Fernando Fernán Gómez, director. Sesión continua.

Solo para hombres

Descubrir al Fernando Fernán Gómez, director de cine. El programa de La 2 Historia de nuestro cine está ejerciendo una buenísima labor de divulgación. De esta manera se están programando y emitiendo películas, algunas muy difíciles de acceder a ellas, de cine español. Y se están completando filmografías muy interesantes. Como por ejemplo la de Fernando Fernán Gómez. Últimamente he podido ver tres de sus películas como director que nunca había visto, y me han deparado buenas sorpresas.

La vida por delante (1958)

Un cóctel de géneros, personajes que enganchan, experimentos formales, influencias cinematográficas y literarias varias… y mucho, mucho encanto para La vida por delante.

… comedia, costumbrismo… y mucha mala baba. Porque La vida por delante es ese Madrid de posguerra y dictadura que camina hacia el desarrollismo, ese Madrid triste y gris que trata, no obstante, de salir adelante.

Así Fernando Fernán Gómez nos hace acompañar a una pareja, más o menos, de clase media. Ella es Josefina (Analía Gadé) y él es Antonio (Fernando Fernán Gómez). El espectador está con ellos desde que terminan sus estudios universitarios, durante su noviazgo, su boda, su viaje de novios, su intento de programar la vida como exigían aquellos tiempos (trabajo, una casa, un coche…, hijos…).

Tratan siempre de pregonar, impasibles, su felicidad ante todos los obstáculos, engañarse y crearse una vida color de rosa bien impuesta… pero todo no es perfecto, y ellos lo saben pero no se rinden, y si caen en el desaliento vuelven a levantarse. Y a esa vida gris tratan de darle los colores del arcoíris: que hacen un viaje de novios cutre en autobús, ellos dicen que fue maravilloso… Que buscan una casa que aún no está construida, cuentan que va a ser lo mejor que puedan encontrar. Que no encuentran el trabajo de sus sueños, se reinventan una y otra vez, fracaso tras fracaso…

Y mientras aprenden a aguantarse y conviven con los defectos del otro. Y con sus virtudes. Construyen su relación como pueden. Pero ellos, en el fondo, nunca dejan de soñar, no renuncian. Y su pequeña rebelión es negarse a rendirse, a sucumbir a una vida gris…, a inventarse una vida de color de rosa que ni siquiera rozan. Se niegan a hundirse, aunque vayan directos a un futuro gris… mientras se despiden del amigo soltero que va en descapotable con risas y un montón de chicas.

No hay resumen más bonito de la película que una contestación que da Antonio a un abogado después de perder un juicio (para más inri, uno en el que estaba implicada su mujer). El abogado jefe le dice al protagonista: “No se preocupe, tiene usted una vida por delante” y Antonio contesta: “Ya, pero es que yo la prefiero alrededor”.

La vida por delante atrapa no solo por una galería de actores principales y secundarios entrañable (Rafaela Aparicio, Manuel Alexandre, José Isbert, Gracita Morales…), sino por ese reflejo del Madrid de los años cincuenta, de su espíritu de Villa, su tráfico, sus escaparates, bares, viviendas… Pero también por la forma que tiene Fernán Gómez de contarnos la historia. Con interrupciones geniales como las del propio Antonio, que cuenta su historia a los espectadores; sus voces en off, un flash back que termina uniéndose con el presente…, el contar un mismo accidente desde varios puntos de vista y teniendo en cuenta las maneras de hablar de cada narrador…

Mientras Fernando Fernán Gómez construye su personalidad como director bebe de aquellos que le aportan y miran el mundo con unos ojos que comparte. Así sobrevuelan gotas de Berlanga, Azcona, Ferreri…, del teatro de Arniches o Mihura…, del neorrealismo u otras tendencias cinematográficas europeas de los años cincuenta que hicieron volar al cine formalmente… y dieron importancia a los exteriores, a las calles… y a contar la realidad desde puntos de vista frescos, originales. Pero algo que se agradece a La vida por delante es contar en tono de comedia una historia triste.

Solo para hombres (1960)

Divertidísima e inteligente adaptación de la obra teatral Sublime decisión de Miguel Mihura. Encontrarme con esta película ha sido toda una buena sorpresa. Regresamos a Madrid… pero esta vez el de finales del siglo XIX, y de nuevo el tono de comedia para contarnos cosas muy serias. Otra vez la pareja de Analía Gadé y Fernando Fernán Gómez arropados por una galería de buenísimos secundarios (Manuel Alexandre, Elvira Quintilla, Erasmo Pascual…).

