Ultimátum a la tierra (The day the earth stood still, 1951) de Robert Wise

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El hombre que vino de las estrellas le dice a la mujer que si alguien le hiere gravemente debe ir a ver a su compañero, un enorme robot que es una fuerza destructora y decirle solo unas palabras: Klaatu barada niktoh. Klaatu viene en son de paz, bueno, más bien a avisar de la próxima destrucción del mundo como los hombres no se calmen en sus paranoias, miedos y confrontaciones. El hombre de las estrellas trata de dar su mensaje profético a los grandes mandos de los países del mundo a través de Naciones Unidas, misión imposible. Después logra contactar con los científicos del mundo para que ellos a su vez transmitan el mensaje. El miedo a lo desconocido, y también como dice Klaatu, una humanidad que se rige más por el temor que por la razón (… algo totalmente de actualidad), hace que el hombre de las estrellas no sea muy bien recibido y que por supuesto vea continuamente su vida en peligro…

Un día mientras los niños van a la escuela, hombres y mujeres acuden a sus trabajos, pasean por las calles o se encuentran en los parques y los medios de comunicación difunden cómo los conflictos sociales, económicos y bélicos asolan la vida cotidiana… un objeto no identificado es detectado. Un platillo volante desciende hasta posarse en un parque de Washington. Y ante la expectación, la curiosidad y por supuesto el miedo a una amenaza desconocida… surge del interior de la nave un hombre de las estrellas (Michael Rennie), educado/sensible, con un mensaje que dar a la humanidad. A su lado un gigantesco robot que responde al nombre de Gort.

Ultimátum a la tierra es una de las películas claves del género de ciencia ficción. Surge en los años de la guerra fría y se sirve del argumento de ‘explicar el presente a través del futuro o de otros mundos existentes en el inmenso universo’. El hombre de las estrellas es un hombre revestido de características celestiales y puede ser identificado, como mensajero o profeta, incluso tiene características similares a la figura de Cristo, como salvador de la humanidad (algo que en algunas películas del género se sigue empleando, la última, Elysium de Neill Blomkamp). Como él, tiene un mensaje, trata de que los hombres le entiendan, sufre rechazo, consigue sin embargo ‘discípulos’ pero finalmente es abatido…, sin embargo, logra resucitar y extender su mensaje.

Su mensaje no deja de ser complejo. Algunos hablan de pacifismo. Sin embargo Klaatu deja claro en todo momento que es superior a los humanos, que su inteligencia está mucho más desarrollada, y lo que finalmente deja es un aviso contundente: el comportamiento de los humanos está poniendo en peligro la paz espacial. La decisión es irrevocable, si los humanos persisten en su autodestrucción y por tanto en ser una amenaza… serán destruidos. Muy pacifista no es el mensaje, mucho margen para el diálogo, de acción y transformación no dejan a los seres humanos (además de mostrarles incapaces de conseguir un consenso, un debate, o un simple diálogo… El temor sobre la razón).

Robert Wise, director que no tenía miedo a ningún género y que ha dejado su filmografía llena de títulos brillantes (pero no tan difundidos como las de otros directores de su generación), se atrevió con la ciencia ficción. Ultimátum a la tierra refleja no sólo el ambiente complejo y de miedo en que estaban hundidos los americanos en los años cincuenta, sino que también ‘avisa’ de que el continuo enfrentamiento (la guerra fría) no es la mejor opción (de nuevo la contradicción y complejidad del fondo de esta película).

A través de Klaatu se entiende que el hombre moderno ha evolucionado, por ejemplo, en las ciencias (y que aún queda un camino muy largo) pero que sigue siendo ‘primitivo’ en cuestiones morales y éticas. ‘Primitivo’ en la convivencia, en espíritu. El hombre es autodestructivo capaz de quebrar el propio sitio donde habita, la tierra. Ultimátum a la tierra cuenta con seres del más allá, efectos especiales, con dosis de intriga, acción y elementos del cine de terror (y cierta atmósfera de cine negro). Los mejores amigos de Klaatu en la tierra serán un científico, un niño y una mujer (con el rostro de Patricia Neal). Un relato de ciencia ficción que quizá ahora nos atrapa por su ingenuidad (ese robot terrorífico que parece un enorme muñeco de trapo…) pero que, sin embargo, permite un análisis muy poco ingenuo… Una película que tiene un encanto especial además de ofrecer un visionado rico en interpretaciones y miradas. Y pionera no sólo en el género de ciencia ficción (existen ilustres ejemplos más lejanos pero ésta inauguraría una etapa rica en títulos –una buena sesión doble sería la contemplación de Ultimátum a la tierra y de La invasión de los ladrones de cuerpos de Don Siegel y después un buen debate sobre la guerra fría– y un género que continua en evolución) sino también en la temática de mostrar hombres de las estrellas no como amenaza, sino como inteligencias superiores en son de paz. Así Klaatu tiene una amable descendencia que va de Starman, a Encuentros en la tercera fase, pasando por ET o Cocoon.

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Al filo del mañana (Edge tomorrow, 2014) de Doug Liman

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Acción, invasión alienígena, romanticismo, elementos de géneros como el bélico o el de ciencia ficción, una pizca de humor e ironía, y por último el juego con el tiempo…, se mueve la coctelera y surge Al filo del mañana de Doug Liman. Película que no esconde su condición de cine de palomitas y entretenimiento… pero muy bien contado y realizado. El juego del tiempo permite un ritmo trepidante y la introducción del humor ante la repetición de situaciones… No es de extrañar las continuas comparaciones con Atrapado en el tiempo de Harold Ramis porque la premisa prácticamente es la misma: un hombre condenado a vivir una y otra vez el mismo día. Si la primera servía para convertir al protagonista en mejor persona y además conseguir a la chica. En la segunda es para que el protagonista se convierta en superhéroe (y de paso salve a la humanidad) y además conseguir a la chica.

