Cadeneta de minicríticas de cine de estreno

Petra (2018) de Jaime Rosales

Petra

… Jaume, un dios malvado, que juega a dibujar y crear el destino de los personajes…

Jaume es el personaje de tragedia griega, el dios malvado que todo lo destroza, sin mala conciencia. El personaje que maneja el destino a su antojo… Es el rey de la función en Petra, la nueva película de Jaime Rosales. Todos los personajes bailan a su son. Él es el conflicto, él lo desata y en él termina y culmina la trama. Y Jaume tiene el rostro de Joan Botey, que nunca hasta ahora se había puesto delante de una cámara como actor y, sin embargo, construye uno de los personajes más perversos de nuestra cinematografía. Jaume hace de la humillación una forma de vida, y todo lo justifica con que tuvo que salir adelante desde que era niño. Cuando aparece en su mundo la diosa Petra (Barbara Lennie), su equilibrio humillante se tambalea, pero aun así logra dar zarpazos certeros y continuar destruyendo. Jaime Rosales no deja de experimentar formalmente, como hace en cada una de sus películas, y cuidando cómo contar esta tragedia sobre la continuidad de la humillación a los vencidos (no es de extrañar que en esta historia contemporánea aparezca de fondo la fosas de la guerra civil y también la discusión de arte y verdad versus arte y dinero), deja una historia potente. Bajo una óptica de melodrama familiar, una tragedia griega… y un destino escrito: con esa estructura de capítulos desordenados, pero dentro de un lógica aplastante. Y una cámara que sorprende, que entra y que sale, que parece que va siguiendo o que está pegada a los personajes, donde el fuera de campo es otra herramienta para ir contando o para mostrar algo inesperado. En el reparto, fieles a su cine, como Alex Brendemühl o Petra Martínez, u otros actores que completan la galería como Bárbara Lennie, Marisa Paredes y unos sorprendentes Carme Pla y Oriol Pla.

El fotógrafo de Mauthausen (2018) de Mar Targarona

El fotógrafo de Mauthansen

Francesc Boix, una historia potente y todavía muy desconocida.

El fotógrafo de Mauthausen cuenta con una historia potente, y poco contada, la del fotógrafo Francesc Boix y su experiencia, junto a otros españoles, en el campo de concentración de Mauthausen. Y es una pena, porque pese al amor al proyecto que transmite su directora Mar Targarona, la película no logra “pintar” una historia con alma. Es puro esbozo y pincelada suelta. No aprovecha las posibilidades narrativas de haber creado un fuerte grupo coral, con sus lazos, de los españoles en el campo y un planteamiento y desarrollo de las situaciones que van aconteciendo. Un grupo fuerte que hubiese permitido al público identificarse con él y con todo lo que les ocurre. Lo que hay es demasiado cabo suelto, hechos aislados y momentos clímax que parecen explosiones (y no fruto de una evolución). No hay tampoco línea de grises o dificultad narrativa (cayendo a veces en el estereotipo representativo): malos malísimos, héroes apaleados y víctimas sin remedio. El fotógrafo de Mauthausen se sustenta porque es una historia interesante, que queremos conocer, y por unos créditos finales que muestran algunas de las fotografías que Boix pudo sacar del campo y otras que realizó él mismo en el momento de la liberación (para comprobar cómo han sido recreadas en la película), así como ver al Boix real como uno de los testigos en el juicio de Nuremberg.

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata (The Guernsey Literary and Potato Peel Pie Society, 2018) de Mike Newell

La sociedad literaria

Un club de lectura con historia de fondo…

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey es una deliciosa y poco ambiciosa novela epistolar de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows (tía y sobrina; la primera falleció antes de publicar su primera novela, la segunda dio los últimos retoques y la llevó a la imprenta) que cuenta la historia de un club de lectura que nació en plena ocupación alemana de la isla británica de Guernsey durante la Segunda Guerra Mundial. Una escritora, que no encuentra su sitio y que arrastra también sus heridas tras la contienda, decide conocer a tan peculiar club y se va empapando de su historia y estableciendo lazos con cada uno de los personajes. Trata de reconstruir un puzle que se sustenta a través de la historia de su entusiasta y carismática fundadora, tras ella y su desaparición hay un misterio que la protagonista, Juliet, trata de desvelar. Mike Newell logra llevar a la pantalla el encanto de la novela, y su poca ambición, con una atractiva galería de actores que encarnan a los miembros del club de lectura, una escritora chispeante y aquellos que la rodean, además de plasmar una historia de amor y suspense que se va desvelando poco a poco. Tanto el libro como la película no tienen otro fin que contar una buena historia con personajes atractivos para disfrute del lector y espectador. Película y libro para tarde otoñal. No hay más, quizá un buen recuerdo. Es una de esas películas-medicina que dejan una sonrisa fugaz.

