La balada de Cable Hogue (The Ballad of Cable Hogue, 1970) de Sam Peckinpah

La balada de Cable Hogue

Balada, según el diccionario de la Real Academia Española, tiene las siguientes acepciones. Por una parte, “canción de ritmo lento y de carácter popular, cuyo asunto es generalmente amoroso” y, por otra, “composición poética, de origen nórdico, en la que se narran con sencillez y melancolía sucesos legendarios o tradicionales”. Sam Peckinpah convierte una balada en película: canta en imágenes un asunto amoroso, con ritmo pausado, protagonizado por un perdedor, un hombre siempre al margen, y una prostituta con sueños de llegar a señora respetada en una gran ciudad. Y es una historia narrada con sencillez y melancolía dentro de la leyenda que ha construido el cine y un género sobre el lejano Oeste.

La balada de Cable Hogue se enmarca en esa interesante metamorfosis que vivió el género western que empezó en los años sesenta y continuó durante los setenta donde nacieron en Hollywood películas crepusculares que dejaban otra mirada (que cuestionaba y removía) sobre un terreno con una mitología cinematográfica especial: El último atardecer de Robert Aldrich, El juez de la horca de John Huston, El día de los tramposos de Joseph L. Mankiewicz, Las aventuras de Jeremiah Johnson de Sydney Pollack, Los vividores de Robert Altman… y un largo etcétera. Y en esa mirada escarbó Sam Peckinpah especialmente en tres películas: la que hoy reseñamos, El rey del rodeo y Pat Garrett y Billy El Niño.

Sam Peckinpah rueda una balada de amor en un Oeste crepuscular, donde ya empiezan a circular los primeros coches, entre dos obras cumbres de su filmografía en las que reflexiona sobre la violencia primigenia del ser humano: Grupo Salvaje y Perros de paja. Así La balada de Cable Hogue queda como una especie de paréntesis en la filmografía de Peckinpah donde no había mucho sitio ni para la ternura, ni para el humor, ni para un amor con notas románticas.

Cable Hogue es un perdedor, un hombre al margen, abandonado por sus compañeros en un paisaje desértico sin agua ni montura. Hogue camina y ya casi moribundo, con plegarias a su Dios particular, se tumba exhausto… pero mete la mano en la arena y descubre agua. Así Hogue construye una especie de “estación” para que descansen las diligencias (en un ruta entre dos localidades donde no había ningún punto para repostar, precisamente por la falta de agua) y sus viajeros y los caballos puedan beber y comer. Ahora este superviviente del lejano Oeste solo quiere seguir su día a día en ese lugar solitario, pues en las nacientes y prósperas ciudades tampoco encuentra su lugar, y con el deseo de vengarse algún día de los dos compañeros que le abandonaron. Pero un día en la ciudad para realizar algunos trámites legales que le permitan sacar adelante su incipiente negocio hace que se cruce en su camino la rubia Hildy, una prostituta…

Cable Hogue y Hildy tienen los rostros de Jason Robards y Stella Stevens. Él, capaz de mil y una emociones tan solo con los matices de su mirada. Ella, tierna pero también superviviente. Y los dos, seres libres, en Cable Springs, esa estación aislada de todo. Su historia forma parte de una balada triste con unos toques de humor, situaciones, a veces, absurdas y unas gotas de ternura. A Cable y Hildy no les rodean personajes amables: les hacen compañía otros seres humanos al margen o que ya forman parte de otros tiempos que se van quedando atrás (los conductores de diligencia, el falso predicador, los viajeros que paran a por agua y comida, los dos compañeros que abandonaron a Hogue, que vuelven a reaparecer…) o también los nuevos protagonistas del futuro (banqueros y especuladores)… pero ellos deciden apostar por unirse sin prejuicios y para seguir sobreviviendo. Su historia de amor puede contarse también por sus baños en bañera o tina… pero también tiene de fondo una balada. Ellos están al margen pero protagonizan una historia como de amor cortés con sus propias reglas… donde los dos se respetan pero a la vez se dejan libres, sin ataduras. Y donde el absurdo destino no les proporciona un final feliz…, aunque estén a punto de tocarlo.