Y es que la ciencia ficción y el tiempo son buenos amigos y últimamente ha creado obras tan interesantes como: 12 monos, Déjà vu,Código fuente, Looper… Y ahora Al filo del mañana (que no es tan original pero sí ingeniosa, ocurre además que se sabe desde el principio cómo va a terminar… ¡Tom Cruise es el héroe y no puede fallar!). A través de esa repetición de un día, crucial en la lucha de los humanos contra los alienígenas, se construye y evoluciona el ‘héroe’. Un Tom Cruise que al principio es un alto mando, que nunca ha entrado en combate y se dedica más a la propaganda bélica, y se ve (por circunstancias que no desvelaremos) en el campo de batalla, asustado, sin experiencia y acobardado. Sin embargo se sumergirá en un bucle temporal, siempre vivir un mismo día, y ahí pronto irá evolucionando del acobardado alto mando a un héroe preparadísimo y que además de él depende la salvación de la humanidad. En este viaje temporal encuentra un aliado: una guerrera experta (que ha vivido exactamente lo mismo que él, le cree, le apoya y combaten juntos contra el mal) con el rostro de Emily Blunt. La aventura está servida.

Y Doug Liman sabe y entiende de ritmos, acción, héroes (con problemas de memoria o tiempos); si ya en El caso Bourne dotaba la película de un buen sentido del ritmo, lo vuelve a recuperar en Al filo del mañana (ésta es la adaptación de un manga de Hiroshi Sakurazaka). Además funciona la química entre Tom Cruise y Emily Blunt (como aguerrida heroína de acción). Los efectos especiales, los alienígenas, los exoesqueletos para el combate… no entierran una historia con gancho y bien contada…

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Relaciones, identidades y otras complejidades. Her (Her, 2013) de Spike Jonze / Guillaume y los chicos, ¡a la mesa! (Les garçons et Guillaume, à table, 2013) de Guillaume Gallienne

 ¿Qué pasan cuando nos cuelgan una etiqueta, allí donde nos sentimos más seguros —en nuestro entorno familiar— desde que somos pequeños? ¿Una etiqueta que nos provoca confusiones y sufrimientos en nuestra identidad sexual? ¿Qué pasa cuando después de una ruptura, queda el vacío, y muy pocas ganas de volverse a arriesgar? ¿Pueden las nuevas tecnologías, evitar la soledad? ¿Los seres humanos pueden enamorarse de inteligencias artificiales? ¿Existe correspondencia? Todas son preguntas que tratan de responder de alguna manera dos películas que aún se proyectan en sala de cine. Cada una de ellas puede gustar más o gustar menos pero ambas son propuestas cinematográficas arriesgadas…

Her (Her, 2013) de Spike Jonze

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… Spike Jonze se sitúa en un futuro extremadamente cercano y muestra la vulnerabilidad emocional del ser humano. En un mundo ya transformado totalmente por las nuevas tecnologías, conocemos al protagonista de esta ¿historia de amor? o ¿historia de soledad?, Theodore. Él es un treintañero emocionalmente tocado y a punto de divorciarse de la que ha sido la mujer de su vida y de sus sueños. Theodore está en un limbo de soledad donde embarcarse en una relación con alguien de carne y hueso le duele. Nuestro protagonista trabaja en una empresa que escribe cartas a terceros…, vende emociones, sentimientos…, es como si ya las personas dejaran a otros la expresión de los sentimientos y el mundo interior. Y esos otros crearan las palabras que creen acordes a lo que sentimos… ¿complejo, verdad? Es como si todos los seres humanos acudieran a un Cyrano de Bergerac particular… pero encerrado en un triste habitáculo (y probablemente sin un mundo interior tan rico y directo).

Theodore en ese momento de su vida le es más fácil comunicarse con un SO que con un ser humano. Así que compra un nuevo sistema operativo personalizado que se convierte en una terapia contra la soledad y la desidia. Porque ese SO tiene voz de mujer (Scarlett Johansson) y de compañera perfecta, que escucha, anima y consuela. Y a Theodore se le abre un mundo nuevo. Mira otra vez con ilusión y se siente único. Pero olvida que esa voz femenina es artificial, es una máquina… Y Her se convierte así en una historia triste, melancólica, que deja un poso amargo.

Spike Jonze juega entonces con un mundo no muy distinto del nuestro pero donde ya están integradas en la vida cotidiana y de manera perfecta las nuevas tecnologías… y logra recrearlo de manera perfecta. Pero en ese mundo, siguen existiendo las soledades, los miedos, las emociones, las rupturas y los momentos de infelicidad. El ser humano sigue siendo tremendamente vulnerable y sigue recreándose en los recuerdos. Jonze crea un mundo a Theodore entre la realidad arquitectónicamente perfecta (una realidad perfectamente aburrida y conformista donde cada uno va atado a su dispositivo) y los recuerdos que rodean su vida…, también se vale de un Joaquin Phoenix absolutamente vulnerable y solitario en su interpretación sensible y que refleja el estallido de una vuelta a la ilusión (que tiene más de espejismo) junto a la voz sensual de Scarlett Johansson. Pero incluso una Inteligencia Artificial plantea cuestionamientos y problemas, no hay relación monótona y perfecta, todo tiene su cara y su cruz…

Al final Her es un relato cinematográfico triste donde muestra cómo el ser humano es cada vez más débil emocionalmente.

Guillaume y los chicos, ¡a la mesa! (Les garçons et Guillaume, à table, 2013) de Guillaume Gallienne

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Me ha sorprendido muy gratamente el malabarismo cinematográfico de Guillaume Gallienne que en su ópera prima toma la cámara para desnudarse emocionalmente ante el respetable público. Y es que Gallienne, actor de la Comédie-Française y que también ha realizado diferentes roles como actor de cine, se ha tirado al abismo con Guillaume y los chicos, ¡a la mesa! y a mi parecer ha salido muy airoso… El cine como terapia, como diario, como autobiografía, como instrumento para entenderse uno mismo y la comedia como género para contar toda una tragedia griega y salvar las amarguras de la búsqueda de la identidad sexual.

Guillaume Gallienne adapta su propia obra teatral que versa sobre su vida en familia y sobre él mismo y entrega una obra cinematográfica libre y muy, muy divertida (hacía tiempo que no lloraba de la risa). Pero además no esconde su origen teatral (teatro dentro del cine, matrimonio que sabéis, cuando está bien hecho, me apasiona) y logra momentos emocionantes y catárticos de su monólogo. Y el más difícil todavía. En la obra de teatro, un monólogo con un montón de voces y personajes… y él solo en el escenario… Y en la película él como él mismo y también como su madre. El riesgo es evidente y de nuevo sale indemne.