Y el reflejo, que hizo Mihura para el teatro y Fernán Gómez para el cine, de la situación política española en el XIX, el retrato del funcionariado decimonónico (con la sombra de aquel mítico artículo de Larra, Vuelva usted mañana) que sigue proyectando todavía su alma en pleno siglo XXI y la muestra de la situación de la mujer… se convierten en una privilegiada y amena clase de historia.

La protagonista es Florita, condenada como su hermana, a la búsqueda y captura de un novio que le permita un futuro económico seguro… y esta se rebela a su destino tomando una insólita decisión que desestabiliza todos los ámbitos que la rodean (su familia, su barrio… e incluso la vida social y política… del momento). Su decisión es trabajar como funcionaria en el Ministerio de Fomento y así conseguir su ansiada libertad tanto familiar como emocional. Pero el camino de nuestra heroína no será fácil.

La historia de Florita se desarrolla sobre todo en dos lugares: la casa familiar y el lugar de trabajo (el departamento al que es asignada) pero también hay sitio para las calles, para el descampado (donde se baten en inútiles duelos), para los cafés… y entre alternancia política y alternancia política, Florita emprende su batalla como mujer trabajadora (por nadie comprendida) en busca de su libertad. Florita se convierte en todo un tsunami en su departamento… ¡una trabajadora rápida, eficaz, diligente, que quiere más y más trabajo y además amable con el público y con sus compañeros de trabajo! (pero claro ellos encuentran la razón: viene equipada con su máquina, una pluma estilográfica)… y además encuentra también el amor en Pablo, otro funcionario, que también va a la caza de esposa y que trata de combatir día a día contra la pobreza y la amenaza constante de ser cesante, con dosis de mentira y picaresca.

De nuevo Fernando Fernán Gómez como director elige la comedia para temas muy serios y además busca la forma adecuada de contarlos con ayuda de técnicas teatrales que adapta de forma adecuada al lenguaje cinematográfico (por ejemplo, un narrador que se dirige al público), con voces en off, con elementos fundamentales de finales de siglo como la prensa, la caricatura, el vodevil… y un uso exquisito del humor (que tiene sus raíces en el texto de Mihura).

Mi hija Hildegart (1977)

Una película basada en hecho real que plantea temas muy interesantes, pero a mi parecer fallida. Y en parte porque tiene un personaje central potente y maravillosamente interpretado pero la galería de secundarios no acompaña esta vez. También porque a pesar de que tiene buenos momentos cinematográficos, esta vez tampoco funciona la forma de contarla.

Rafael Azcona y el propio Fernán Gómez huyen del humor y de la ironía pues la película pretende ser un análisis frío que permita comprender cómo funcionó la cabeza de Aurora Rodríguez al matar a su hija Hildegart en 1933.

Su estructura no se deja ver correctamente pero se pretende contar la historia desde dos puntos de vista: los recuerdos de un periodista (que precisamente escribió una novela que sirve de inspiración) y la mirada del joven abogado que se ocupó del caso. Dos personajes anodinos que son comidos por un personaje: Aurora (Amparo Soler Leal). Por otra parte tampoco funciona la química que establece Aurora con el personaje de su hija Hildegart (interpretada sin carisma por Carmen Roldán), algo que hubiera aumentado la complejidad y el interés de esta historia.

No obstante lo que sí consigue la película es interesarse por la historia detrás de Aurora y Hildegart, indagar, descubrir y leer. Cinematográficamente hay dos momentos que remueven y generan incomodidad pero a la vez son claves para entender los mecanismos de ambas.

Dos veces aparece una feria y una atracción absolutamente humillante. Unas mujeres tumbadas en unas literas de tela, mientras los hombres tiran bolas contra ellas hasta que logran tirarlas… para expresar la situación de las mujeres respecto a los hombres y entender la lucha idealista, pero también radical, que pretendían mujeres como Aurora (que preferían un mundo sin contar con los hombres). Y otra tremenda es cómo Aurora humilla a su hija a la que quiere impedir que salga, que sea libre, que disfrute con sus compañeros, que se enamore o que sea feliz… Hildegart quiere salir sola, arreglarse, e ir sin su madre al encuentro de un amigo. Esta la desnuda en el baño y la pinta violentamente en el pecho, en la tripa y en las nalgas el nombre de Aurora. Como si fuera una posesión. Dándola a entender que toda ella es una creación única de ella, Aurora. Y que está ahí para cumplir una misión, su misión. Hildegart era una adolescente prodigio abanderada de la liberación de la mujer y de la sexualidad (y de conceptos más polémicos como la eugenesia)… que sin embargo nunca fue libre… y mantuvo una compleja relación con su madre que no solo no pudo romper sino que terminó con su vida.

