledad más absoluta… Jasmine pueda reconstruirse y caminar… Quizá ya no suene más la melodía de Blue moon.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.