Retratos de mujer. La boda de Rosa (2020) de Iciar Bollaín / Las niñas (2020) Pilar Palomero / Selva trágica (2020) de Yulene Olaizola

Interesantes retratos de mujer en tres estrenos, dos películas españolas y una mexicana. Las españolas continúan en las salas de cine y la tercera ha sido estrenada en Horizontes latinos en el 68 Festival de cine de San Sebastián. Las tres películas están dirigidas por mujeres, y las tres encierran universos muy peculiares. Iciar Bollaín se centra en una mujer en la mitad de su vida que quiere hacer un parón y hacerse una promesa a sí misma. Palomero cede su mirada a una niña que se adentra en la edad adulta, abre los ojos y busca su voz. Y Olaizola presenta a una mujer de principios de siglo XX, que se adentra en el corazón de la selva, en un territorio fronterizo, y en el viaje se transforma de mujer víctima a espíritu que conduce a la muerte. Tres retratos de mujer que esconden reflexiones interesantes.

La boda de Rosa (2020) de Iciar Bollaín. Retratos: una mujer adulta

Retratos: una mujer adulta

Iciar Bollaín recrea un universo íntimo en una película que deja un buen sabor de boca. Recupera a la actriz con la que inició su andadura en los largometrajes (Hola, ¿estás sola?), Candela Peña, para concebir una historia reconocible. Y esa historia es la de Rosa, una mujer de más de 40 años, que de pronto decide hacer un parón en el camino y replantearse su vida. Un día se da cuenta de que todo a su alrededor tiene que cambiar y que todavía está a tiempo de conquistar sus sueños. Por eso se pone manos a la obra para organizar una boda consigo misma, ser fiel a su persona, quererse más y apostar por la vida que siempre deseó. Esa boda es tan solo el pistoletazo de salida para dar un vuelco necesario a su existencia. Curiosamente su entorno más cercano es quien le pone todos los obstáculos… Nadie entiende que de pronto Rosa quiera mirar un poco más por ella en vez de volcarse y cuidar a todos los demás, como siempre ha hecho.

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Mujercitas (Little Women, 2019) de Greta Gerwig

Mujercitas

Las cuatro hermanas March, las mujercitas de Alcott.

Louisa May Alcott logró fama como escritora a partir de 1868 con Mujercitas. Y mantuvo su éxito y prestigio con sus distintas secuelas. Para dicha novela se inspiró en sus vivencias con sus hermanas, en su forma de vida junto a sus padres y en sus pensamientos y reflexiones. Y creó a la familia March y todo el universo que les rodeaba. De las cuatro hermanas que aparecían en la novela Jo era la que más elementos en común tenía con ella. Pero por exigencias de su editor, le dio un final distinto al que tenía pensado. Jo despachará al amigo de su infancia, su vecino rico Laurie, pero finalmente se casará con el humilde profesor Bhaer, un intelectual. Sin embargo, la autora, Louisa, no se casó nunca y tuvo una agitada vida social y reivindicativa. Sin duda hubiese preferido que la heroína de su novela se quedara sola, sin pareja alguna. Pero realizó esa concesión a su editor.

Greta Gerwig conoce perfectamente no solo la novela, sino también la vida de su autora. Y además se nota en su versión de Mujercitas, su pasión por ambas, por la escritora y por su obra. Y es evidente que también ha sido espectadora de las múltiples versiones cinematográficas que ha habido de dicha novela. Sobre todo de las que más huella han dejado: la película de George Cukor (1933), la de Mervyn LeRoy (1949) y la de la directora australiana Gillian Armstrong (1994). Así que no faltan muchos de los momentos inolvidables de aquellas.

Gerwig se empapa del espíritu Alcott y de esas cuatro hermanas con personalidades tan fuertes y tan distintas y regala una película que no solo es fiel al alma de la obra, sino que la dota de su propia personalidad como realizadora y guionista. Y Mujercitas es así toda una agradable sorpresa.

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Retrato de una mujer en llamas (Portrait de la jeune fille en feu, 2019) de Céline Sciamma

Retrato de una mujer en llamas

Una mujer frente al mar…

Retrato de una mujer en llamas es un relato de mujeres que durante unos días construyen una habitación propia. Un espacio íntimo que solo habitan ellas y que solo ellas conocen todos sus códigos. Durante unos días todo el mundo exterior desaparece, son libres. Luego lo que queda es ese recuerdo… Y también las claves para descifrarlo: el número 28, el mito de Orfeo y Eurídice, El Verano de Vivaldi y los retratos y cuadros como mensajes que descifrar y como reflejos de realidades que se ocultan.