Lazzaro feliz (Lazzaro felice, 2018) de Alice Rohrwacher

Lazzaro feliz

… malos tiempos para la bondad.

La directora italiana deja una fábula que no deja indiferente y construye una reflexión sobre el mundo y su historia. Su protagonista principal es un joven bondadoso y ensimismado, no hay maldad ni mentira en su rostro. Es Lazzaro. Pero un Lazzaro con raíces bíblicas. El hombre resucitado que da un giro fantástico y sutil a mitad de la película. Y habla de todas las personas buenas y humilladas por los siglos de los siglos, por los tiempos de los tiempos. Los humillados siempre son los mismos y los mecanismos de humillación funcionan siempre igual. Y la bondad nunca encuentra un sitio, aunque resucite una y otra vez, aunque sea un milagro. Incluso es peligrosa y siempre humillada de nuevo, marginada o exterminada. Lazzaro feliz cuenta con dos partes muy claras. En una parece que no hay tiempo de ubicación. Hay una especie de extrañamiento temporal y espacial, que da un tono especial a la historia y provoca en el espectador una rara sensación. Luego se desvela qué está ocurriendo realmente (basado además en un acontecimiento real) y el personaje de Lazzaro vive una “milagrosa” transición que le hace aparecer en una sociedad contemporánea donde poco ha cambiado, o más bien nada. Los esclavizados siguen siéndolo, las humillaciones son las mismas, y también quienes las infringen. Y un ser como Lazzaro es revolucionario por extraño. Lazzaro feliz deja una sonrisa congelada en el rostro, pues pese a milagros y otros momentos donde surge la risa, su trasfondo es melancólico y pesimista. Triste.

La buena esposa (The wife, 2018) de Björn Runge

La buena esposa

Un matrimonio con muchos rostros…

Ya solo por el placer de ver en pantalla grande a Glenn Close y Jonathan Pryce merece la pena esta película. Pero es que además la historia de fondo tiene su interés. E ir descubriendo todo lo que sustenta esa relación de pareja durante años y años también. Es una adaptación de una novela de Meg Wolitzer y la película cuenta cómo un matrimonio mayor se encuentra en un momento crucial: a él acaban de anunciarle la entrega del premio Nobel de Literatura. Ella es presentada como la esposa detrás del gran hombre, siempre atenta a todos sus requerimientos. Pero la relación entre ambos se va pintando mucho más compleja y tóxica. Las reglas del juego que han ido estableciendo para crear su fachada se van desvelando poco a poco hasta alcanzar una catarsis sin vuelta atrás. El director sueco Björn Runge se sirve del presente, de flashbacks al pasado, del personaje del biógrafo no autorizado y de un hijo herido para ir desvelando otra cara del matrimonio. Según va avanzando la película se entienden las claves de un hombre y una mujer que se aman y se odian, que tienen mucho que ocultar con una mochila demasiado pesada en los hombros. Con una estructura clásica de principio, nudo y desenlace, La buena esposa arrastra al espectador, sobre todo sintiendo cada uno de los matices del rostro de una mujer. Y Glenn Close es la reina de este repertorio.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

10 comentarios en “Cadeneta de minicríticas de cine de estreno

  1. Tenía interés por las de Rosales (que ha generado mucha división) y Rohrwacher (que también), pero me da que hasta que no las saquen en Filmin no las voy a poder ver. Aunque esta vez es por una buena contraprestación, que es la de estar atento al festival Cineuropa. Curioso eso que dices que Rosales no deja de experimentar formalmente, porque él mismo había confesado, no sé si irónicamente, que quería ponerse en plan más comercial, un poco siguiendo la onda de ‘Hermosa juventud’ (que bien me gustó). En fin, tampoco es que estén en la peli Carmen Machi, Dani Rovira o medio reparto de las series españolas, ni parece que tenga muchos chistes costumbristas.

