Delicatessen francés (III). French Cancan (French Cancan, 1955)/Elena y los hombres (Elena et les hommes, 1956) de Jean Renoir

La belle epoque según Jean Renoir (I). French Cancan (French Cancan, 1955)

French cancan

Después de su exilio en EEUU, Renoir vuelve a hacer cine en Francia e indaga en la alegría de vivir de una manera muy especial. Continúa la estela que ya inició con La carroza de oro (1952) para pensar sobre la representación y la realidad, y en películas donde todo es luz y color reflexiona sobre estos límites, sobre la vida y el teatro o la vida y el arte… Y él elige quedarse con el arte para entender la vida. Así French cancan es la primera de estas representaciones de su particular belle epoque, de esa vida en Europa antes de la Primera Guerra Mundial… y la “pinta” un hombre con su cámara a todo color, un hombre que ha vivido esa época, que además su padre la atrapó con pinceles, y que sabe lo que ocurrió después, pues vivió las dos guerras mundiales. Pues bien, este hombre, Jean Renoir, atrapa esa alegría de vivir en un mundo lleno de problemas y dilemas. Y elige el triunfo de la representación, el arte, el amor y las cosas bellas…, aunque haya que lidiar con el caos en el que el mundo se mueve.

Así bajo una apariencia alegre, incluso frívola, Jean Renoir dibuja la historia de Henri Danglard (Jean Gabin), un hombre entregado al amor y al arte, que recibe los reveses de la vida con tranquilidad, pues prefiere mimar su libertad artística y enamorarse una y mil veces de sus descubrimientos. Y sus descubrimientos, sean femeninos o masculinos, cuando prueban las mieles del escenario y la vida bohemia de Danglard así como su filosofía de vida se consagran eternamente a los escenarios, formando parte de una extraña familia con lazos fuertes. Y todos recibirán el caos, las desavenencias, los conflictos y los problemas de la vida con alboroto, pero a la vez con un grito de guerra: hay que seguir viviendo, y viviendo con energía.

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Una promesa a Mel

melferrer

Prometo seguir viéndote siempre.

Te visitaré en Rancho Notorius…

Me gusta cuando eres pistolero caballero.

Soy una chica de saloon acabada.

Y tú me tiendes una mano.

Y no sólo eso, además me amas.

Te vas a un pueblo para comprarme un perfume.

Arriesgas tu vida.

Te sale un rival.

Pero tú siempre, un caballero.

Darías tu vida por mí… Y yo.

 

Nos vamos al siglo XVIII

A una de espadachines, teatro y aventura.

Y tú con una peluca blanca.

Malvado.

Pérfido.

Corruptor.

Elegante y hermoso.

Genial con tu espada.

Casi un bailarín.

Seductor.

… Eres el primer Valmont cinematográfico.

Me río cuando te hacen competir con un Scaramouche simpático

… pero sin tu elegancia.

… sin tu atractivo.

 

Viajamos al circo.

Estoy sola y quiero tirarme desde una torre.

Unos muñecos me lo impiden.

Y yo me lo creo.

Me creo que viven.

Y no quiero ver que detrás de esos muñecos que me hacen vivir y reír…

Se encuentra un hombre atormentando.

Siempre enfadado.

Que siempre me grita.

Y parece que me desprecia.

Tiene una pena muy honda.

No sólo cojea de una pierna.

Su alma es la que se tambalea…

Y sin embargo se enamora de mí.

Una joven que no sabe nada de la vida…

Y empieza a equivocarse una y otra vez…

 

Me voy a Rusia.

A tiempos de Guerra y Paz.

Y me transformo en Natasha.

Tú eres el príncipe Andrei.

Primero me enamoro.

Y después sufro.

Tú eres un príncipe trágico.

Sin embargo siempre recordaré ese día ocioso…

en que me encontraba en un baile.

No me apetecía mucho.

Pero de pronto sin esperarlo mucho… ahí apareces.

Como un príncipe…

Y me sacas a bailar.

Y yo sueño dando vueltas a tu alrededor…

No me doy cuenta, y tú tampoco, que ese mundo ya se acaba…

 

Por eso Mel,

yo te prometo seguir viéndote siempre.

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