Las escenas teatrales, Guillaume Gallienne ante el escenario, se mezclan perfectamente con reconstrucciones de su pasado. Sus viajes a España, a Inglaterra, a Baviera…, sus reuniones familiares, sus encuentros con sus hermanos, tías, abuela… y sobre todo la relación con su madre. Su madre se convierte en un ente siempre presente, en todas partes ella se materializa…, en los momentos más inesperados. Y la relación entre ambos divertida, trágica, hermosa, catártica…

Guillaume y los chicos, ¡a la mesa! es un riesgo continuo lleno de sorpresas y una puesta en escena muy arriesgada. El actor logra sorprender tanto con su propuesta que se corre el riesgo del extrañamiento absoluto… pero si el espectador se zambulle en su universo, le esperan muy buenos momentos. Y muchas risas a pesar del poso melancólico tras el rostro imposible de Gallienne.

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Diccionario cinematográfico (211)

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Ordenadores: Hay objetos que su uso es tan habitual o está tan unido a la vida del ser humano que es difícil que su asociación con el cine no sea fructífera. Así ocurre con los ordenadores… y desde la revolución de las nuevas tecnologías ya es un instrumento indispensable para muchos seres humanos.

… hasta tal punto que Spike Jonze crea una historia de amor entre un hombre solitario y la voz femenina de un sistema operativo que instala en su ordenador (y en otros dispositivos, claro). De eso trata Her (que me muero de ganas por ver).

Pero la relación entre los ordenadores y el cine empezó a ser fuerte en los años 80. Aunque hubo un antecedente inolvidable en el año 1968 cuando Kubrick mostró en 2001, odisea en el espacio a un ordenador inteligente a bordo de la nave espacial Discovery. Un ordenador encargado de controlar las funciones de dicha nave… Tenía un nombre Hal 9000 y habla diariamente con los astronautas como un compañero más. Todo es armonía hasta que empieza a tener ‘fallos’ informáticos que hacen peligrar la misión…

Durante los ochenta vimos películas como Juegos de guerra donde un jovencísimo Matthew Broderick era un experto en informática que armaba una buena cuando conectaba sin querer su ordenador al del Departamento de Defensa…, y ahí se encontraba desesperado por impedir una guerra nuclear… O no olvidamos Tron, donde Jeff Bridges era un hacker que se metía en el interior de un ordenador para enfrentarse a un programa peligroso… (hace poco han resucitado de nuevo la idea en forma de saga…).

En los noventa nos encontramos con Sneakers sobre expertos en ordenadores, intrigas, robos y un reparto con muchos nombres encabezado por Robert Redford. O los ordenadores y los e-mails nos sirven para contar una historia de amor de la pareja de moda en esos momentos, Tom Hanks y Meg Ryan, en Tienes un e-mail. La pobre Sandra Bullock lo pasaba mal en La Red. Ella era una mujer solitaria experta en virus informáticos y otros desperfectos de los sistemas. La intriga comienza cuando descubre un programa que permite acceder a bases de datos secretas…

En las películas del siglo XXI los ordenadores están presentes y son fundamentales en algunos argumentos. Por ejemplo La red social de David Fincher cuenta la historia del creador de Facebook… y claro los ordenadores son elemento fundamental de la película. O es imposible imaginar a la hacker Lisbeth Salander sin un ordenador… tanto la actriz de las versiones cinematográficas suecas (Noomi Rapace) como la actriz de la versión norteamericana (Rooney Mara) están unidas a su portátil.

Y las películas de Millenium permiten contemplar cómo han cambiado, por los ordenadores, las comisarias, las agencias de inteligencia o las redacciones de un periódico. Y cómo este cambio se ha trasladado al mundo del cine. Por ejemplo, en cuanto la metamorfosis de la redacción de un periódico se refleja perfectamente en una película protagonizada por Russell Crowe, un periodista de la vieja escuela. La película se titulaba La sombra del poder.

En las películas de intriga, el ordenador puede ser un elemento fundamental… Internet es una herramienta de búsqueda de información y de descubrimientos. Ahí se pueden encontrar fotografías, datos perdidos u ocultos o imágenes inquietantes… como ocurre en la interesante Enemy del canadiense Denis Villeneuve.

No hay duda: el ordenador se está convirtiendo en un objeto tan imprescindible en el cine como lo fue el teléfono…

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Europa de Luis López Carrasco (Gollarín, 2014)

elfuturo

… los directores de cine son creadores de historias… en imágenes. Por eso no es extraño que los creadores de historias empleen otras formas de expresión para narrar, como la escritura. Así puede darse el caso de un joven cineasta, cofundador del colectivo audiovisual Los Hijos (tres son sus integrantes) que experimentan con el lenguaje cinematográfico, que toca un teclado para plasmar su universo en las páginas de un libro de relatos. Siete relatos… que ‘crean’ un futuro.

A Luis López Carrasco le conocía por leer su nombre relacionado con Los Hijos. No había visto nada del colectivo hasta que hace poco vi dos de sus obras: Ya viene, aguanta, riégueme, mátame y El sol en el sol del membrillo. Ambos cortometrajes arrastran reflexiones sobre el cine dentro del cine, sobre lo que vemos reflejado y cómo lo vemos reflejado, sobre qué es rodar, qué es el montaje, qué es realidad o ficción, cómo se manipula a través de las imágenes…Son dos ensayos cinematográficos.

Su nombre me empezó a sonar a partir del largometraje Los materiales (que está en mi baúl de películas pendientes) y ahora acaban de presentar Árboles (que espero poder ver en breve en sus proyecciones en la Filmoteca). Esta nueva obra del colectivo es un ensayo histórico-social-político donde se realiza una reflexión sobre la presencia colonial en África y también crea un paralelismo con las ‘colonias’ residenciales en las periferias de las grandes ciudades españolas.