Y no deja de ser irónico que en un mundo en el que ya Cable Hogue no encuentra lugar (pero en el que siempre ha logrado sobrevivir) quien le expulse definitivamente sea un “invento” que augura el final del salvaje Oeste: el coche.

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22 comentarios en “La balada de Cable Hogue (The Ballad of Cable Hogue, 1970) de Sam Peckinpah

  1. Creo que nadie cantó la elegía del Oeste crepuscular como ‘Bloody Sam’. También incluiría por pleno derecho ‘Grupo salvaje’ en la terna que mencionas. Es una despedida explosiva, de furia terminal. Por si no la has visto, que por el blog no la encuentro, te recomiendo ‘Los valientes anda solos’, que tiene muchas conexiones simbólicas con Cable Hogue (y luego con ‘Acorralado’…)

  2. Pues, efectivamente, querido crítico abúlico, no he visto Los valientes andan solos… pero ¡la veré! Me la apunto con letras mayúsculas. Mil gracias por la recomendación.
    … siento más como una trilogía crepuscular las tres mencionadas. Y Grupo salvaje como la culminación a sus westerns anteriores (Compañeros mortales, Duelo en alta sierra, Mayor Dundeee y Gloriosos camaradas), pero sí que tienes razón que forma parte de esa metamorfosis que sufrió el género a partir de los 60 y que él es uno de los que contribuyó a ello.
    Y, como sabes, me encantan las conexiones entre películas y que dialoguen entre sí. Y me llena de intriga esa conexión entre Cable Hogue, Los valientes andan solos y Acorralado…

    Beso
    Hildy

  3. Diantres, se me pasó. Duelo en Alta Sierra también es una de esas pelis que se empleaban siempre para definir la crepuscularidad del western… Yo creo que Peckinpah es un bardo de tiempos extintos… Por cierto, la volví a ver hace poco y me volvió a resultar magnífica.

  4. Una entrañable parábola acerca del triunfo del amor sobre la hostilidad e intemperancia del salvaje Oeste, que deparaba como gran aliciente un registro cómico inusitado en la obra de Peckinpah. Incidiendo en el tema del western crepuscular, suscribo la recomendación de Abúlico («Los valientes andan solos» es una película estupenda) y os recuerdo otro dos paradigmas de aquella manera de entender el género, «Los profesionales» de Richard Brooks y «El hombre que mató a Liberty Valance», probablemente el embrión de aquella tendencia a plasmar la decadencia del Far West. Besos.

  5. No he visto «La balada de Cable Hogue» pero prometo verla muy pronto porque ando escarbando en el cine de los setenta. La balada es un género muy de Peckinpah, sin duda; a veces se podría hablar también de elegía. «Pat Garrett y Billy the Kid» es una de mis diez películas favoritas. Sé que es una película imperfecta y menos compleja que otras suyas, pero hay pocas en la historia que me conmuevan más desde el minuto cero, desde que empieza la música de Bob Dylan. La parte final, con Garrett cazando finalmente a su amigo Billy mientras este hace el amor con una chica, es para derretirse sin remedio.
    Se habla mucho de revisionismo y de crepúsculo en Peckinpah, de manera razonable. Pero Peckinpah entroncaba sin rupturas, y con enorme afinidad, con los grandes directores de western de los cuarenta y cincuenta. A mí me parece obvia su conexión lírica y hasta temática con John Ford, por eso, Hildy, que lo encuadres con «Los vividores» de Altman (que, para mí, no es un western aunque, como la mona, se vista como tal), incluso con la de Mankiewicz (un cineasta racional y elegante, ante todo), me desazona. Tiene más que ver, pienso, con otras películas del Oeste de esos años como «El pistolero» de Siegel o ya algunas de Eastwood como «El fuera de la ley» y en ese plan.

