La jungla de asfalto (The asphalt jungle, 1950) de John Huston

La jungla de asfalto

… planeando el atraco perfecto en las cloacas de la jungla de asfalto

John Huston cierra La jungla de asfalto con un final lírico y tremendamente trágico y culmina así la historia de uno de sus perdedores, personajes que pasean por la mayoría de sus películas. Dix Handley (Sterling Hayden), un pistolero del montón, que persigue su sueño de infancia de regresar a la granja paterna de caballos lucha hasta el final por alcanzarlo. Pero el pistolero no es el único que pierde, sino que poco a poco van cayendo cada uno de los implicados en un atraco, en un principio, perfecto. Y es que la película es cine negro puro: el destino trágico sobrevuela todos los fotogramas, la ambigüedad campa a sus anchas y el fatalismo se pinta de blanco y negro. Todos los personajes se mueven en una jungla de asfalto, en una ciudad que los hace devorarse unos a otros, y algunos de ellos buscan la felicidad fuera de las calles amenazantes y los garitos de mala muerte. Los sueños pueden ser una granja en el campo, una playa lejana, algún país europeo o México como meta. Pero el destino todo lo tuerce.

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Comanchería (Hell or High Water, 2016) de David Mackenzie

Comanchería

Cuando el personaje de Alberto (Gil Birmingham), el compañero del ranger Marcus Hamilton (Jeff Bridges), a punto de jubilarse, contesta a uno de sus continuos insultos-juego (curiosa relación la que tienen establecida), expresa de manera inteligente y totalmente irónica la historia de su pueblo, su parte india, y de los colonos blancos. Habla de cuando confinaron a su pueblo a las reservas, y cómo llegaron los colonos blancos, los pioneros, a arrebatarles las tierras. Y cómo ahora a los descendientes de esos colonos les arrebatan también sus tierras las grandes corporaciones bancarias y también son expulsados de ellas sin esperanza alguna. Así en esta escena de Comanchería, de David Mackenzie, que recorre pueblos fantasmas y muertos de Texas, retrata el final de una historia injusta y dura. Pero pone de relieve también que muchos de esos colonos también eran víctimas que buscaban oportunidades y nuevas tierras, y que ahora, que siguen siendo víctimas, se las arrebatan sin miramiento alguno (como ellos no pensaron que antes pertenecieron a otros y que estaban colonizando, quitando, arrebatando). De esta manera vamos a otro momento de la película donde Tanner Howard (Ben Foster) en el casino se enfrenta verbalmente con un comanche, y este le dice que comanche es “enemigo de todos”. Y Tanner le dice que él es también comanche, enemigo de todos. Y entonces quedan indios y colonos, unidos en su papel de víctimas ante estamentos superiores que sin miramientos arrebatan sus vidas y sueños.

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El cine negro de Robert Wise: Nacido para matar (Born to kill, 1947) / Apuestas contra el mañana (Odds against tomorrow, 1959)

Robert Wise tiene una filmografía plagada de sorpresas. De nuevo un artesano con una obra llena de recovecos y sorpresa. Wise es recordado sobre todo por su firma en films míticos del cine musical. Nadie olvida su rubrica en West side story o Sonrisas y lágrimas. Sin embargo si se rasca en su legado hay pequeñas perlas y otros trabajos cinematográficos que directamente han caído al olvido. Y en esa senda del olvido pulula su contribución al cine negro. Tan sólo una muestra de dos de sus películas adscritas al género. Dos obras peculiares y valiosas a tener en cuenta en el mundo del noir. En la primera por su presentación muy especial de un hombre y una mujer fatales. Y la segunda por un retrato descarnado de tres perdedores.

Nacido para matar (Born to kill, 1947)

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Decididamente una de las actrices más injustamente olvidadas y que merece un buen rescate es sin ninguna duda Claire Trevor. Aunque todavía me queda filmografía que descubrir todavía no la he visto en un papel que no muestre su versatilidad y su madera de buena actriz. El hallazgo interesante de Nacido para matar (a parte de mostrar a un Robert Wise que sabe emplear el lenguaje cinematográfico y que sabe filmar más que correctamente una historia de este género) es cómo se enfoca un amor fou con cierta tradición en el cine negro. La unión de dos almas que se sienten atraídas sexualmente ante la explosión de la violencia. Esta vez la violencia la ejerce él (Lawrence Tierney, un hombre duro con cara de gánster  —sin mover un músculo a no ser que sea un amago de sonrisa— que ejerció su rol hasta llegar a Reservoir Dogs) y ella es la mujer fría y calculadora que pierde los estribos ante un hombre impulsivo que mata ante el primer arrebato.

Y este amor fou termina siendo como en casi todas estas historias (como El cartero siempre llama dos veces, El demonio de las armas, Bonnie and Clyde…), un amor con destino fatal. Así Claire Trevor compone a la perfección el alma de una mujer compleja y oscura, fría y calculadora, que cae en las garras de un hombre fatal que la conduce irremediablemente a la destrucción… Nacido para matar refleja a la perfección la dicotomía del personaje de Trevor que se encuentra entre dos hombres: uno que saca lo peor de ella y la empuja a la corrupción de su espíritu y otro que le daría seguridad y paz en el alma. Curiosamente muestra la lucha de clases de manera especial: son los ricos (los que siempre han tenido dinero) los personajes más inocentes (y planos y peor dibujados) y los que luchan día a día por su supervivencia, los que vienen de los bajos fondos, son los que muestran luces y sombras, los más complejos, los más ricos en matices y los  más atractivos.

