Redescubriendo clásicos (4). 36 horas (36 Hours, 1965) de George Seaton /La llave (The key, 1958) de Carol Reed

Estas dos películas no son redondas, pero proponen dos miradas diferentes hacia la Segunda Guerra Mundial, cuentan con unos repartos atractivos y además tienen momentos de buen cine, sobre todo porque atrapan durante su visionado. Es una manera de valorar las labores en la dirección de dos realizadores, George Seaton y Carol Reed, de los que no se suele hablar o escribir en exceso (un poco más reconocido Carol Reed, sobre todo porque es recordado por El tercer hombre).

36 horas (36 Hours, 1965) de George Seaton

Una trepidante aventura de espionaje bajo la dirección de George Seaton.

36 horas es una entretenida película de espías, donde no molesta nada lo inverosímil del relato. Te atrapa tanto, que te metes de lleno en la trampa. La idea parte de un relato corto de Roald Dahl, Cuidado con el perro, que luego se adapta libremente. George Seaton ya había mostrado su buen hacer con el cine de espías con Espía por mandato y aquí vuelve otra vez a deleitarnos con una propuesta ingeniosa.

La premisa es muy curiosa y te va atrapando desde el minuto uno. Tan solo quedan unos días para el desembarco de Normandía y los altos cargos militares de los servicios de inteligencia americanos están preocupados por si los servicios de espionaje alemanes logran finalmente dar con sus planes y con la fecha prevista. Uno de los oficiales viaja hasta Portugal, como si estuviese haciendo su trabajo habitual, para no levantar sospechas, pero una vez allí es drogado y secuestrado por los alemanes. ¿El motivo? Montan un dispositivo increíble para que el oficial crea al despertar que está en un hospital militar americano y que hace ya unos cuántos años que ha terminado la guerra, pero que sufre un tipo amnesia del que se está recuperando.

De esta manera y ganándose su confianza la enfermera que le cuida y el doctor que le trata, pretenden sonsacarle toda la información posible sobre los planes para el desembarco de Normandía. Pero nuestro oficial poco a poco va percibiendo algunos detalles que le van haciendo dudar y la aventura ya está servida.

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Sesión doble para un corazón roto. La voz humana (The human voice, 2020) de Pedro Almodóvar / Rifkin’s Festival (Rifkin’s Festival, 2020) de Woody Allen

Con la maravillosa oportunidad de poder ver el cortometraje de Almodóvar en las salas de cine, me regalé una sesión doble, que no os voy a mentir, disfruté muchísimo. Tanto Pedro Almodóvar como Woody Allen diseccionan un corazón roto. El manchego entrega un delicatessen y el neoyorkino ofrece un divertimento.

La voz humana (The human voice, 2020) de Pedro Almodóvar

Un corazón roto vaga por las ruinas de su amor…

Jean Cocteau escribió un monólogo en 1930, La voz humana. A partir de ese momento el texto cobró vida, y en los escenarios y en el cine, actrices diversas han desnudado su corazón roto y han dejado ver su desgarro por el abandono… Ellas solas en el escenario con tan solo un teléfono. Y al otro lado de la línea el amante ausente, aquel que sale de sus vidas. Dicho monólogo siempre ha estado presente, de alguna manera, en la obra cinematográfica de Almodóvar, sobre todo con una Carmen Maura que protagonizó varios momentos inspirados en el texto. En La ley del deseo, su personaje, Tina, en una secuencia representaba una parte del monólogo; y su Pepa, de Mujeres al borde de un ataque de nervios no era sino una prolongación de la historia que cuenta Cocteau.

Almodóvar vuelve de nuevo a La voz humana y construye una pieza única, un delicatessen, pero además, como hizo ya con Pepa, aunque de manera más limpia y radical, libera a la mujer abandonada de su carga para que resurja cual ave fénix de sus cenizas. A la nómina de grandes actrices encerradas en una habitación con sus teléfonos (Anna Magnani, Ingrid Bergman, Simone Signoret, Sofía Loren…), el director manchego aporta a otra gran dama sufridora extrema, Tilda Swinton.