Las protagonistas de la nueva película de Céline Sciamma (Tomboy) viven en el siglo XVIII. En ese siglo, como en los anteriores, vivieron muchas mujeres silenciadas para la Historia. Sin una habitación propia, sin capacidad de intimidad ni de decisión. Algunas están cerca de conseguir ese espacio (aunque tienen que sacrificar muchas facetas de su vida y vivir en silencio), otras lo tienen más difícil. Céline Sciamma utiliza la cámara como pincel y articula con cuidado un hermoso cuadro. Con trazos finos y detallados. Y cuenta una historia de mujeres, una historia de amor. Retrato de una mujer en llamas es un cuadro para mirar despacio y desvelar todos sus secretos. La mirada es otra de las claves para comprender este cuadro fílmico. Poco a poco surge la emoción.

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Sin salir de estos lares. Todos lo saben (2018) de Asghar Farhadi/El reino (2018) de Rodrigo Sorogoyen/Viaje al cuarto de una madre (2018) de Celia Rico

Todos lo saben (2018) de Asghar Farhadi

Todos los saben

Todos lo saben, un mapa emocional con caminos intrincados…

El universo de Asghar Farhadi está presente en Todos lo saben, pero además el director iraní es camaleónico. Me explico. Sus películas iraníes son cien por cien de su país de origen, obviamente. Pero cuando rodó en Francia El pasado, sin perder su identidad como cineasta, la película era francesa cien por cien. Y ahora le ocurre lo mismo en Todos lo saben, ahí está su universo y puntos comunes con otras películas de su filmografía, pero es todo un melodrama castellano, seco. Es decir, Farhadi se empapa del país que mira a través de su cámara. Capta su esencia y lo atrapa con sus ojos, con su mirada especial.

Todos los saben se mete en el corazón de un pueblo castellano. Y como en todo el universo Farhadi se van desenredando unas relaciones cada más complejas, que trazan un mapa emocional donde sus personajes se embarcan para un recorrido que los transformará de principio a fin y dejará ver esa parte oscura que siempre tratamos de ocultar. En ese pueblo castellano se celebrará una boda y llegará desde Argentina, Laura, con sus dos hijos, una adolescente y un niño. Su marido Alejandro no la acompaña. Así Laura se encuentra con su pueblo, con sus calles y con su familia. Y también con aquel que fue su amor de juventud, Paco, que vive con su actual pareja, una maestra.

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Una película alemana y su remake. Muchachas de uniforme (Mädchen in Uniform, 1931) de Leontine Sagan, Carl Froelich/Corrupción en el internado (Mädchen in Uniform, 1958) de Géza von Radványi

Muchachas de uniforme (Mädchen in Uniform, 1931) de Leontine Sagan, Carl Froelich

Muchachas de uniforme

El momento del beso en 1931.

El aire de libertad y rebeldía que se siente y se muestra en el duro y represivo internado de Muchachas de uniforme… no es locura decir que estallaría dos años después en Francia en el estricto colegio donde viven los muchachos de Cero en conducta de Jean Vigo. Sí, sin duda es una buena sesión doble. En Muchachas de uniforme está la semilla de la rebelión… en Cero en conducta la rebelión no hay quien la pare. Y uno de los máximos atractivos de esta película alemana es sin duda, su ambiente, su atmósfera. Pese a la educación prusiana que quiere ejecutar la directora del colegio, donde hasta las hace pasar hambre, quiere convertirlas en chicas duras sin emociones, meras reproductoras de soldados…, las chicas se comportan como adolescentes libres, que en la clandestinidad, descubren su sensualidad, se interesan por el sexo, unen férreos lazos de amistad, crean su propio universo femenino y dan rienda suelta a sus sentimientos y pasiones.