Pero también Luis López Carrasco ha presentado su primer largometraje en solitario, que pude visionar en una sesión de la Cineteca en el Matadero, El Futuro. A partir de la ‘proyección’ de una fiesta de jóvenes (que puede enmarcarse poco después de las primeras elecciones ganadas por el PSOE), se crea toda una reflexión política sobre ese momento en que nacía una incipiente democracia y que parecía que había todo un futuro por delante por construir… El efecto de ver esa fiesta, con su música de fondo, rostros, algunos diálogos sueltos… en el desolador tiempo presente genera (o por lo menos a mí me ocurrió) una tristeza enorme. El Futuro es como el ‘rescate’ de una vieja cinta de cine donde se atrapa una fiesta. La vieja cinta está deteriorada. El sonido no es bueno. En las imágenes ya hay huellas del paso del tiempo, agujeros negros que tapan rostros, saltos, cortes. Se escuchan algunos diálogos. Y todo este material, junto con al principio, el discurso radiofonico de Felipe González tras la victoria en las elecciones… crea un discurso oculto y y pesimista sobre un periodo determinado y su posterior evolución.

Y aquí, en esa fiesta, esa capsula de pasado vista ahora, en el futuro… puedo empezar a hablar de Europa y de su tercer relato Todos los finales posibles. Dos científicos al límite, al borde del fin del mundo, tienen que decidir el destino de un viaje en el tiempo que les permita escapar de la situación apocalíptica en el que está inmerso el mundo. Uno de ellos es español y termina diciendo que quiere volver a los setenta en su país de origen. “Quiero volver a la época en que nací. Quiero volver a mi casa, a mi ciudad de origen, quiero recobrar todos mis recuerdos. Quiero ver a mis padres, a mis familiares, de jóvenes, en el clima de la energía e ilusión que acaeció al final de la dictadura franquista, el inicio torpe de una democracia. Volvemos a la ilusión, me dirás. Quizá sí, quizá no. Porque esa efervescencia duró muy poco, el sistema se integró a plena velocidad en los rigores del contexto internacional. Se mistificó, se conjuró y eliminó un periodo muy corto. Con todo, no podré soportar el optimismo de esas gentes, mis compatriotas, me dirás”. El otro científico le dice que es como si quisiera regresar a una grabación ininterrumpida de vídeos domésticos familiares…

De pronto en los siete relatos de Europa, no sólo hay un futuro donde hay hueco para lo inquietante y lo desasosegante sino también para los recuerdos, la memoria y la nostalgia…, para las relaciones humanas, entre familiares o desconocidos, entre dos personas que se gustan o entre amigos… La tristeza que acompaña El futuro sigue y se alarga en los relatos de Europa. Relatos que además muestran un mundo complejo, un universo visual complejo, donde los personajes se mueven entre sueños, realidades virtuales, planetas lejanos, atrapados en viejos videojuegos, páramos solitarios… y en ese extrañamiento que sufren, por distintos motivos, en un mundo hostil (o extraño, distinto) en el que sobreviven, se aferran a sentimientos absolutamente humanos, donde siempre acuden a la nostalgia, el recuerdo y la memoria.

El teclado de Luis López Carrasco genera ese futuro incierto y nos hace caer en el abismo y la angustia de muchos de sus personajes. Acompañamos en el salto al vacío al personaje de El caminante. Si solo me dieran la oportunidad de quedarme con uno de los relatos quizá optaría por llevarme Bajo el mismo cielo… y ese grupo de personas que proyectan sus vídeos al cielo, no sabemos qué es lo que proyectan ni qué significa para ellos ese acto… “Los proyectores disparan al cielo oscuro su mensaje de luz”. De pronto el narrador de la historia, el protagonista, nos cuenta su propia “no película”. Una proyección que no existe pero que él tiene en su cabeza (y que forma parte de sus recuerdos de infancia) e imagina cómo quedaría reflejada en el cielo… y crea una emoción difícil de describir.

Luis López Carrasco no solo logra crear un mundo de sensaciones, reflexiones y miedos sino que la forma en que narra esos relatos también atrapan. Genera ambientes y un mundo visual muy potente pero también provoca, mientras te sumerges en su lectura, momentos de catarsis… Logra principios y finales impactantes y un desarrollo que suscita emociones pero a la vez todo ‘pintado’ con el distanciamiento y el extrañamiento tanto de los personajes como de las situaciones que viven.

… un primer libro de relatos que muestra que Luis López Carrasco es un creador de historias. Puede utilizar la cámara (una mirada) o el teclado (la palabra) y empezar a contar…

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Diccionario cinematográfico (209)

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Fotografías: … las fotografías como elemento fundamental de la trama o como detalle importante de una historia cinematográfica. Si hace poco recordábamos en Banderas de nuestros padres lo que significó la fotografía que se realizó en la batalla de Iwo Jima donde unos soldados izaban la bandera norteamericana, ahora he visto hace poco el efecto que provoca en un viejo profesor de música la fotografía que encuentra en una caja que le entregan en un museo judío.La fotografía le cambia la vida. Cambia su historia e identidad. Le informan de que han encontrado esa caja durante las obras de unas cañerías en el antiguo recinto ferial de Belgrado (que albergó uno de los primeros campos de exterminio) y que no hay duda de que él es el dueño. La fotografía muestra a un matrimonio joven con un bebé… y una historia oculta donde él es protagonista. Así arranca la nueva película del director serbio Goran Paskaljevic, Al nacer el día.

Precisamente me viene a la cabeza La caja de música donde las fotografías serán fundamentales para la resolución de la trama en una escena escalofriante. Esta película de Costa-Gravas cuenta la historia de un inmigrante húngaro afincado en EEUU que es acusado de ser un criminal de guerra nazi y es defendido por su hija, una prestigiosa abogada.

También una fotografía desencadena el conflicto de Perro malo, la película venezolana que se alzó con la Concha de oro en el festival de San Sebastián y que se estrena esta semana. Junior es un niño que tiene una ilusión: aparecer en la fotografía del colegio con el pelo liso y vestido de cantante de éxito.

Clint Eastwood hace que en su película más romántica unos hijos ya maduros a los que se les acaba de morir su madre encuentren entre sus pertenencias unas fotografías que nunca habían visto donde está especialmente hermosa junto a unos diarios. Ahí en esas imágenes ya se desvela una historia de amor. Estoy hablando de Los puentes de Madison.

… Fundamental será para los espectadores el encuentro por parte de la asustada Nicole Kidman de una fotografía en Los otros de Alejandro Amenabar. Una historia de fantasmas que nos deja helados cuando una imagen desvela horribles secretos.

