The fighter (The fighter, 2010) de David O’Russell

thefighter

Uno de los ensayos que me han parecido más curiosos y que me he leido este año ha sido Del boxeo de la autora Joyce Carol Oates. Y me ha gustado porque de alguna manera me ha ayudado a analizar una contradicción en mis gustos y forma de ser. Odio la violencia. Jamás iría a un combate de boxeo. De hecho jamás he ido a uno… Sin embargo reconozco que me gustan y me llaman la atención las películas que versan sobre el boxeo u otras disciplinas de lucha. Y he visto bastantes. Así una de las películas que más me gustó el año pasado fue De óxido y hueso donde uno de los protagonistas se dedicaba a las luchas clandestinas y había combates cuerpo a cuerpo muy bestias. Me suele interesar el personaje del boxeador, que además suele tener un halo de perdedor, o mejor dicho su trayectoria es desde lo más humilde hasta lo más alto del éxito hasta una caída profunda. Puede volver a resurgir o caer definitivamente.

Así me detengo en varias frases del ensayo:

“Si un combate de boxeo es una historia, es siempre una historia caprichosa, una en la que cualquier cosa puede suceder. Y en cuestión de segundos. ¡En fracciones de segundos! (…) En ningún otro deporte pueden ocurrir tantas cosas en tan breve lapso, ni de modo tan irrevocable”.

“Se juega al fútbol, no se juega al boxeo”.

“Si no se puede golpear, por los menos se puede ser golpeado, y saber que todavía se está vivo”.

“(…) El drama de la vida en la carne. El boxeo se ha convertido en el teatro trágico de los Estados Unidos de América”.

Podría escribir muchas más frases de este ensayo brillante… pero las elegidas encajan en la película del realizador David O’Russell, The fighter. Y es que nos narra la historia de Micky Ward El irlandés (Mark Wahlberg) y su hermanastro Dicky Eklund (Christian Bale). Dos boxeadores. Micky Ward trata de convertirse en un campeón del boxeo y le entrena Dicky que arrastra una leyenda de ex boxeador que venció a Sugar Ray, el campeón del mundo, pero que su vida ha ido deslizándose por un tobogan de drogas. O’Russell, como en la posterior El lado bueno de las cosas, presenta a unos seres humanos imperfectos, una familia bastante disfuncional, y sin embargo, lo agita todo para demostrar que dentro del teatro trágico de los Estados Unidos de América puede darse una historia de momentos felices, de supervivientes que pasan su día a día lo mejor que pueden. Y personajes golpeados una y otra vez que todavía están vivos y O’Russell les regala buenos instantes. Sus personajes se equivocan pero también aman. Y con ese amor a veces tienen la fuerza suficiente para volver a levantarse, una y otra vez. Los personajes de O’Russell no juegan, como no se juega en el boxeo, pero tratan de mantenerse en el ring.

Las historias que cuenta O’Russell (y cómo las cuenta) son caprichosas, unas en las que cualquier cosa puede suceder… Parece que nos va a contar una historia de perdedores y de otra familia disfuncional más y de pronto se convierte en una historia de amor fraternal donde lo que importa es que se tienen siempre el uno al otro. Aunque a veces parezca una carga… y otras esa mitad que no puede faltar en tu vida aunque te duela una y mil veces. Todos los personajes de The fighter son imperfectos, muy imperfectos. Todos saben que la vida no es un juego. Ninguno lo tiene fácil. Ni la madre manager, ni la novia camarera… ni los hermanos… Ninguno. Y puedes pensar qué mierda de vida… pero ninguno deja de luchar o de aspirar a vivir un buen momento.

Micky Ward recibe los golpes en en el ring como los recibe en la vida. Uno detrás de otro. Pero tiene una paciencia infinita. Y sobre todo sabe a los que quiere tener a su lado… aunque parezca que le quieran hacer la vida imposible o se aprovechen de él. Y después de esa paciencia que le hacer recibir lluvia de golpes… De pronto, cuando todo parece perdido… pega un puñetazo en el cuerpo del otro, en el riñón, y tumba a su contrincante o al problema que parece no tener solución posible. Y luego está su hermano Dicky, yonqui con ángel (y existen… Christian Bale se transforma en uno) que a la vez que destroza a los que quiere también los arropa y sabe hacerse imprescindible… Y con una sonrisa y algo de labia pero sobre todo acciones trata de enderezar una y otra vez su vida y la de los otros, la de la gente que le importa. Y es que a Micky Ward le pesa su hermano, lo lleva en la chepa, pero a la vez que nadie le toque un pelo… y a la vez nunca pierde su admiración hacia su hermano mayor.

O’Russell crea así una película caprichosa donde mezcla un tono de documental amateur (cintas caseras de cuando eran niños los protagonistas) con un realismo austero de héroes anónimos y perdedores para terminar en una fábula, con garra y nervio, sobre supervivientes que se niegan a caer. Personajes atractivos (como el de la madre con el rostro de Melissa Leo), combates, traiciones familiares, amores… con todos los ingredientes para una tragedia sobre perdedores que se convierte en una fábula sobre dos hermanos que se quieren y sobreviven a los golpes de la vida.

Con The fighter, O’Russell no crea una película perfecta o redonda, sino como pasaba con El lado bueno de las cosas, irregular pero regalando buenas historias a personajes creíbles y auténticos. Personajes golpeados, muy golpeados, pero que este director les quiere dejar ser protagonistas de días felices, de días buenos. Les deja una victoria en el ring de una vida que no es fácil.

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