Oscars 2024. Algunas palabras sobre los largometrajes nominados a Mejor película

Oscars 2024… Este año me sorprendí cuando vi el listado de los largometrajes nominados a Mejor película, pues me di cuenta de que había visto las diez películas. Y todas tienen algo que no me dejó indiferente. Volvería a ver las diez, sí, y creo que eso es lo mejor que se podría decir de cada una de ellas.

De la ganadora, Oppenheimer, y de Barbie ya hablé en una serie de post que escribí bajo la denominación Descubrimientos veraniegos. Y de varias de ellas he dejado unas palabras en Letterboxd (Hildy_Johnson_). Jajaja, sí la única red social en la que me he apuntado hace apenas y porque me lo pidió mi sobrina cinéfila, pues según ella tengo que modernizarme. Y de las que nada he hablado (tan solo dos), pues aprovecho este texto.

Qué deja en evidencia el listado, pues que cada una es de su padre y de su madre y muy diferentes entre sí. La diversidad de géneros y temáticas que supone. La variada nacionalidad tanto de los directores como de las propias películas (que eso dice bastante de la cosecha Hollywood) y la riqueza de planteamientos sobre diversas cuestiones. Esa es la curiosidad de todo listado, se vaya a premiar o no. La variedad del abanico que propone y la radiografía sesgada de lo que se ha podido ver en 2023 al otro lado del océano.

Cuál es mi favorita de las diez. Si me hubiesen dicho: “Venga, da tú el premio”, lo hubiese pasado mal. Tengo claras las que no, pero luego entre las que voy a decir no sé por cuál me hubiese decantado: Vidas pasadas, La zona de interés, Los que se quedan y Los asesinos de la luna.

Vidas pasadas de Celine Song

Oscars 2024. Una historia sobre la conexión entre dos personas. Vidas pasadas.

In-yeon.

Conexión entre dos seres humanos.

Vidas pasadas.

Hasta un roce es cuestión del destino.

Tú eres una persona que se va.

Tú eres una persona que se queda.

… Olvídate de mí…

O imagina qué hubiese pasado o cuántas posibles vidas hubiesen existido si tú y yo hubiéramos permanecido juntos cuando solo éramos niños o no hubiésemos cortado años después nuestras conversaciones on line.

Quiero entender lo que sueñas.

Tenemos la conexión, pero nuestra historia de amor es imposible…

Ahora, sí, Vidas pasadas es solo una historia de las probables.

Quiénes son esos dos coreanos con un estadounidense en la barra de un bar de copas en New York. ¿Por qué están juntos? Esto es lo que formulan unos desconocidos (nosotros) al principio de la película.

Y se nos ofrece una posible mirada… o vida pasada.

Poor Things de Yorgos Lanthimos

Oscars 2024. La historia de una criatura que desarrolla su propia mirada en el mundo. Poor Things.

Durante el visionado de la película solo me preguntaba ¿quién es la chica que se tira desde el puente? ¿Qué la pasó? ¿Por qué se tira?

Luego con la resolución final me dije: ¿Así que Victoria nada tiene que ver con Bella? ¿Realmente el cirujano Goodwin Baxter da vida a una joven criatura?

¿Ciertamente hay entonces dos identidades? Bella nada tiene que ver con Victoria más que un mismo cuerpo…

Luego busqué información sobre el libro de Alasdair Gray (qué ganas tengo de leérmelo) y me di cuenta de que Yorgos Lanthimos no juega con la ambigüedad de las miradas de los personajes y que realiza una adaptación tremendamente libre de la historia, dejando incluso en el camino el sentido que buscaba Gray. Vamos, que cuenta lo que realmente le viene en gana.

La película de Yorgos Lanthimos es tremendamente entretenida, crea un mundo de fábula donde se representa un peculiar universo victoriano, pero sin definir exactamente en qué tiempo transcurre y con elementos de ciencia ficción y fantasía.

Al final a mi parecer Pobres criaturas es la historia de una “criatura” (el experimento científico de un cirujano) que sin tener un pasado ni un contexto ni una educación se enfrenta a un mundo regido por un sistema establecido y con unas normas específicas.

