Warrior (Warrior, 2011) de Gavin O’Connor

Warrior

Hay películas que no te cuentan nada nuevo, incluso tocan teclas que ya han sido pulsadas múltiples veces, y saben cómo entrar en las entrañas del espectador, así como emplear esos trucos cinematográficos que de pronto nos enganchan…; pero, sin embargo, alguna de esas películas logran un corazón y un alma…, y de pronto, te sorprendes frente al televisor vibrando, sufriendo, llorando a moco tendido, emocionándote, y totalmente fuera de sí cuando oyes un “Te quiero, Tommy” en una cruda pelea entre hermanos y una canción de fondo que te hace encogerte más y más en el sillón. Y eso lo consigue inteligentemente Warrior de Gavin O’Connor. Es la historia de una familia rota que trata de reconstruirse, pues los hilos todavía no se han roto del todo. Un padre ex-alcohólico, violento y veterano de la guerra de Vietnam (Nick Nolte). El recuerdo de una esposa muerta…, siempre sufriendo. El padre ahora trata de canalizar la culpa, de que sus hijos le den una oportunidad… y en sus ratos libres escucha un libro por unos cascos: Moby Dick, de Melville. Un hijo mayor (Joel Edgerton) que ahora es un hombre casado con dos hijas, enamorado de su esposa, con un puesto de profesor de física (después de dejar la lucha profesional), un montón de deudas en el banco por gastos del hospital al costear las operaciones de una de sus hijas y a punto de perder su casa y su empleo. Y un hijo pequeño (Tom Hardy), marine que regresa roto de la guerra de Irak, todo introspección, soledad y silencio… y una furia que trata de canalizar a golpes en un gimnasio. El nexo de tres almas perdidas: un campeonato de artes marciales mixtas, Sparta.

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El francotirador (American Sniper, 2014) de Clint Eastwood

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El francotirador parte de la autobiografía del marine Chris Kyle. Su análisis se convierte en apasionante porque ha sido una película con polémica, sobre todo en su interpretación ideológica. El director siempre ha sido independiente en cuanto a sus planteamientos políticos aunque ha apoyado más a los presidentes republicanos. Eso no ha impedido que haya sido crítico con varias de sus medidas y nunca ha tenido reparo en dar su opinión ante distintos aspectos sociales, económicos y políticos. En este sentido, siempre hubo un análisis ideológico de su filmografía como actor y director, sobre todo al principio de su carrera y en sus primeros pasos como director de cine. Sin embargo, es cierto, que durante unos años (desde Sin perdón) se obvió su pensamiento político para el análisis de sus películas y se le consideró el último director clásico, un narrador cinematográfico que sigue los parámetros de cómo contar una historia en la pantalla blanca como en la época dorada de Hollywood. Con El francotirador se ha vuelto de nuevo al análisis ideológico y a etiquetar el pensamiento político del director así como realizar afirmaciones de que es una película patriótica, de derechas, conservadora.

Así que tenía gran interés de enfrentarme a El francotirador y lo que me he encontrado es una película más crítica de lo que pensaba y creo que más compleja de lo que se ha hablado. No es una película bélica redonda, más bien película correcta, pero desde mi experiencia como espectadora yo he visto una crónica crítica y desencantada de la guerra de Irak y la intervención de EEUU. Y el retrato desolador de lo que sería un héroe americano que no encuentra su papel. Si hay que analizarla cinematográficamente, Eastwood se ha centrado más en el mundo íntimo de su personaje principal que en las escenas bélicas (que las hay). Así por ejemplo, cinematográficamente es bastante más impresionante Salvar al soldado Ryan pero aquella ideológicamente me pareció mucho menos crítica, más patriótica y conservadora que El francotirador.

Eastwood presenta a un Chris Kyle (Bradley Cooper) como un tejano de pura cepa que se alista en la guerra de Irak convencido de servir a su patria contra el enemigo. Paralelamente a su reclutamiento y entrenamiento se enamora de una joven con la que antes de partir, se casa para formar una familia. Kyle es conservador en todos sus planteamientos. Pero Eastwood lejos de ensalzar al héroe americano (tipo Rambo) y a sus compañeros de batalla, va creando un héroe que cada vez se va sintiendo más perdido no solo en el campo de batalla sino también en la vuelta a su hogar. Cada vez entiende menos cuál es su papel y va viendo cómo se queda solo, cómo sus compañeros o mueren o se desencantan (como, por ejemplo, su propio hermano, personaje muy desaprovechado) y cómo incorporarse a la vida civil cada vez es más duro. Si Kyle empieza su labor como francotirador con el objetivo claro que le permite sortear duras cuestiones morales (nunca se regodea en las decisiones que toma), cada vez pierde más el norte y finalmente convierte su labor en una obsesión y rivalidad con otro francotirador iraquí (este podría haber sido un punto fuerte del relato cinematográfico pero se queda en la superficie, el rival es casi un fantasma, tan solo se nos muestran algunos datos. Recuerdo una película de dos francotiradores que me impresionó en su momento, Enemigo a las puertas de Jean-Jacques Annaud, que sí dejaba un retrato psicológico de los dos).

Cada vez que regresa a casa, siente el peso de otras responsabilidades que le cuesta asumir. No encuentra su lugar junto a una esposa y unos hijos que cada vez conoce menos aunque están ahí. Su esposa cada vez tiene más claro que su marido tiene que regresar del todo y centrarse en la vida civil. Además el protagonista siente el peso de sus demás compañeros a los que encuentra con duros procesos de integración a la vida bien por secuelas físicas o psicológicas. Su vida pierde sentido y rumbo… y nota que poco a poco todo se derrumba.

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La paradoja es que finalmente cuando logra tomar de nuevo las riendas de su vida y se decide a ayudar a otros compañeros con duras secuelas de guerra (es decir, encuentra un papel)…, ese francotirador temerario en Irak, que tenía el convencimiento de que disparaba al enemigo para proteger a sus compañeros, encuentra la muerte a manos de un exmarine con secuelas psicológicas. ¿Hay un destino más desolador para ese héroe americano que ha reflejado Eastwood?

Por otra parte otra de las críticas que ha recibido El francotirador es el reflejo del otro, del enemigo, de los iraquíes. Como en las películas del Oeste clásico, donde los indios eran representados como un colectivo y raramente alguno de ellos tenía un definido papel y personalidad desarrollada (eso fue evolucionando poco a poco hasta llegar a largometrajes como Apache, donde curiosamente el actor protagonista no era un apache auténtico sino Burt Lancaster) o escasamente se desarrollaban los motivos por los que surgía el enfrentamiento y su forma de actuar (se obviaba, claro está, su punto de vista), en El francotirador, Eastwood se centra en la construcción y evolución del héroe americano en película bélica y no en la representación del otro (pero esto no es solo algo que le ocurre a Eastwood, se puede ver en otras aclamadas películas recientes como La noche más oscura o Argo).

El francotirador muestra la riqueza de una película y las distintas miradas desde las que se puede abordar. Si la miramos cinematográficamente, no es de las mejores películas de Eastwood, es correcta sin más, con algún momento de puesta de escena que muestra su saber hacer, cómo esa última escena en que Kyle se va del hogar, todos sabemos su aciago destino y vemos en la puerta a punto de cerrarse el rostro de su mujer… Pero si hacemos un análisis de contenido, las miradas chocan, polemizan y crean reflexiones interesantes.

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