Antonioni en Blow up cuenta como una serie de fotografías ‘inocentes’ tomadas en un parque pueden desvelar un asesinato… Y el protagonista de Memento trata de atrapar su frágil memoria a través de fotografías polaroid, que a veces le confunden aún más. Hace poco también escribía sobre Ascensor para el cadalso donde un carrete y el revelado de las fotografías eran fundamentales para atrapar a los protagonistas de destino trágico. También son fundamentales en Blade Runner donde tener un pasado supone tener fotografías, y donde Harrison Ford se sirve de ellas (y de ampliar detalles) para avanzar en su búsqueda de replicantes. También las fotografías son útiles para la resolución de otro asesinato en Millennium: los hombres que no amaban a las mujeres. Una fotografía que en un principio parece que no desvela nada, que no es importante, se convierte en pieza clave.

También es una fotografía la que nos queda de los monjes de un monasterio del Magreb momentos antes de ser asesinados. Y esa fotografía se plasma en la maravillosa De dioses y hombres de Xavier Beauvois. Una fotografía cuenta una historia.

Las fotografías sirven para recordar a los ausentes, para pillar in franganti o sobornar a los infieles o a los que ocultan algún secreto que no quieren que sea desvelado. Las fotografías del hermano ausente que rompen a los que se han quedado en Gente corriente. Las películas de misterio, de intrigas políticas y de espías… que se sirven de las fotografías para que la trama avance como por ejemplo Acción ejecutiva sobre el asesinato de Kennedy y la manipulación de algunas imágenes.

… las fotografías ponen en alerta a un joven adolescente de que está cambiando el presente de su familia con su ‘viaje’ al pasado y eso no es nada bueno en Regreso al futuro. Lo está alterando de tal manera que puede peligrar su existencia…, su imagen se va desvaneciendo. O sirven para contar de otra manera la historia, que se lo digan a Forrest Gump que aparece como intruso en fotografías de varios acontecimientos históricos.

Las fotografías también construyen una vida en común y reflejan el paso del tiempo, reflejan también una personalidad. Así conocemos mejor a los protagonistas de las historias según las fotografías que tengan colgadas en sus paredes o puestas en sus despachos. O las fotografías que llevan en sus carteras y que enseñan continuamente. Así como las que se llevan a viajes lejanos, en maletas o bien escondidas… Uno de los ejemplos más hermosos nos lo proporciona una cinta de animación Up donde a través de un álbum de fotografías construimos la historia feliz de un anciano matrimonio.

Y el máximo alarde es contar una película a base de fotografías y así se hizo en La jetée de Chris Marker y su bella historia de amor futurista…

… La melancolía y las ganas de recordar nos puede y guardamos fotografías en los ordenadores, móviles y álbumes pues atrapamos momentos, instantes. Os dejo, voy a por mi caja de fotografías… a recordar mi propia película de imágenes congeladas, atrapa espíritus…

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Y van tres de ciencia ficción…

Una británica, otra americana y la de más allá canadiense. Ninguna de las tres es absolutamente redonda pero las tres parten de buenas ideas (que luego tienen mejor o peor desarrollo) y poseen también una fuerza visual considerable. Además las tres son disfrutables y buenas tanto para el análisis como para una buena conversación después de su visionado. Dos de ellas crean dos distopías, dos sociedades futuras con brillantes ideas de partida. Y la tercera es ciencia ficción en estado puro con astronauta de protagonista allá en el espacio, en la luna. Y las tres son un claro ejemplo de los caminos actuales del género cinematográfico de ciencia ficción. Dos de ellas, Moon y Un amor entre dos mundos, suponen los segundos largometrajes de dos cineastas que empiezan a sonar y crecer. In time es otra distopía del guionista y director Andrew Niccol que ya creó en los noventa Gattaca.

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Moon (Moon, 2009) de Duncan Jones

La primera película que pude disfrutar de Duncan Jones fue Código fuente… me gustó tanto que pensé: tengo que ver Moon. Y ya lo he hecho. No pude evitar recordar al padre del director, David Bowie, y su canción Space Oddity. Es como si Moon fuera un homenaje y una continuación de esa canción. No extraña que el género elegido sea la ciencia ficción con un componente íntimo y trágico.

Viendo Moon, que no conviene desvelar aspectos de la trama, se reflexiona sobre la soledad, la fuerza de los recuerdos, la incomunicación, el deterioro mental de un ser humano ante el aislamiento… Si una escena tiene fuerza y contiene una emoción desgarradora es cuando Sam Bell, el astronauta protagonista (Sam Rockwell), se encuentra en la superficie de la luna dentro de un pequeño transporte y llora desesperado con una única frase: quiero regresar a casa… La importancia y la posibilidad de regresar a un lugar que se pueda considerar hogar…

Moon transcurre la mayoría de la trama en una nave y en suelo lunar. Sus protagonistas son un astronauta y un robot llamado Gerty (con voz de Kevin Spacey) que se convierte en un personaje vital para la trama (con giro argumental incluido). Y también las fotografías, vídeos, maquetas, sueños y visiones del astronauta componen un mundo extraño de soledad que se va complicando más y más según avanza la trama.

Sus influencias más evidentes, cinematográficas, son cuatro pero Duncan Jones sabe dar los giros adecuados para que sean sólo inspiración y dejar su firma personal. Así se pueden rastrear ecos lejanos de Solaris, 2001, odisea en el espacio, Alien y Blade Runner. Su máximo pero (y no único) a mi parecer es un desenlace demasiado precipitado y poco elaborado… para una historia que se estaba construyendo de forma adecuada y especial.

In Time (In Time, 2011) de Andrew Niccol

Desde que vi los traileres en las pantallas de cine y televisión me llamó la atención esta película de Andrew Niccol (que ya creó una distopía atrayente en Gattaca). Parte de una premisa magnífica: en un futuro lejano, muchos tienen que morir para que otros sean inmortales. Presenta así una sociedad distópica donde la moneda de cambio (la economía) se rige por el tiempo. La acumulación del tiempo hace a algunos seres humanos no sólo tremendamente ricos sino también inmortales y a otros tremendamente pobres en tiempo de vida y efímeros. El tiempo como moneda de cambio puede ser robado y también hay una cierta ‘estabilidad’ dentro de un sistema tremendamente injusto.