Bella Baxter posee un cerebro sin desarrollar, nuevo, que tiene todo por evolucionar y aprender. Todo por experimentar y vivir. Bella va descubriendo el mundo que la rodea sin ningún condicionamiento ni prejuicio. Y el aprendizaje le va dando no solo conocimientos, sino herramientas para preservar su libertad individual como Bella Baxter y también para tratar de mejorar el mundo bajo su mirada.

Bella realiza su aprendizaje no solo saliendo de la casa de su creador, sino emprendiendo un largo viaje. Y en el camino son varios los hombres que tratan de encarcelarla, dominarla, cambiarla…

Es como si la novia de Frankenstein, esa inolvidable Elsa Manchester, hubiese tenido la oportunidad de viajar y evolucionar, de rebelarse del propósito para el que había sido creada, huyendo.

En ese viaje donde Bella trata que no la encierren ni dominen, observa, imita, siente curiosidad, aprende a satisfacerse y descubre el placer, emplea y desarrolla el lenguaje, va mejorando en la escritura y en la lectura, abre los ojos ante las desigualdades sociales y económicas, se enfrenta al poder, la utilidad del dinero y las decisiones morales…, etcétera.

Quizá el mayor defecto es que todo es contado por Lanthimos con demasiada simpleza, con poca sutilidad y con una mínima profundidad que hace que su fábula no solo no se pueda tomar demasiado en serio, sino que caiga en exceso en la caricatura, algo que no pasaba en Canino, Alps o Langosta.

Pero es tan entretenida, tiene momentos visuales tan potentes y barrocos y sus actores principales están tan bien que atrapa de principio a fin.

Todos los hombres tratan de dominarla en algún momento dado: el creador, el ayudante y futuro esposo, el abogado manipulador y amante (ese Mark Ruffalo que se marca un Bellaaaa, que es un reverso de Stellllaaaa de Marlon Brandon en Un tranvia llamado deseo), el cínico que no soporta la felicidad y libertad de Bella, su violento exesposo, los que demandan sus servicios sexuales cuando ejerce la prostitución que hacen incluso que deje de sentir placer… Todos los obstáculos con los que Bella va lidiando para ir construyendo su propia mirada del mundo.

Pobres criaturas no me ha removido como hicieron otros largometrajes del director griego, pero su visionado y análisis me resulta de lo más interesante, así como el debate y la controversia que ha generado.

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Descubrimientos veraniegos (6). El otro Oeste. Siete ensayos desde las fronteras del wéstern (Episkaia, colección Veredas, 2021)

El wéstern Los odiosos ocho de Quentin Tarantino está presente en uno de los análisis del libro.

Sí, hace dos años que me habían regalado este libro y ha sido ahora en verano cuando por fin no solo lo he leído, sino que también lo he disfrutado. Como apasionada del wéstern soy consciente de que es un género que ha «mitificado» la historia de un país. En un principio, las películas del Oeste dejaron una historia con muchas omisiones, injusticias y silencios. Pero también es cierto que según han ido pasando los años también ha habido grandes wésterns que se han ido acercando más a la realidad de los hechos y a la complejidad histórica de dicho periodo.

Ha sido un género que ha ido evolucionando desde el nacimiento del cine hasta la actualidad. Y no solo eso, sino que como demuestra este interesante libro quedan aún muchas historias que contar. De hecho, estamos a la espera de un wéstern que va a contar uno de los asuntos que más se han ocultado (y que ha sido tratado poco en películas del Oeste, aunque hay ilustres excepciones), que los indios fueron eliminados sistemáticamente, que se ejerció sobre ellos una violencia calculada, organizada y brutal. Me estoy refiriendo a la última película pendiente de estreno de Martin Scorsese, Los asesinos de la luna.

Volviendo a El otro Oeste, cuatro autores estadounidenses y tres españoles se enfrentan a textos de distinta índole para contarnos otras historias posibles para un wéstern u otras visiones sobre el género. Historias protagonizadas por personajes que o bien apenas han aparecido en los wésterns clásicos o si bien lo han hecho tan solo como personajes secundarios o de reparto y análisis de distintos fenómenos como la literatura popular o la música country.

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Descubrimientos veraniegos (3). Oppenheimer (Oppenheimer, 2023) de Christopher Nolan

Los dos estrenos por excelencia de este verano, con unas campañas publicitarias que están consiguiendo llenar otra vez las salas de cine (y me gusta acudir a salas a rebosar), son Oppenheimer y Barbie. Tenía muchas ganas de ver las dos. De momento, he acudido a la de Christopher Nolan y sufrí una lucha interna durante sus tres horas de visionado. Estos descubrimientos veraniegos no estarían completos sin las dos reseñas correspondientes.