  2. ¡Ya iré viendo, querido crítico abúlico, qué ves en Cineuropa! ¡Te leeré! Sí, la de Rosales sigue cuidando la parte formal, y experimentando, pero es menos hermética que otras películas de su filmografía. Lázaro feliz, superinteresantes.
    Beso
    Hildy

  3. Mi querida Hildy, ando demasiado ocupado para ir al cine en estos tiempos y no he visto ninguna. Digamos, no obstante, que únicamente Lazzaro despierta mi interés. Me han hablado muy bien de la de Rosales, pero ya estoy cansado de sus experimentos. Alabo su vocación de búsqueda, pero los resultados siempre me hastían y aburren. Escuché unos fragmentos de diálogo entre Paredes y Lennie, y me parecieron tan burdos e impostados, tan artificiosos y forzados, que decidí no darle una oportunidad con mi dinero. Lazzaro, aunque intuyo que no va a convencerme del todo (al menos, no lo hace la propuesta inicial), me interesa por inusual. Las patatas me gustan bravas, nada de sucedáneos, con Glenn Close me huelo la tostada, y a Mario Casas le tengo alergia…

    En fin, a ver si me libero…

    Besos

  4. Querido Fernando, ¿no te resulta creíble la premisa que sustenta la película? Quizá lo que más cuesta creer es que lo mantenga años y años… pero míralo de otra manera más perversa: los dos crean unas reglas del juego… y los dos deciden seguir adelante con ellas, pero eso va mellando y dejando heridas en la relación…, en el momento del premio, ella siente totales ganas de dejar las reglas del juego, que ella también ha admitido…, por eso la lectura es aún más compleja, ¿no te parece?
    Nunca dejo de pasarme por tu blog. Gracias por los links.

    Beso
    Hildy

  5. ¡Mi querido Alfredo, eso es bueno! Y sobre todo si andas ocupado en cosas o asuntos que te apasionen. La de Lazzaro me gustó mucho, y deja poso. De Rosales, de las que he visto la que más me gustaba era La Soledad, ahora también pongo en la lista Petra. Tiene un personaje de malo malísimo muy interesante… y también mucha reflexión.

    Beso
    Hildy

  6. Hola de nuevo Hildy
    De las 5 películas comentadas he visto 2.
    Años atrás iba a ver todas las películas que la crítica presentaba como imprescindibles. Todas aquellas laureadas en los festivales…Con el tiempo vi lo cuestionable que era la crítica, lo arbitrarias y afectadas por condicionamientos extracinematográficos que a veces me parecían las decisiones de los jurados de los festivales y, principalmente porque, con el cine que he visto, he desarrollado un criterio que no se corresponde en muchas ocasiones, con lo que dictan modas, críticas y los palmareses de los festivales de turno. Pues bien mi criterio o, más bien, mi estado de ánimo, creo que me desaconsejan películas crueles o sobre la crueldad como «Petra» o «Lazzaro feliz». Si el año pasado pude aguantar «El sacrificio de un ciervo sagrado» (film cruelísimo) fue porque había leído mucho sobre él y ya iba preparada. Actualmente no me apetece castigarme tanto en una sala de cine. Ya las recuperaré en otro momento. O no. Además ya te comenté en otro post que el cine de Rosales no me engancha.
    Respecto a «El fotógrafo de Mathausen» coincido contigo sin haberla visto. Es una película a la que le agradezco más la intención que el resultado. Y respecto a su protagonista, el ubicuo Mario Casas, una amiga que ha visto el film dice que «no te lo crees ni de delgado». Lo que sí creo es que debe pasarlo mal, el pobre, cada vez que diga el apellido de su personaje: Boix.
    Sí he visto «La buena esposa» (y dale con cambiar títulos. El original es «The wife» y punto) La fui a ver con un par de amigos y sin demasiado convicción y he de decir que me gustó. Me pareció un drama adulto y rodado con elegancia. Quizá por ser una coproducción sueca y estar rodada en Suecia me recordó al cine de Bergman (salvando TODAS las distancias) por su análisis de una relación de pareja en descomposición. Estupendas las interpretaciones. La de Glen Close me pareció precisa. El gesto, la mirada, el tono de voz justo. Y Jonathan Pryce pone la exuberancia que reclama su personaje. La amiga con la que fui salió indignadísima. El personaje masculino le pareció odioso y no entendía porque ella aguantaba tanto. Y a mí no me pareció todo tan inconcebible… Entendí a los personajes y eso no quiere decir que justifique o acepte. Temía que la película se redujera a mujer víctima sufriendo con hombre malísimo. Y no. No cae en el maniqueísmo. Además al fin y al cabo, no lo olvidemos, «el pacto» es propuesto por ella…Si que mi amiga apuntó, con acierto, que ni Jonathan Pryce ni el actor con aspecto de lechuguino que le interpreta de joven, son lo suficientemente atractivos, (arrebatadores tendrían que ser, pienso yo) para entender que una mujer aguante tanto. Y estoy de acuerdo en parte pero por otro lado, ¿Qué es lo que hace que las parejas sigan juntas? Sé que a muchos espectadores les ha parecido incomprensible lo que acontece en la pantalla pero pienso que sin llegar a casos extremos como el que plantea el film, ¿cuántas relaciones de larga duración y no solo de pareja, también familiares o de amistad, aguantarían un análisis sobre su posible disfuncionalidad? Lo que me pareció interesante de la película es que pese a la frustración, el dolor y el resentimiento, esa pareja se quiere. Esa ambivalencia es lo que molesta o desconcierta a muchos, creo.
    Respecto a «La sociedad literaria y el pastel de piel de patata” pues es una de esas películas británicas agradables que ofrece lo que promete. Los británicos llevan haciendo esté mismo cine 80 años. Y lo hacen bien. Personajes con los que es fácil empatizar, ambientación impecable, sentido del humor hasta en la tragedia y esa capacidad para contar su Historia, que, por ejemplo, nunca(o casi nunca) ha tenido el cine español. La película explica algo poco conocido: que el ejército alemán invadió territorio británico, las Islas del Canal, durante la Segunda Guerra Mundial. El film se deja ver muy bien. Con una protagonista interpretada por una actriz de moda como es Lily James, que no es la actriz con más matices del mundo, pero suple esa carencia con energía y entusiasmo. Y nos reencontramos con “el corredor de fondo” Tom Courtenay y con ese hombre guapísimo que es Michael Huysman. La verdad que me interesó más lo que pasaba en los flashbacks que lo que ocurría en el tiempo presente (de la película). Me hubiese gustado saber más de la vida de esos personajes durante la ocupación y especialmente de esa historia de amor entre el militar alemán y la rebelde fundadora del club literario.Lo mejor del film es el amor por los libros de los personajes (aunque solo lean a autores británicos) Una película amable y agradable para un domingo por la tarde.