Por supuesto los pobres y los ricos viven separados. Y los que viven al día (nunca mejor dicho) porque si se quedan sin tiempo fallecen en el instante… van siempre corriendo y desesperados por conseguir el suficiente tiempo para seguir adelante… Los ricos viven, sin emoción alguna (la vida es larga), y procurando vivir con unas medidas máximas de seguridad y sin riesgo alguno para realmente no fallecer ni ser robados…

Los relojes de los seres humanos (cuando empieza la cruel separación entre ricos y pobres) se activan a los 25 años. Así el envejecimiento se para pero el tiempo corre. El tiempo acumulado es la diferencia entre la vida y la muerte. Para mantener el sistema injusto hay bancos, prestamistas, guardianes del tiempo, ladrones, trabajadores proletarios, millonarios, riqueza, pobreza…

Esta es la atractiva premisa de la que parte In time. Los protagonistas son un héroe proletario (Justin Timberlake) que decide dar un giro en su vida cuando descubre el mecanismo de ese sistema injusto en el que le ha tocado vivir y que sobre todo decide pasar a la acción cuando esto afecta de manera trágica a sus seres más queridos… y un golpe de suerte (acompañado de reflexión sobre la vida y el tiempo) le convierte en poseedor de casi un siglo. Y una millonaria (Amanda Seyfried) con todo el tiempo del mundo y con mucho miedo (siempre rodeada de guardaespaldas y de la protección de su millonario padre) a experimentar, vivir y disfrutar el momento.

Andrew Niccol pierde quizá el tono de la historia y las interesantes reflexiones que genera su mundo distópico cuando convierte a los protagonistas en una especie de nuevos Bonnie and Clyde o fugitivos enamorados pero no llegando hasta el final de las consecuencias y del halo trágico que hace tan atractivas estas parejas.

El halo trágico sí lo conserva el personaje quizá más atractivo de la trama, el guardián del tiempo (Cillian Murphy), un hombre serio e inmutable, sin escrúpulos y obsesivo, vestido siempre de negro, que dedica su vida a que el equilibrio injusto no se rompa y se convierte en el seguidor incansable de la pareja de fugitivos. Él también va siempre corriendo…

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Un amor entre dos mundos (Upside down, 2012) de Juan Diego Solanas

El argentino Juan Diego Solanas (hijo del documentalista y director de ficción Fernando Solanas…, cómo recuerdo Sur…, película que estoy deseando volver a ver) crea otro mundo distópico en Un amor entre dos mundos. Su historia de amor es un auténtico delirio y la inverosimilitud de la trama llega a extremos inimaginables, tan inimaginables que encuentras su encanto. Lo hipnótico de la película de Solanas es la plasmación visual de esos dos mundos, creando imágenes insólitas de gran belleza. Y si entras en ese mundo puedes llegar a disfrutar de una obra que se deja llevar por la inconscencia y el absurdo.

Así el mundo distópico creado son en realidad dos mundos con distintas gravedades. Dos mundos en oposición. En uno viven los trabajadores explotados y en el otro los millonarios… el punto de unión: un enorme edificio que es una multinacional donde pueden trabajar, de forma extraña, los de arriba y los de abajo.

Y surge entonces la historia de amor (el conflicto) entre un chico del mundo pobre (Jim Sturgess…, especialista en delirios románticos) y una chica del mundo rico (Kirsten Dunst) que se conocieron cuando eran niños… que viven además con gravedades diferentes… Y el delirio está servido. Mientras paseamos por el increíble lugar de trabajo donde ambos pueden coincidir (después de muchos años… en que una tragedia los separó) donde encontramos cientos y cientos de mesas arriba y abajo o el café Dos mundos con tango de fondo…, no podía ser de otra manera.

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Diccionario cinematográfico (203)

elmagodeoz

Robot: El cowboy robot con rostro de Yul Brynner en Almas de metal, me ha hecho recordar otros ilustres robots cinematográficos.

Me voy a uno de los más amables, mi favorito… y es el hombre de hojalata. Un robot rudimentario y plateado que acompaña por el sendero de baldosas amarillas a un espantapájaros, un león, una niña y un perro. Y todos van buscando a El mago de Oz. El hombre de hojalata busca un corazón…

Tampoco me importaría conocer Wall-e y a su enamorada Eva. Wall-e me cae muy bien por lo cinéfilo que es. Adora el musical… aunque siempre sea la misma película.

Si me voy a la infancia me viene a la cabeza el gordo y el flaco robóticos… ahí, más allá de las Galaxias. Uno es dorado y charlatán y el otro bajillo y con macha paciencia. Son R2D2 y C3PO. Distintos e inseparables.

Cuando se habla de robots es imposible que no se nos venga a la cabeza Terminator con el rostro de Arnold Schwarzenegger. Y acojonar, acojona. Pero que queréis que os diga yo tengo más simpatía a los replicantes de Blade Runner.

Luego están ese niño y ese gigoló hermoso que son robots pero también víctimas… seguimos sus aventuras en un mundo de Inteligencia Artificial. El niño lleva siempre a un oso de peluche (también robot). Es otra mirada al cuento de Pinocho…

… en la ciudad de Stepford todas las esposas, las mujeres son perfectas… solo para sus maridos. ¿Por qué? Una mujer imperfecta con otras imperfectas descubrirá la terrible verdad de sus vecinas. Todas tienen off y on. Todas están construidas para ser mujeres perfectas y sumisas, al servicio de sus maridos… por supuesto imperfectos.

Y me despido de este mundo robótico con el último que me ha conquistado. Fue lo único que me gustó de Prometheus. Tiene el rostro de Michael Fassbender, se llama David y quiere parecerse al Lawrence de Arabia de Peter O’Toole.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Ciencia ficción en los años 70. Almas de metal (Westworld, 1973) de Michael Crichton /Capricornio uno (Capricorn one, 1978) de Peter Hyams

Propongo una curiosa sesión doble de ciencia ficción de los 70. A través de la proyección de dos películas que no son ni perfectas ni redondas pero que muestran diversos elementos de interés tanto en el contenido como en la forma. Y además proporcionan una tarde-noche muy pero que muy entretenida. Por otra parte fue un placer recuperar Capricornio uno porque recordé que fue una película que me impactó cuando la vi de pequeña y conservaba ciertas imágenes que no se me habían borrado de la memoria. Curiosamente ambas cuentan en su reparto con un mismo actor, James Brolin (y ¡cómo se parece su hijo Josh a su progenitor!).