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Retratos de mujer. Yo, Tonya (I, Tonya, 2017) de Craig Gillespie/Lady Bird (Lady Bird, 2017) de Greta Gerwig/The Florida Project (The Florida Project, 2017) de Sean Baker

Del listado de películas que concurrían a los Oscar, tres películas ofrecen retratos de mujer, buenos personajes femeninos que además se salen de los arquetipos y tópicos. Por otro lado, son tres películas que ofrecen forma y contenido, tres miradas con las que merece la pena sorprenderse. Y, por último, muestran una galería de actrices: algunas veteranas, otras que están surgiendo con fuerza y alguna debutante que reflejan distintos retratos de mujer (perfiles invisibilizados), un abanico cada vez más amplio, complejo y con más presencia.

Yo, Tonya (I, Tonya, 2017) de Craig Gillespie

Tonya frente al espejo...

Tonya frente al espejo…

Una mujer frente al espejo. Y ahí expresando toda una galería de emociones, que devuelve finalmente una sonrisa rota, con ojos que no quieren dejar de llorar.

En los años 90 los medios de comunicación se hicieron eco de un escándalo informativo que llegó también a nuestros televisores. La patinadora artística Tonya Harding se vio implicada en él… y eso hundió su carrera para siempre. Su principal competidora de equipo en las Olimpiadas de Invierno de 1994 era su compatriota Nancy Kerrigan. Antes de la importante competición, Nancy fue agredida en su rodilla con una barra de hierro por un hombre. Después de la investigación se supo que estaba implicado el exmarido de Tony, su guardaespaldas y un tercero contratado por ambos.

Craig Gillespie reconstruye este hecho de la vida de Tonya Harding, pero antes nos pone en antecedentes. Como si de un documental se tratase, entrevista a los protagonistas de esa historia en el presente (que miran al espectador fijamente a cámara), y van dando paso a ese pasado. Cada uno cuenta su verdad y de ahí surge la complejidad de la mirada, pero también una historia. Vamos saltando de los testimonios de Tonya (una sorprendente y maravillosa Margo Robbie), a los de su áspera madre (la ganadora del oscar a mejor actriz secundaria, Allison Janney), a las palabras de su exmarido y del que se hacia pasar por guardaespaldas, hasta el análisis de un periodista de medios sensacionalistas…

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En realidad, nunca estuviste aquí (You were never really here, 2017) de Lynne Ramsay

En realidad, nunca estuviste aquí

Joe, un espectro en vida con cicatrices que mostrar.

Si en Tenemos que hablar de Kevin se metía en la mente de Eva, una madre que sufre un fuerte trauma, en En realidad, nunca estuviste aquí todo está en el cerebro de Joe, una especie de asesino a sueldo. La directora Lynne Ramsay vuelve otra vez a “mirar” de manera especial y crear un universo personal de la adaptación de una novela (la primera de Lionel Shriver y la segunda de Jonathan Ames). En las dos películas asume el papel de guionista y directora y las dos tienen una potencia visual que empuja la historia y deja sin respiro. La importancia del sonido, de la banda sonora y el empleo del color (si en la primera la presencia del rojo era abrumadora, en esta son los tonos azulados) apuntan más rasgos de su estilo. Pero también Ramsay tiene una manera, muy especialmente en esta película, de representar la violencia. Joe (Joaquin Phoenix) es un mercenario, un asesino a sueldo, que rescata a niñas de la trata de blancas y la explotación sexual. Y es un hombre atormentado que vive, desde la infancia, en permanente estado de shock. En realidad es un muerto en vida, un espectro que siempre, con sus reacciones, pilla de sorpresa… Físicamente es un hombre de profundas cicatrices, como las del alma. Es una mole, una especie de bestia herida que enseña toda su sensibilidad en el cuidado atento de su anciana madre.

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Historias de dos directoras. La librería (The Bookshop, 2017) de Isabel Coixet / Hacia la luz (Hikari, 2017) de Naomi Kawase

La librería (The Bookshop, 2017) de Isabel Coixet

La librería

En la librería, entre páginas.