  7. El cine como la literatura… te llama o te late… Yo pienso que ese es el criterio adecuado. Las películas y los libros te llaman. Unos más pronto y otros más tarde… Y luego ya se verá lo que se siente con ellos o lo que queda dentro, si es que algo tiene que quedar, ¿verdad? Los libros y las películas siempre pueden esperar… y, como dices, algunos nunca serán visitados. Y otros abrirán alguna puerta… o la cerrarán… ¿quién sabe?
    Estoy de acuerdo contigo, lo que hace especial a La buena esposa es entender que lo que pasa es un pacto entre los dos. Unas reglas del juego que los dos cumplen… y que efectivamente hay rencor, pero también mucho amor. La relación la construyeron entre los dos. Pero llega un momento en que cambiar las reglas… se vuelve doloroso.
    Y, sí, La sociedad literaria es una película agradable, para pasar tarde de otoño, al igual de la novela. Y de vez en cuando se agradecen historias así.

    Beso
    Hildy

  8. Ayer recuperé en Filmin «Lazzaro feliz», que en su día se me escapó de cartelera. Recordaba tu crítica y me quedé con las ganas de ver la película. Me ha parecido un díptico fantástico en su demoledora denuncia social, concluyendo con un desesperanzador epílogo que, efectivamente te deja con un gran poso de tristeza… He buscado este post para releerte, y me encanta tu capacidad de síntesis para expresar tan bien, y con tanta profundidad, lo mucho que cuenta.

    «Petra» sí que pude verla en pantalla grande. Además aproveché una clase magistral que dio en mi ciudad Jaime Rosales en una proyección de preestreno. Para mí, de lo mejor que vi en cine el año pasado. Las explicaciones de su director (todo un lujo) revalorizaron aún más su potente historia, demoledora, aunque, en este caso, el final conciliador actuaba como un bálsamo de todo lo anterior.

    Un abrazo.

  9. Mi querida Ana, qué buena y qué triste y qué dura Lazzaro feliz. Es una fábula demoledora. Sí, tienes razón. Qué bueno tuvo que ser escuchar a Jaime Rosales sobre Petra. A mí me resultó una película interesantísima y potente.

    Beso de dimensiones gigantes
    Hildy

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.