Oppenheimer, para bien o para mal, no deja indiferente.

En Oppenheimer (Oppenheimer, 2023), Christopher Nolan está tan preocupado por el envoltorio formal que se olvida del corazón de la historia, de realizar una película con alma. Pero es inteligente y sabe crear mecanismos certeros para enganchar al espectador durante las tres horas que dura el metraje, incluso aunque no se entere de lo que le están contando o le falte el bagaje histórico para comprender qué está viendo exactamente. Tal vez Christopher Nolan cree en la capacidad del público para desentrañar laberintos complejos o armar con éxito el puzle. Y eso es de agradecer. O, por el contrario, quiere mostrar su dominio del lenguaje cinematográfico y su superioridad intelectual a la hora de contar historias y de rizar el rizo, sin necesidad de que el espectador tenga que comprender nada de lo que está viendo.

Para contar el biopic de Oppenheimer (Cillian Murphy) lo reviste desde el principio con la pátina de una película épica. Es más, nada más empezar cita a Prometeo, aquel semidiós que robó el fuego para los hombres. Así Oppenheimer queda vinculado a la mitología. Una especie de semidiós con todas las vulnerabilidades posibles que le hacen humano. Para seguir en esta línea, este semidiós sensible, intelectual y animal político, se rodea de las dos mujeres de su vida. Y tan solo se las dibuja en su aportación al héroe.

Una es la sensualidad hecha mujer y la otra es la racionalidad práctica. La primera es desequilibrada mentalmente; la segunda esconde su desencanto y amargura en el alcohol. La primera es sacerdotisa de Dioniso, Jean Tatlock (Florence Pugh); la segunda es sacerdotisa de Apolo, Kitty Oppenheimer (Emily Blunt). Las dos son sufrimiento puro y duro. Si uno indaga en sus vidas verá que son mucho más que el desequilibrio y la amargura. Hubo algo más que tormentas en sus vidas.

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Joyas del cine clásico latinoamericano (V). Camila (1984) de María Luisa Bemberg

Camila es una heroína romántica en busca de la libertad para amar.

La madre de Camila O’Gorman es una mujer que ha sido educada para ejercer el rol de esposa y madre, siempre a la sombra del marido. Y es la misma que en una comida en la que su hija expresa su parecer sobre determinados temas políticos, la regaña, diciéndole inflexible: «Come, Camila, cállate y escucha».

Pero cuando, más tarde, en el clímax de la tragedia, se da cuenta de que nadie va a hacer nada por salvar a su hija se rebela, sin miedo alguno, contra la tiranía de su esposo: «Todos estáis enfermos de violencia y de sangre. ¿Alguien levanta la voz para salvar a mi hija? Nadie. Nadie piensa en ella. La Iglesia piensa en su buen nombre. Vos pensáis en vuestro honor. Rosas, en su poder. Lo unitarios en cómo derribar utilizando este escándalo. Pero en mi hija, quién». En esa rebelión se encierra la filosofía del cine de María Luisa Bemberg y explica también el éxito que tuvo Camila cuando se estrenó en Argentina.

La cineasta, que empezó tarde en el mundo del cine y cuya vida familiar tuvo bastantes similitudes con situaciones planteadas en la película, dirigió un elegante y sensible melodrama romántico sobre la trágica historia de la joven aristócrata Camila O’Gorman y el sacerdote Ladislao Gutiérrez. Pero Bemberg lo que hace en este largometraje es convertir a Camila en la absoluta protagonista y la presenta como una mujer que lucha por su libertad y se rebela contra su padre, la sociedad, el gobierno y la iglesia. Todo por encontrar la libertad y defender su amor por Ladislado.

Camila se ambienta además en la época de Rosas, a mediados del siglo XIX, donde el gobernador Juan Manuel de Rosas ejerció un mandato dictatorial durante diecisiete años. Durante su gobierno se identificaban a los federales, sus partidarios, y a sus detractores, los unitarios. Por otra parte, durante aquel periodo también tenía bastante influencia en la sociedad la iglesia católica. La protagonista es una mujer rebelde contra todo lo establecido. No está de más señalar que cuando Camila tuvo un éxito espectacular no solo de crítica, sino también en taquilla, se acababa de establecer la democracia en Argentina después de siete oscuros años de dictadura militar.