Por último queda el paradero de Aurora como si fuera un misterio, una leyenda enterrada y olvidada. Cuando estalló la guerra…, la prisión quedó abierta y se dice que ya no se supo nada más de Aurora… Pero precisamente cuando se estrenó la película y volvió a ser noticia, se supo que su paradero fue el psiquiátrico de Ciempozuelos y que allí falleció… Ella siempre dijo que fue totalmente consciente de sus actos, su historial médico decía que sufría esquizofrenia paranoide. ¿Realmente tenía un problema grave de salud mental o sus planteamientos radicales y llevados al extremo la llevaron a la locura o nadie se paró a entender de dónde procedía su radicalidad y extremismo prefiriendo marginalizarla en el mundo de la sinrazón?…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

6 comentarios en “Fernando Fernán Gómez, director. Sesión continua.

  1. Excelente, amiga Hildy. Fernán Gómez fue un auténtico genio en todo lo que hizo. Además experimentó como director tocando diferentes técnicas que por aquel entonces no se llevaba porque no se conocía. Qué tipo, madre mía. Ya sea cuando escribía, cuando interpretaba, cuando dirigía o cuando echaba rayos por los ojos y centellas por la boca. Incluso los pesados y soporíferos dibujos animados de Don Quijote (donde él pone su personalísima voz) destaca el tío. Irrepetible, genial. ¿Sabías que a mí nunca me compraron una bicicleta? No llegaron ni a engañarme con aquello de: «las bicicletas son para el verano». Me lo decía yo para consolarme: «Ya me comprarán la bicicleta el próximo verano». Y las bombas sin caer.

    Besos

  2. Estupendo, estupendo. Merece reconocimiento, recuerdo y reivindicación siempre. Los planteamientos de sus películas siempre son interesantes; no así los acabados, que en algunos casos son horribles, pero en todas sus películas, hasta en las peores, siempre hay un sustrato de profundidad e interés que obliga a verlas, al menos una vez. Y, para el recuerdo, la frase que para mí resume siempre de manera escalofriante lo que es la guerra civil, y también este país: «no ha llegado la paz; ha llegado la victoria».

    Sus memorias, El tiempo amarillo, es una lectura gozosa e imprescindible que yo descubrí gracias a un tal Machuca que suele comentar por aquí (si es que hay cada uno que…).

    Besos

  3. Yo he disfrutado mucho con sus pelis. Recuerdo que tras ver «La silla de Fernando» -documental donde hay momentos realmente hilarantes, era la bomba el tío- al poco de su muerte y porque andaba de duelo yo misma por otro muerto, esta vez mío, y no tenía nada mejor que hacer que ver sus pelis y llorar o rumiar. Fue entonces cuando me enganché a él como autor y no me he arrepentido.

    Hay otro creador-actor que siempre le menciona, El Brujo. Y es que también me entusiasma este tipo.

    Asi que no puedo por menos que pensar chapó por tu entrada y por dedicarle un espacio.

    Besos alrededor, claro que sí.

  4. Sí, querido Francisco, para mí siempre ha estado ahí, pero no había ahondado en su parcela como director, precisamente porque no es fácil acceder a alguna de sus obras. Hace poco disfruté en el cine con el reestreno de EL MUNDO SIGUE. Ay, las bicicletas son para el verano… Yo recuerdo la mía, con mis hermanos, y las excursiones por «el camino de las bicis»… Qué tiempos. Hace siglos que no me subo a una…

    Beso
    Hildy

  5. Ay, mi querido Alfredo, «no ha llegado la paz; ha llegado la victoria», ¡qué frase más heavy! De esas bicicletas para el verano. Sí, qué recomendaciones literarias infinitas tenemos gracias a Francisco. No he leído las memorias de Fernando… Apunto ese tiempo amarillo. Sin embargo, hace poco leí una novela maravillosa de Marcos Ordóñez y ahí en sus páginas está un Fernando Fernán Gómez muy especial…

    Besos en el tiempo y el espacio
    Hildy

  6. Mi querida Marga, me quedé con ganas de ver ese documental, lo tengo en mi larga cola de películas pendientes. Sí, para mí el cine muchas veces me repara, me recompone, me tranquiliza, me calma, me consuela… y en esos momentos también descubro obras que ya no olvido. Cómo lo entiendo.
    Yo estoy disfrutando muchísimo del Fernando, director. Me gusta mucho.
    El Brujo reconozco que me lo he perdido demasiadas veces en los escenarios…, qué pena.

    Besos alrededor (me ha encantado esta modalidad…)
    Hildy

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