    Aún me incomoda más cuando a veces veo a Peckinpah situado rutinariamente en las listas de los directores que desde finales de los sesenta y setenta hicieron westerns aparatosamente «subversivos» que reescribían la historia, tipo «Soldado azul».
    En sus momentos más emocionantes, es decir, que yo haya visto, en «Junior Bonner», «Duelo en la alta sierra» y «Pat Garrett y Billy the Kid», más que en las también sobresaliente o notables «Grupo salvaje», «Major Dundee» o «Bring Me the Head of Alfredo García» («Perros de paja» es otra cosa), pienso que Peckinpah estaría incluso más cerca de cierta mirada pasoliniana (y fordiana, of course) que, ciertamente, del cine de cualquier Ralph Nelson.

  6. Querido Antonio, ¡tengo que ver Los valientes andan solos! Vuestra doble recomendación me hace estar hipersegura de la decisión, jejeje. Y amo con locura, dentro de ese rico y complejo género que es el western, Los profesionales y El hombre que mató a Liberty Valance, ¡qué dos joyas!

    Beso
    Hildy

  7. Pero, mi querido Luis, ¡no te desazones! Ojo, lo que digo cuando hago esa lista de western (donde incluyo tu odiada Los vividores) es que a partir de los sesenta y durante los setenta el género western sufre una metamorfosis y permite miradas muy pero que muy variadas de una mitología cinematográfica concreta. Por eso entran todos los westerns que nombro. Y además está ese concepto de crepúsculo en el western, y que se da también con más fuerza en esas décadas, y ese reflejo del crepúsculo puede tener puntos de conexión y diálogos con las películas de Ford o Hawks u otros maestros del western que también crearon su propio crepúsculo… o reflejar otros crepúsculos, otras miradas diferentes de las raíces del western…

    Comparto tu amor hacia Pat Garrett y Billy the Kid. Mi escena favorita es la protagonizada por Katy Jurado y Slim Pickens… y de fondo Knockin’ on Heaven’s Door de Bob Dylan. Y ya me dirás que te parece Cable Hogue…, es como un paréntesis extraño en su carrera, donde entra el humor y la ternura.

    Un placer debatir y matizar, ya sabéis.

    Beso
    Hildy

  8. No he visto LA BALADA DE CABLE HOGUE aunque sí una media docena de sus otros filmes,y ya anoté ésta para verla.
    LOS VALIENTES ANDAN SOLOS no es de Pecknpah pero para mí es el western crepuscular por definición.
    Magníficas actuaciones de Kirk Douglas,Walter Mtthau y George Kennedy y escenas de un profundo simbolsmo dentro de un marco de acción y suspenso.
    Como parece que no la has visto,esperaré para comentarla…solo te adelanto la escena del inicio:
    Por el cielo de Nuevo México ruge dejando sus estelas una escuadrilla de jets de combate en maniobras.
    La cámara baja y enfoca a un clásico vaquero (Douglas)descansando a la sombra de su caballo que se alimenta de una bolsa de alfalfa en el morro.
    A mí ya esa escena me atrapó y todo l que sigue es memorable

  9. Pero ¡querido Iván! ya no tengo duda alguna de que no me puedo perder Los valientes andan solos. Ese principio, como cuentas, engancha totalmente. Gracias por compartirlo. Cable Hogue es como un pequeño divertimento triste dentro de la trayectoria del director. Ya me contarás.

    Beso
    Hildy

  10. Pero qué poco me interesó y me gusta el cine de Peckinpah – no es ahora cuestión de entrar en pormenores – y cuanto amo La balada de Cable Hogue. Una película fascinante, única y profundamente hermosa. Comentar que para mi es su mejor película tiene poca o escasa importancia toda vez que comienzo este comentario con semejante juicio de valor. Un gran abrazo Hildy.