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Joyas del cine clásico latinoamericano (II). Memorias del subdesarrollo (1968) de Tomás Gutiérrez Alea

La mirada del personaje principal, Sergio Carmona, es la que domina Memorias del subdesarrollo.

Para contextualizar Memorias del subdesarrollo, no hay más que mirar un poco de la historia del cine cubano. Una vez se produjo la Revolución cubana, se afianzó un grupo de directores cinematográficos e intelectuales que se volcaron en un principio en el documental, sobre todo para filmar el cambio. Tomás Gutiérrez Alea, al que también llamaban Titón, Julio García Espinosa y otros jóvenes del mundo del cine crearon el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). Tanto Titón como Julio García Espinosa habían dirigido ya juntos un mítico corto, El Megano (1955). En él los propios trabajadores de la ciénaga en Zapata, que extraen el carbón de los árboles sumergidos, actúan para mostrar y denunciar sus condiciones de vida.

Julio García Espinosa escribiría varios textos que explicaban en cierta medida lo que estaba suponiendo el Nuevo cine latinoamericano, que nació a finales de la década de los cincuenta. Se centraba claro está en la situación política y social del momento. El texto más importante en cuestión fue Por un cine imperfecto (1969). Y sobre todo lo que explicitaba era un cine alejado de la perfección y de los medios de los estudios de Hollywood y un cine que sirviera para transformar.

En uno de los textos publicados en 1972 en un pequeño volumen recopilatorio (Por un cine imperfecto. Julio García Espinosa. Castellote editor, 1976) explica que «para nosotros lo más importante del cine es que este sea antiimperialista. Perfecto o imperfecto, documental o ficción, analítico o emotivo, pero antiimperialista. Esa es nuestra medida fundamental. Y por la sencilla razón, aparte de otras no menos importantes, de que nuestra cultura no puede desarrollarse, no puede revelarse, no puede aspirar a una genuina validez, si no es en lucha contra el imperialismo, contra el imperialismo como fuerza y contra el imperialismo como concepto del mundo».

Titón siempre se quedó en Cuba. Pasó del corto documental (con algunos que muestran momentos concretos de la Revolución como Asamblea General, sobre la concentración multitudinaria en 1960 cuando se aprobó la primera Declaración de La Habana) al largometraje de ficción. Y del entusiasmo revolucionario al desencanto crítico hasta llegar a la melancolía de algo que nunca fue, sobre todo en sus dos últimos largometrajes más internacionales, cuando ya estaba delicado de salud (los codirigió junto a Juan Carlos Tabío a principios de los noventa): Fresa y chocolate y Guantanamera. Lo cierto es que Tomás Gutiérrez Alea siempre fue fiel a su amor a Cuba y a la idea de la Revolución cubana, lo que le desencantó fue el proceso posterior y las fallas en el sistema. Era un hombre que creía en el poder del debate y la crítica política y social para la mejora.

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De película de estreno a película de estreno y tiro porque me toca

Llevo unas semanas recuperando el ritmo de película por semana en sala de cine, pero en el periplo, no he conseguido que ninguna me deslumbre del todo, tan solo destellos. Todas me han aportado algo, pero no he perdido el sentido con ellas. Y es más, todas están bien contadas, incluso con el ritmo adecuado, en ninguna me he aburrido o he tenido ganas de salirme de la sala, pero me han parecido más cerebrales que emocionales. Ni siquiera había un equilibrio entre ambas posiciones, que varias de ellas lo pedían.

Ninguna “sentipensante”, como dice mi hermana. Solo una me hizo desbordarme bastante, pero sufrí un hándicap grave en la sala de cine. Fui a la sesión nocturna, llevaba una semana toledana y hubo momentos en que la vi entre sueños. Lo bonito es que me quedé con unas ganas locas de volver a verla. Lo que vi entre sueños también me hipnotizó. Curiosamente era la que más se dejaba llevar por la fantasía y la que más se arriesgaba cinematográficamente hablando.