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Almas de metal (Westworld, 1973) de Michael Crichton

No la había visto nunca y eso que en papel estelar e inquietante (pero muy que muy silencioso) se encuentra Yul Brynner (un actor que me gusta mucho) pero sí que había leído sobre ella en el capítulo que dedica al escritor Michael Crichton, José María Aresté en su imprescindible libro Escritores de cine. El libro describe la vinculación tormentosa de varios escritores con el mundo del cine. Crichton (confieso que no he leido ninguna de sus novelas) fue uno de los escritores que probó la dirección (sin mucha fortuna) y realizó varias películas (en las que solía escribir también el guion).  En Almas de metal además adaptaba al cine una de sus novelas.

Película imperfecta que, sin embargo, merece la pena verse (… por lo menos una vez en la vida) porque además del entretenimiento (baza que la hizo ser un éxito de público, nunca lo fue de crítica) plantea un argumento interesante y algunos elementos que se han repetido posteriormente en el cine de ciencia ficción.

La película empieza con un anuncio de televisión que ofrece un nuevo destino a turistas intrépidos hartos de la gris realidad: un parque de atracciones gigantesco que les permite ‘visitar’ otras épocas, otros tiempos. La oferta ofrece tres mundos: el Romano, el Medieval y el Oeste. El reportero entrevista a distintos visitantes que hablan de las maravillas del centro recreativo. Al terminar el anuncio empiezan los créditos y acompañamos a dos amigos a su viaje al parque de atracciones junto a otros turistas. Uno es el veterano (Brolin) y el otro es el que llega por primera vez… los dos eligen el Oeste para su feliz estancia. El veterano explica los trucos para disfrutar de sus vacaciones y le dice al ‘nuevo’ que todos los habitantes de esos mundos son robots. Ahí podrán hacer lo que quieran… hasta matar… pero las víctimas siempre serán robots perfectos, casi humanos. La única manera de saber si se encuentran ante un robot o un humano es mirarle los dedos de las manos (que todavía son imperfectos).

La película plantea la necesidad del ser humano del siglo XX y XXI de coquetear con realidades virtuales (con otros mundos) y así imaginar que escapan de mundos alienantes. Las nuevas tecnologías están empezando a hacer acto de presencia… aunque todavía están en pañales (es una de las primeras películas que emplea efectos especiales no artesanales…). Los protagonistas de Almas de metal se dirigen a una aventura ‘planificada y sin riesgos’ . Luego siguen estando en un estado igual de alienante. No viven por sí mismos con emociones de verdad. Si la creación de estos mundos y este pensamiento ya se habían desarrollado en la literatura de ciencia ficción, ahora es el cine el que atrapa estas claves de un género complejo.

Así asistimos a las aventuras de los dos amigos en ese Oeste inventado donde se meten en peleas en los bares, van al burdel, se convierten en forajidos… Y la presencia de un pistolero sanguinario (Yul Brynner) al que siempre acaban matando y este resucita una y otra vez sin dejar de molestar a los amigos, que están encantados de eliminarle.

Pero el espectador también es testigo de lo que ocurre en la trastienda de ese mundo creado. Y visita las salas de controles y el ‘hospital’ de los robots donde hay todo un equipo técnico que se dedica a que esos mundos ficticios funcionen a la perfección. Sin embargo hay un científico bastante preocupado: está detectando algo que no le gusta. Demasiados fallos inesperados por parte de los robots… Está a punto de ocurrir una rebelión de las máquinas debido a la transmisión de un virus. De tal manera que el parque de atracciones quedará sin control posible. Llega el caos y la violencia.

La diversión de los amigos se transformará en un instante en supervivencia. El pistolero sanguinario calvo y vestido de negro será la amenaza real y constante. Y solo tiene un objetivo: matar a los dos amigos. El novato (que empezaba a entrar en el juego…) pronto tiene que desarrollar su instinto y tratar de no morir. En esa huida, el parque de atracciones se convierte en un lugar siniestro y apocalíptico, en una especie de cárcel o fortaleza sin salida…

En la película de Crichton se plantean muchos temas (ya presentes en la literatura) pero que alimentarán películas del futuro. Los robots demasiado humanos y las realidades virtuales, la rebelión de las máquinas, los parques de atracciones temáticos que fallan… Así vienen a nuestra cabeza Terminator, Blade Runner, Parque Jurásico, Inteligencia Artificial o Matrix

A pesar de su interesante planteamiento el desarrollo de la historia y su estética es bastante light. No se cuidan ni las tramas secundarias ni los personajes secundarios. El novato (Richard Benjamin) es bastante gris pero la verdad que no deja de ser una virtud para lo que quiere contar aun así es difícil contactar con él… El espectador irremediablemente se pone desde el principio al lado de ese carismático Yul Brynner robotizado (rozando la caricatura) y está deseando una y otra vez que aparezca, amenazador. Las posibilidades del parque de atracciones y sus tres mundos podrían haber generado una película potente visualmente pero no es así. Lo que vemos es como si se estuviesen llevando a cabo películas de serie B. Y su banda sonora totalmente olvidable e incluso molesta.

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Capricornio uno (Capricorn one, 1978) de Peter Hyams

Capricornio uno es una película de ritmo trepidante, con persecuciones, conspiraciones secretas, aventuras y adrenalina. También es fallida (no me molesta lo inverosímil en las películas pero aquí roza el absurdo) pero es tan entretenida que a veces te olvidas. Y parte también de una muy buena premisa. Además es puro cine de los setenta tanto en realización como en temática.