Si hay una constante que podría unir todo el cine de Isabel Coixet es la búsqueda de arquitecturas especiales para contar sus historias. La plataforma petrolífera de La vida secreta de las palabras, el mercado o el hotel en Mapa de los sonidos de Tokio, la cueva y las estructuras vacías de Ayer no termina nunca, el iglú o la cabaña en Nadie quiere la noche… y, ahora, una librería con encanto. Y además juega con una metáfora absolutamente maravillosa, que ya engancha a todo amante de la literatura, los libros como casas… Los libros como refugio. Y en la película La librería, el libro es una reliquia que se toca, se siente, se disfruta… Y qué sitio alberga libros: un recinto que ya es reducto para románticos y solitarios, la librería, pero la librería con encanto con librera entregada que ama lo que ofrece. E Isabel Coixet ya ha mostrado su culto por el libro, si aquí adapta al cine la novela de Penelope Fitzgerald, La librería; no podemos olvidar su incursión en los escenarios teatrales en 2004 con la adaptación al teatro de una maravillosa novela epistolar sobre una librería y libros…, 84 Charing Cross Road.

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Detroit (Detroit, 2017) de Kathryn Bigelow

Detroit

… sueños rotos en un escenario vacío

En las películas corales, cada espectador tiene un personaje con el que se identifica o el que le ayuda a conectar y entender la historia. En Detroit de Kathryn Bigelow, Larry (Algee Smith) puede ser el punto de partida para exponer las claves de dicha película. Es joven, con ilusiones, y con un camino claro: triunfar en la música con su grupo The Dramatics. Una noche está a punto de alcanzar su sueño, de cantar en un gran escenario, y de que les fiche la discográfica Motown. 25 de julio de 1967, la fecha en que su vida puede dar un vuelco. Cuando está a punto de salir a actuar, se suspende el evento por los disturbios raciales de Detroit, la ciudad es un polvorín. Finalmente, canta él solo en una sala fantasma, sin público, y ve cómo su sueño se desvanece. Lo que no sabe es que en unas horas, el sueño se transformará en su peor pesadilla. Él es uno de los jóvenes que vivirá el dramático incidente del Motel Algiers. Un grupo de policías cree que desde dicho motel se oculta un francotirador y torturan durante la noche a doce jóvenes, diez muchachos negros y dos chicas blancas. Al final del motel saldrán tres cadáveres… y, también, un Larry que ya no quiere que su música la escuchen o la bailen los blancos, que abandona el grupo, que tiene dolor en la mirada, que ve cómo no hay justicia para lo que pasó aquella noche y que busca refugio, finalmente, en el coro de una iglesia. Pero sin dejar nunca de cantar.

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Sesión doble de cine español. Verano 1993 (Estiu 1993) de Carla Simón / Abracadabra (2017) de Pablo Berger

Verano 1993 (Estiu 1993) de Carla Simón

Verano 1993

Miradas de la infancia

Verano 1993 tiene una mirada especial: la de una niña de 6 años, Frida. Una niña que precisamente en ese verano de 1993 tiene que enfrentarse a muchas cosas que no son fáciles: a la muerte de su madre; a entender qué es exactamente lo que ha pasado; a asimilar que no la verá más, ni podrá hablar con ella; a dejar su ciudad, Barcelona; a la vida en un pueblo; a ver a sus tíos y a su pequeña prima como su nueva familia; a conseguir nuevos amigos; a encontrar su lugar en su nuevo mundo… Y Carla Simón consigue una mirada que toca y trastoca, una mirada impregnada de verdad. Pues es una mirada empapada de memoria y recuerdos. Simón rescata la niña que fue y crea una película de sensaciones. Y, sí, nos metemos en el universo de Frida.

Y es el primer largometraje de Carla Simón, otro nombre a añadir a esa lista de cineastas, muchas de ellas de Cataluña, que están ofreciendo un mapa cinematográfico especial con voces de mujer. Al ver Verano 1993, me vino a la cabeza enseguida, sin poder evitarlo, François Truffaut, y sobre todo dos de sus películas: Los 400 golpes y La piel dura. Por dos motivos: Como Truffaut, Carla Simón se expresa y cuenta con la cámara sus sensaciones, recuerdos y pinceladas de la infancia. La cámara es un apéndice de su forma de expresarse, de su memoria, de la forma de entender el mundo… No escribe diarios…, filma películas. Y como en La piel dura, Carla Simón dibuja niños reales y habla de que la infancia puede ser un periodo duro…, es como si dijera en alto a sus protagonistas niñas las palabras del profesor Richet: “La vida no es fácil, es dura, y es importante que aprendáis a endureceros para que podáis enfrentaros a ella, ojo, endureceros no ser insensibles”.

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