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Deseo bajo los olmos (Desire under the elms, 1958) de Delbert Mann

Deseo bajo los olmos

Una de las parejas más improbables del cine…, pero con mucha química

Un cuento oscuro sobre un padre vital y brutal que va enterrando físicamente a sus mujeres y espiritualmente a sus hijos en una granja-cárcel. O una gran tragedia griega de pasiones desatadas donde un dios colérico va sembrando la desgracia. Promesas, venganzas, huidas, odios, regresos, pasiones desatadas, soledades y el asesinato más cruel que pueda jamás concebirse… para demostrar con fatalidad un amor infinito y entregado. Todo está encerrado en Deseo bajo los olmos, extraña y olvidada película de Delbert Mann, que cuenta además con una de las parejas cinematográficas más improbables, Sophia Loren y Anthony Perkins, pero no solo creíble, sino con un erotismo y una sensualidad que hace más especial todavía toda la ambientación de la historia. Su fuente de inspiración es una obra de teatro, con el mismo título, del dramaturgo Eugene O’Neill. No faltan, por tanto, los ecos de esas familias trágicas y desgarradas que O’Neill creaba para los escenarios.

Delbert Mann es uno de los directores de la generación de la televisión y desde su debut en los cines con Marty su carrera iba ascendiendo. Continuó de la mano del guionista Paddy Chayefsky, pero en 1958 adaptó dos obras teatrales para llevarlas a la pantalla, y detrás de ellas no estaba la mano original de Chayefsky. Por una parte, la tragedia de O’Neill (que lo convertiría en guión el escritor Irwin Shaw), y por otra una obra teatral coral del británico Terence Rattigan, que dio como resultado una película redonda y delicada, Mesas separadas.

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Boccaccio 70 (Boccaccio 70, 1962) de varios directores

Todo fue idea de Cesare Zavattini. Reunir a cuatro directores italianos para rodar cuatro minihistorias que actualizaran el estilo y el discurso de Boccaccio y sus relatos sobre amor y moral. De tal manera que surgiera una radiografía a todo color de la Italia contemporánea que dejaba atrás una dura posguerra y empezaba una época de desarrollo. Cuatro cuentos sobre amor y moral… Una idea que no disgustó al productor Carlo Ponti que decidió poner en pie el proyecto. Cada historia sería protagonizada por una mujer de armas tomar: dos italianas y dos extranjeras y las cuatro dejan cuatro retratos femeninos muy diferentes (y apasionantes para analizar).

Renzo y Luciana de Mario Monicelli

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Mario Monicelli presenta con Renzo y Luciana una Italia que va hacia el desarrollo pero todavía con muchos escollos que superar. Y cuenta los esfuerzos y las dificultades de una joven pareja para prosperar. Renzo y Luciana es un paseo por la Italia de los trabajadores que además van también accediendo y cuidando su tiempo de ocio.

Monicelli realiza una radiografía maravillosa de esa Italia de los sesenta donde descubrimos los espacios laborales, los transportes públicos, la moderna iglesia con su jukebox especial de la que surge la melodía nupcial, las casas familiares y los nuevos hogares en propiedad para los trabajadores, los lugares de ocio como la sala de cine (maravillosa la escena que transcurre allí… en un cine tan lleno que hasta hay público de pie para ver ¡una película de vampiros!), la piscina pública o la sala de baile.

Pero además la historia cuenta los avatares de Renzo, un mozo de almacén, y su novia Luciana, una contable de la gran empresa en la que trabajan ambos (donde los empleados no pueden casarse ni tener hijos). Dos jóvenes que quieren estar juntos, tener un empleo, una casa amueblada, un futuro estable para formar una familia… y los obstáculos cotidianos que van encontrando pero aun así siguen juntos y con sueños… Aunque uno tenga que trabajar por la noche y otro de día, aunque tengan que renunciar a ciertas comodidades, aunque no puedan encontrar un espacio de intimidad…

Mario Monicelli crea una pequeña historia realista y costumbrista con unos espacios que radiografían un momento histórico y se deja ayudar por el rostro recién descubierto para el cine de Marisa Solinas, muy bien secundada por el desconocido Germano Gilioli. Curiosamente fue el segmento más perjudicado, cuando se presentó en Cannes, decidieron llevar una versión más corta con solo tres de las historias y eliminaron la de Monicelli. Sus compañeros ante esta medida decidieron no acudir al festival para respaldar la película. En su guion colectivo intervino el escritor Italo Calvino ya que se inspiraba este segmento en uno de sus relatos.

Las tentaciones del doctor Antonio de Federico Fellini

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La más satírica, delirante, imaginativa y absurda es la historia de Fellini. Donde convierte a la escultural Anita Ekberg en una especie de ‘peligrosa’ King Kong que quita el sueño y la cordura de Don Antonio (Peppino de Filippo, comediante italiano), un vigilante de la moral italiana. Por supuesto no falta Nino Rota (y momentos musicales mágicos) así como su galería de rostros inolvidables.