Claire Trevor se acompaña por una galería de secundarios que crean un universo de sombras, desgarro, decadencia y oscuridad. A parte del asesino por el que se siente atraída desde el primer momento que lo ve en la sala de juegos (Lawrence Tierney) tejiendo una compleja relación, su mundo entre la luz y la sombra se encuentra habitado por Elisha Cook (un buen secundario y actor de carácter) que actúa como el mejor amigo del protagonista que vive para protegerle hasta las últimas consecuencias; un detective que sabe de corrupción y otros trapos sucios con el rostro de Walter Slezak o una dama patética y alcohólica que quiere vengar a su mejor amiga con la cara de Esther Howard (estupenda en su papel).

A Robert Wise se le ve capaz para filmar puro cine negro en varias escenas de esta película. Pero sobre todo en cómo plantea el primer asesinato que comete el protagonista en una cocina donde mata a un hombre y a una mujer y en el posterior descubrimiento de los cuerpos que realiza el personaje de Claire Trevor. También en cómo resuelve los encuentros y la tensión sexual entre Trevor y Tierney. Y la secuencia más impresionante es el intento de asesinato de la anciana alcohólica por parte del mejor amigo del protagonista en un lugar absolutamente aislado y el giro que pega la escena así como el encuentro sórdido en el hotel entre la anciana a la que casi acaban de asesinar y una fría y calculadora Claire Trevor.

Apuestas contra el mañana (Odds against tomorrow, 1959)

 apuestascontraelmañana

Una perla y una sorpresa (que descubrí gracias a la recomendación de JC Alonso del blog El inquietante bypass) es sin duda Odds against tomorrow. No sólo sorprende Robert Wise como director que domina el lenguaje cinematográfico y propone una puesta en escena que llama la atención desde el primer fotograma sino por el retrato crudo que ofrece de tres perdedores con los rostros de Robert Ryan (que ya trabajó con él en otra película de cine negro y boxeo que estoy deseando ver, The set up en 1949), Harry Belafonte y Ed Begley.

Desde que muestra al principio unas calles desoladas y solitarias hasta el patetismo del plano final, toda la película respira fracaso. Harry Belafonte (la gran sorpresa del film), el personaje más amable de los tres perdedores, y el más consciente de que se dirigen al suicidio durante toda la película habla de su caída al abismo sin poder evitarlo. Lo único que tiene claro es que quiere proteger de su mala suerte a su hija pequeña y su ex esposa. Los tres personajes principales no tienen nada que perder y se embarcan en un atraco que de salir bien podría cambiar sus vidas. Robert Ryan lleva a cabo el papel más complejo pues siendo un tipo violento, duro, racista… logra que el espectador le contemple con compasión pues es un desgraciado infeliz que muestra su desvalimiento en algún gesto hacia la mujer que le ama (magnífica Shelley Winters). Y el secundario Ed Begley muestra su valía en otro personaje duro como el policía retirado y cerebro del plan que trata de lograr de nuevo la tranquilidad económica buscando a dos compinches tan desesperados como él para que se tiren  a la piscina.

Odds against tomorrow es una película sobria, oscura y angustiosa porque desde el principio te envuelve en un ambiente desolador y sabes que los tres protagonistas se van a hundir en el abismo. No dejan de tener señales a lo largo del metraje, sobre todo, el personaje de Harry Belafonte que sabe que cae por el tobogán pero no ve otra salida a su situación (es un jugador que debe dinero a un mafioso que le amenaza con irrumpir en la tranquilidad de la casa de su hija pequeña y su ex esposa). Durante toda la película se trata de contener la violencia que estalla al final ante un atraco que no sale como debiera… Además refleja de una manera realista, dura y directa el conflicto racial.

Y Robert Wise se muestra poderoso en el reflejo de esta historia. Tanto en los encuentros de los personajes en la habitación del policía retirado que ya define a cada uno de los personajes como en la maravillosa secuencia donde los tres hombres ‘pasan el tiempo’ en soledad antes de dar el golpe al banco. También logra plasmar muchísima tensión durante la ejecución del atraco y en el brutal desenlace final. Otro acierto es el triángulo que crea entre Robert Ryan, Shelley Winters y Gloria Grahame. Además de la tristeza que sobrevuela, Shelley Winters saca lo mejor de Ryan (aunque le cuesta) y lo más tierno pero irremediablemente se intuye el fracaso en el terreno sentimental. Sin embargo Ryan puede quitarse las caretas con ella y confesarle sus miedos. Con la vecina, Gloria Grahame, protagoniza una escena de gran tensión sexual donde él todavía trata de comportarse como un hombre seductor y dominante. O cómo refleja el estado de ánimo del personaje de Belafonte durante sus actuaciones en el local donde trabaja… Odds against tomorrow es una joya oscura a reivindicar.

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