Tres astronautas norteamericanos (uno de ellos es Brolin, el más prota) están preparados para volar a Marte en una misión espacial carísima… De pronto cuando se disponen a despegar, les hacen bajar de la nave y los trasladan en avión hasta unos grandes estudios cinematográficos donde tendrán que simular (les amenazan con la seguridad de sus familias) que realmente están realizando el viaje espacial. Los motivos mezclan la política y la investigación espacial. El máximo dirigente del proyecto detectó un defecto que iba a abortar el viaje, no podían arriesgarse después del mucho dinero invertido por el Gobierno a fracasar pues supondría tirar por la borda años de investigación (y perder mucho poder e imposibilidad de financiación futura). Esos tres astronautas tenían que regresar vivos y como héroes nacionales. Pero poco a poco todo se va torciendo y no solo porque aparezca un técnico inteligente, un periodista entrometido y unos austronautas muy íntegros…

Así esta vez sí que la película tiene secundarios carismáticos pero la mezcla de tramas queda un poco en plan batiburrillo paranoico y el mundo de las coincidencias como lo más normal del mundo. Así además de los tres astronautas (que si te interesas por su paradero) nos encontramos con Elliott Gould, el periodista intrépido; Telly Savalas que pasaba por ahí protagoniza la persecución más emocionante con su avioneta; Brenda Vaccaro, de sufrida esposa con personalidad; Karen Black… de guapa y punto…Y entre todos arman una película con demasiados cabos sueltos, un final demasiado abierto pero una sensación de habértelo pasado de miedo.

Capricornio Uno está empapado en ese cine de los años setenta donde los periodistas desvelan tramas donde los poderosos manejan al mundo a su antojo y todos fuéramos marionetas indefensas y donde las conspiraciones paranoicas son el padre nuestro de cada día. Y los enemigos sin rostro salen de debajo de las piedras. Pero aquí es puro divertimento, imita el ambiente y las formas de películas serias como Todos los hombres del presidente, El último testigo o Los tres días del cóndor y deja una película de ritmo trepidante. Contaba con todos los ingredientes para haber ido más allá del entretenimiento…, además partía de una premisa potente y un tema que siempre ha estado presente en la rumorología popular: la posibilidad de que la expedición a la luna hubiese sido un montaje, tal y como en la película se refleja un montaje del viaje a Marte.

… hablando de ciencia ficción Peter Hyams se atrevió años después a realizar la segunda parte de  2001. Una Odisea del espacio (con el título de 2010: Odisea dos… que tiene un grupo de espectadores que la defienden como secuela. Yo no la he visto).

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Gravity (Gravity, 2013) de Alfonso Cuarón

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La sensación de estar perdido en el Espacio y condenado a morir irremediablemente así como la belleza que envuelve un ‘ambiente’ ajeno a la mayoría, la personalidad diferente de hombres y mujeres que se entregan a los ‘viajes estelares’ y su ‘enamoramiento’ irreversible hacia esa visión del planeta tierra desde las estrellas… se puede experimentar inmiscuyéndose entre las páginas de los relatos de Ray Bradbury. Así al enfrentarse al visionado de Gravity del director mexicano Alfonso Cuarón el espectador puede sentir esa experiencia visual tal y como lo reflejó Bradbury en los cuentos de Caleidoscopio (varios astronautas en el vacío del espacio en un viaje sin retorno) o El hombre del cohete (las largas ausencias de un astronauta de su hogar y cómo se siente extraño en tierra firme… puede ser la cara b del personaje de George Clooney en la película).

Alfonso Cuarón y su hijo Jonás escriben una trama sencilla pero intensa. Una trama universal: todos los espectadores han pensado alguna vez en la muerte. La película tiene dos dimensiones: una que habla de una ‘odisea’ en el espacio donde los supervivientes de un accidente espacial quieren regresar a su hogar, el planeta tierra… y en el camino encuentran todo tipo de dificultades y obstáculos que dificultan el regreso. Y otra dimensión más espiritual que habla del instinto de supervivencia del ser humano, de cómo enfrentarse a situaciones límites, a la muerte, a la vida, de cómo recuperar fuerzas y no rendirse ante lo irremediable… un viaje espiritual que vive sobre todo la doctora Ryan Stone (Sandra Bullock).

Igualmente que la trama tiene dos dimensiones, la forma que tiene Alfonso Cuarón (que después de su último largometraje cinematográfico, Hijos de los hombres, en 2006, regresa de nuevo a la ciencia ficción) de trasladarla a la pantalla grande ofrece tres vertientes. Se empapa de las claves del género de ciencia ficción y películas de temática del espacio y aventuras, envuelve todo de un perfeccionamiento técnico que da personalidad (y está al servicio de la historia) a la obra cinematográfica y ofrece al espectador una experiencia cercana a un viaje espacial a través del 3D (también al servicio de la historia).

Así el espectador se pone al lado del personaje más inexperto en su primera expedición espacial (la doctora Ryan) y viaja con ella en su aventura límite. Cuarón muestra de manera magistral a través de la cámara subjetiva, la angustia del personaje perdido en el espacio. No sólo emplea lo visual para envolver al que mira y ‘viaja’ sino también adquiere importancia el uso del sonido. Además juega bazas importantes: el público empatiza desde el principio con los dos personajes principales (y únicos) de la trama. No sólo porque son dos rostros absolutamente identificables (Sandra Bullock y George Clooney, el experto astronauta que se encuentra en su última expedición espacial… después el retiro) sino porque tan sólo en unas pinceladas construye a ambos personajes así sus personalidades quedan al descubierto (sus vulnerabilidades, fuerzas y secretos). Son complementarios: el experto que sabe leer el espacio, se desenvuelve como pez en el agua en él y profesional tranquilo y la profesional en otro campo que se enfrenta por primera vez a un mundo desconocido y de pronto se enfrenta a todos sus peligros.

Alfonso Cuarón consigue no sólo una historia que funciona, un viaje espacial emocionante cuyo objetivo es el regreso a la tierra, sino que proporciona un universo atractivo e imágenes llenas de belleza y emociones a través del lenguaje cinematográfico (entre otras cosas con un empleo virtuoso del plano secuencia). Una lágrima que flota, una mujer en la gravedad dentro de una nave que se mueve cómo si fuera un recién nacido en el útero materno… Dos seres en la inmensidad del espacio, mientras amanece en el planeta tierra, unidos por una especie de cordón umbilical, emocionarse ante unas frecuencias de radio que recogen unos ladridos o una nana…

Un viaje espacial y espiritual… con temas tan universales como el enfrentamiento entre la muerte y la vida y el brutal instinto de supervivencia que poseemos los seres humanos que activa un montón de mecanismos para aferrarse a la existencia (incluso si es necesario provocar alucinaciones, enfrentarse a miedos, aferrarse a creencias…), para regresar a casa…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.