Tres de ellas son el reflejo de una época. Y aportan. Es más, diría que son necesarias, pero no son redondas ni perfectas, no llegan del todo al espectador (sea cinéfilo o no), por distintos motivos que iremos desgranando. Cuentan con una mirada sobre un acontecimiento histórico concreto. Emplean distintos géneros para mostrarlos: cine carcelario, cine judicial y cine social. También, por último, escribiré sobre un documental sobre un crítico de cine, que se queda en un reportaje periodístico correcto.

La “sentipensante”. Tres mil años esperándote (Three Thousand Years of Longing, 2022) de George Miller

También os digo que es una película para ver entre sueños, porque de eso trata. De pronto Miller, con sus 77 años y creador de la saga de Mad Max, decide crear una película de fantasía donde se da importancia a la narración, a los cuentos, en una época racional, científica y de nuevas tecnologías.

Él decide contar la relación especial que se establece entre una especialista en literatura y en las narraciones con cara de Tilda Swinton y un genio que sale de una botella igualito a Idris Elba. Y los dos encerrados en una habitación de hotel en Estambul y luego en una casa solitaria en Londres cuentan una historia dentro de una historia y otra historia…

Algo parecido a esos mundos mágicos de las mil y una noches, el barón Munchausen o el manuscrito encontrado en Zaragoza. Y queda demostrado que incluso en este siglo XXI sigue siendo necesario creer en los cuentos y dejarse llevar. ¿Cómo no te vas a arrastrar hasta una sala de cine con semejante título… Tres mil años esperándote? Por cierto, adapta un relato de una autora a la que no me importaría acercarme, A.S. Byatt.

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Centenario de Pasolini. Querido Pier Paolo (Galaxia Gutenberg, 2022) de Dacia Maraini

 

Querido Pier Paolo, un libro de cine emocionante. Pasolini en estado puro.

Pasolini que estás mis sueños, así podría titularse también el libro de Dacia Maraini. «Es tan extraño que después de todos estos años, en el sueño, siga encontrando la manera de recordarte y de verte. Sigues siendo el joven de cincuenta años que frecuenté en los años sesenta y setenta: cuerpo ágil, deportivo; cara seria, no adusta, sino pensativa; mirada soñadora; paso decidido y siempre a punto de echar a correr».

De los libros de cine más bonitos y emocionantes que he leído este año. Llevaba un tiempo que quería escribir algo sobre Pier Paolo Pasolini. Este año se celebra su centenario, pero es un realizador que no conozco en profundidad. No obstante, siempre me ha llamado la atención su personalidad y su vida. De la filmografía de este director todavía me quedan bastantes películas por ver, pero es cierto que nunca me he puesto a fondo a analizarla al igual que he hecho con la de otros creadores. Pasolini me cuesta a la vez que me atrae profundamente. Quería acercarme a él de alguna manera. Y entonces apareció este libro. Lo vi en un artículo de una revista de cine, fui a la librería días después y el flechazo fue inmediato por varios motivos.

Primero, su autora, la italiana Dacia Maraini. Tampoco he leído muchas de sus obras, tan solo una antología de cuentos, pero me entusiasmó: Amor robado. Sabía, sin embargo, porque indagué en su momento, que fue amiga de Pasolini. Segundo, porque era un libro de cartas y el género epistolar es una de mis debilidades. Maraini a sus 85 años escribe una colección de cartas al amigo ausente. Tercero, la autora se aproxima con una sensibilidad especial a Pasolini a través de los sueños y recuerdos y aporta un retrato que emociona.

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El deseo femenino en el cine español (1939-1975) (Cátedra, 2022) de Nuria Bou y Xavier Pérez

Sara Montiel, reflejo del deseo femenino en el cine español durante el franquismo.

Hay libros que te seducen desde el primer momento. Con El deseo femenino en el cine español (1939-1975), fueron muchos los alicientes que me llamaron la atención para hacerme con él. No solo el título y el tema me sedujeron, sino también la confianza de que de uno de los editores, Xavier Pérez, había leído ya dos libros de cine que me entusiasman (La semilla inmortal. Los argumentos universales en el cine y El mundo, un escenario. Shakespeare, el guionista invisible, ambos de Anagrama). Además indagué un poco más y con Nuria Bou, con quien edita este libro colectivo, también había realizado otra publicación en Cátedra trabajando el erotismo bajo un prisma concreto: El cuerpo erótico de la actriz bajo los fascismos: España, Italia, Alemania (1939-1945). Así queda un díptico temático de lo más recomendable.