  11. Querido Altaica, qué alegría leerte de nuevo…, sí, hay películas a las cuales se ama con devoción. Y lo dejas claro, para ti La balada de Cable Hogue es «una película fascinante, única y profundamente hermosa». Remarcando que, efectivamente, es única dentro de la carrera de su director…, contiene elementos que no estarían presentes en otras películas de su carrera cinematográfica. Por eso no te gusta el cine de Peckinpah en general y, sin embargo, amas Cable Hogue… pues es el elemento extraño dentro de su filmografía: donde hay humor, ternura, romanticismo…, con otros elementos que sí contienen otras (violencia, crepuscularidad, desencanto…). Quizá otra película cercana al espíritu de Hogue sea Junior Bonner.

    Beso
    Hildy

  12. ¡Mi querido Marcos, cuánto tiempo sin saber de ti! ¡Qué alegría leerte de nuevo! Es una balada triste… pero con toques de humor y desencanto.

    Beso
    Hildy

  13. Permíteme una maldad: también me gusta y mucho El rey del juego. En general donde muchos ven crepúsculo yo veo brutal y adolescente redención, donde la mayoría observa potencia narrativa yo bastardo e intolerable exceso, y donde otros hablan de potente descripción de personajes y amistad, yo percibo caricatura y esperpento. Un abrazo

  14. Querido Altaica, sí, estaba segura que también El rey del juego podía gustarte. Y ahí nos dejas y compartes tu mirada sobre la obra de Sam Peckinpa y por qué no te gusta su manera de hacer cine. No te rías pero a mí en ocasiones y momentos es un director que logra sorprenderme, pues me logra transmitir su amargura y su desequilibrio emocional.

    Beso
    Hildy

  15. Qué maravilla de película. Peckinpah aparta por un momento la acción y la violencia y destila esa poesía de la decadencia tan querida a él, de un mundo que se desmorona devorado por la modernidad. La construcción de un país resumida en casi dos horas.

    Yo el western crepuscular lo sitúo mediante la siguiente secuencia: El hombre que mató a Liberty Valance y Duelo en Alta Sierra (1962), Grupo salvaje y Dos hombres y un destino (1969), Dos hombres contra el Oeste (1971), El último pistolero (1975), El jinete pálido (1985), Sin perdón (1992). Cada una es un clavo en el ataúd… todavía, afortunadamente, sin cerrar del todo.

    Besos

  16. … Mi querido Alfredo, me has hecho recordar Dos hombres contra el Oeste, qué película más triste… y además por un director que no dirigía western y que en su carrera suele abundar más la comedia que la tragedia (pero cuando se pone trágico… uff), Blake Edwards.

    Beso
    Hildy

  17. De Peckinpah la que más me ha impresionado es TRAIGANME LA CABEZA DE ALFREDO GARCÍA en que utilizó a uno de sus actores fetiche,Warren Oates y en la que mejor se justifica su título de «poeta de la violencia»
    Recuerdo en especial la escena cerca del comienzo donde unos bandidos masacran en la carretera a toda una familia mexicana,menos al abuelo que contempla los hechos con una quietud de estatua con las manos arriba,como testigo de una vioencia ancestral que no terminará nunca(ver como están las cosas en México actualmente)

  18. Me atrevería a catalogar de western crepuscular aunque en clave de comedia a CAT BALLOU de 1965 protagonizada por Jane Fonda y Lee Marvin,Oscar por esta performance.
    En España se llamó La ingenua explosiva y en América La tigresa del Oeste.
    Es una pequeña joya olvidada,la vi en la gran pantalla y nunca la encontrado en TV o tiendas de video
    Hay escenas muy patéticas dentro de la sátira,como cuando la protagonista visita a los envejecidos y caducos pistoleros otrora gloriosos de la banda del Hoyo en la Pared

  19. Sí, querido Iván, Quiero la cabeza de Alfredo García tiene momentos tremendos y es toda una espiral de violencia… y La Ingenua explosiva todavía no la he visto, solo a veces y a trozos… ¡me la apunto! porque me encanta Jane Fonda y también Lee Marvin.

    Beso
    Hildy

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