Volvemos a esa Italia en desarrollo donde un hombre radicalmente conservador queda consternado cuando frente a su casa plantan un enorme anuncio donde una exuberante Anita ánima a los consumidores a beber leche. Esta imagen le obsesiona, le altera. Además alrededor del cartel publicitario situado en un solar se va creando un espacio de vida y desenfreno. Don Antonio convierte en cruzada el quitar de su vista a Anita Ekberg con su gran vaso de leche… hasta que una noche la diva del deseo cobra vida y se sale del cartel en el que reside. La lucha con Don Antonio será tentadora…

Totalmente reconocible el universo especial de Fellini y la actriz sueca convertida en la máxima tentación rubia…, una tentación exuberante que vencerá al puritanismo absurdo… Fue la primera vez que el director italiano se vio con el color… Y lo aprovecha al máximo.

El trabajo de Luchino Visconti

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El mejor segmento para la que esto escribe es sin duda el de Luchino Visconti donde Romy Schneider ofrece todo un recital interpretativo junto a Tomas Milian. Él es un conde de la aristocracia italiana. Tiene títulos y palacio pero ni un duro. Ella es hija de un importante empresario alemán, tiene dinero. En su matrimonio se mezcla la conveniencia, la atracción física y también (como iremos descubriendo por parte de ella) algo parecido al amor. La historia empieza con la vuelta del conde al palacio después de un escándalo sexual en un prostíbulo que ha salido en toda la prensa nacional e internacional. Allí mantiene una larga conversación con su esposa.

Con la elegancia habitual de Visconti se presenta la historia más subversiva (que es una adaptación de un cuento de Maupassant). En un palacio que alberga a una pareja de una aristocracia y una burguesía inútil y decadente con su personal de servicio como sombras y testigos del desmoronamiento moral. Como ya publiqué en Las prostitutas de Maupassant en el cine, un texto para un libro colectivo: “Visconti atrapa la premisa del cuento Junto al lecho (1883) que narra la conversación de un matrimonio de la alta burguesía donde la esposa propone al marido infiel, que quiere volver a acostarse con ella, convertirse en la prostituta que busca en las noches y recibir su compensación económica por ello. La esposa se convierte en prostituta y subvierte el significado del matrimonio común.

En Il lavoro Visconti mantiene esta idea. (…) Pupe (Romy Schneider) cuenta a su marido que se ha pasado toda la noche hablando con las prostitutas. Le dice que ha pensado mucho y que ya no cuente con su dinero porque ella no se lo va a pedir a su padre empresario sino que va a trabajar: ‘Yo respeto el dinero hasta tal punto que he decidido hacer de él una cuestión vital y ganármelo’. Y entonces le pregunta que si ella hubiera estado entre el grupo de prostitutas si la hubiese elegido. Y el marido confiesa que sí. Entonces Pupe le ofrece a su marido noches de placer si le paga. Visconti va más allá de la subversión pues intuimos que Pupe además ama a su esposo por eso llora cuando su padre llama: ‘Dile que no me puedo poner porque estoy trabajando. Ya he encontrado un empleo’”.

La Rifa de Vittorio de Sica

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Y llega la última: la más popular y representativa de la comedia italiana. Vittorio de Sica se sirve de la maggiorata en su máximo esplendor, una Sofia Loren exageradamente voluptuosa y hermosa (era inevitable que estuviese ella, estando Carlo Ponti por ahí…). Ella es una napolitana, ignorante y analfabeta pero con mucho carácter y sueños de prosperidad, es una mujer de armas tomar que va de feria en feria. Trabaja con un matrimonio de feriantes en una caravana con juegos de tiro (que se intuye que más que amistad se aprovechan de ella). Pero el plato fuerte es la rifa. Entre los hombres de los pueblos que visitan, se reparten unas papeletas y se organiza una rifa, el que gana se acuesta con la maggiorata. Y estos pierden la cabeza y los papeles. De Sica se mueve en el terreno de la comedia italiana costumbrista con una galería de personajes (sobre todo los hombres que pierden la cordura…) que no tiene desperdicio. Desde el padre de familia que va a por todas (y que su hijo montado en bicicleta siempre le suelta alguna frase) hasta el tímido sacristán que sueña con acostarse con la dama. Todo se complica cuando se cruza por el camino de la maggiorata, un joven enamorado que no sabe nada de la rifa que está a punto de celebrarse…

Boccaccio 70 es una película de episodios para rescatar del olvido y para acercarse más al trabajo y a la esencia de sus directores y actrices. Es una película rica en miradas, matices y análisis.

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