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Elvis (Elvis, 2022) de Baz Luhrmann

Elvis está contada desde el punto de vista de su manager el coronel Tom Parker.

Elvis baila y se mueve al ritmo del montaje frenético e hipnótico de la película de Baz Luhrmann. El director australiano atrapa el alma del rey del rock and roll y se nota su admiración por el artista y los conocimientos que atesora de sus canciones y vida. Luhrmann con su fuerza visual habitual, su barroquismo y sentido del espectáculo levanta una obra que va mucho más allá de un biopic musical. Con Elvis consigue construir la historia de un mito cultural del siglo XX en forma de tragedia. De paso atrapa, durante el relato cinematográfico, el espíritu de un país en convulsión continua durante las décadas de los 50, 60 y 70. Baz Luhrmann es capaz de transmitir la fuerza del legado musical de Elvis Presley y por qué su música sigue sonando.

El sentido del espectáculo de Luhrmann es todo un acierto para ir tallando el nacimiento, desarrollo y declive de una figura tan compleja y rica como Elvis Presley. Desde un respeto absoluto y reverencial hacia el cantante, construye un argumento y unos personajes principales con alma. Por otro lado, consigue una historia potente hasta el punto de que si hay un desconocimiento de base del icono cultural, engancha por reflejar una tragedia poderosa de un hombre que termina encerrado en una jaula de oro. Elvis Presley, devorado por el éxito y la fama y también por el amor extremo que siente por la música una vez se sube a un escenario y que transmite a los espectadores que quedaban cautivados por su música. Amor recíproco.

El punto de vista

Son varios los ingredientes que se unen para hacer de Elvis un largometraje que no deja indiferente. Primero, el punto de vista elegido para contar la historia del mito. Un envejecido, solitario y enfermo coronel Tom Parker (Tom Hanks) cuenta su relación a lo largo de tres décadas con Elvis Presley. La historia del mito surge del relato de Parker y de la relación tóxica que atesoraron durante años el cantante y su manager. De los tejemanejes, manipulaciones y mirada distorsionada de Parker logra sobresalir y volar un Presley auténtico, atrapado en sus redes. Elvis Presley, como héroe rebelde, que, sin embargo, no logra nunca desatarse de la presencia de Parker ni de todo el «imperio» que construye a su alrededor. Claramente se va viendo cómo queda atrapado en esa jaula de oro que le condujo finalmente a una muerte temprana a los 42 años.

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Lo que nunca volverá. La infancia en el cine (Applehead Team, 2022), editores: Santiago Alonso, Yago Paris e Isabel Sánchez

«Es curioso que habiendo tenido una infancia insignificante, toda la vida me la paso pensando en ella. El resto de la existencia me parece gris y poco animada».

Pío Baroja

Hay reseñas que se hacen con una ilusión especial, y esto es lo que me ocurre con Lo que nunca volverá. La infancia en el cine. Es uno de esos proyectos soñados en los que servidora ha estado presente y que he ido anunciando que os hablaría de él. En este libro hay mucho cariño, trabajo y ganas de ofrecer un ensayo colectivo que merezca la pena. Veinte personas que amamos ver películas nos hemos reunido alrededor de esta publicación para analizar un conjunto de largometrajes con un tema central: la infancia. Pero además defendemos la crítica de cine como género periodístico a reivindicar.

Como si fuese un jardín secreto (y haciendo referencia a la novela de Frances Hodgson Burnett, publicación fundamental de literatura infantil alrededor de la cual se vertebra la introducción de Santiago Alonso), el lector puede perderse por él. Invitamos a caminar por un vergel lleno árboles, flores, plantas, arbustos de celuloide. Y en ese paseo recuperará una mirada infantil a través de diversas películas que atrapan ese espíritu que hace observar el mundo de una manera distinta.

Lo que nunca volverá. La infancia en el cine nace con vocación de ser no solo un libro de consulta y referencia, sino también un ensayo colectivo que deja al descubierto una variedad de aspectos reveladores sobre la infancia, esta etapa de crecimiento y cambio. Una publicación que pueden disfrutar tanto los cinéfilos, especialmente los interesados en el tema tratado, o aquellas personas que crean en el cine como herramienta para comprender la realidad. Todos podrán disfrutar de un rico abanico de películas para analizar diferentes puntos de vista alrededor de la niñez.

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