Siempre nos quedará el western. El Dorado (El Dorado, 1966) de Howard Hawks/La venganza de Ulzana (Ulzana raid’s, 1972) de Robert Aldrich

El western es un género que siempre me depara buenas sorpresas. Un género con historia, con evolución e innovación. Un género que sigue vivo, que tiene muchas miradas que ofrecer. Que cuenta entre sus títulos con clásicos, con westerns crepusculares, otros increíblemente modernos u otros críticos con la historia que reflejan. Algunos directores se dedicaron de lleno al género e incluso crearon variaciones de una misma historia; como es el caso de Hawks, que aunque vienen de fuentes literarias diferentes, tanto Río Bravo como El Dorado forman una dupla de oro del western intimista, aunque por separado ambas son mucho más que puro entretenimiento. Y otros directores se dedicaron menos pero sin embargo sus westerns supusieron una evolución en el género, como Robert Aldrich, que encauzó el género a una mirada menos poética e idealista y sí a una mirada más violenta, crítica y realista, de perdedores supervivientes con una vuelta de tuerca a los estereotipos. Otra lectura a la historia del salvaje Oeste.

El Dorado (El Dorado, 1966) de Howard Hawks

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¿Un western entretenido, íntimo, divertido pero también profundo, que hable de un grupo de perdedores que se unen ante el peligro, ante la amenaza? Hawks ya lo logró en Río Bravo pero en El Dorado evoluciona un paso más, puede parecer más imperfecto pero es que así fue el salvaje Oeste… en ese Dorado hay más sensación de espontaneidad y frescura, de historia inacabada que continúa…

Así El Dorado regala la historia de un grupo de amigos y conocidos variopinto, un grupo que por separado pueden ser grandes perdedores o marginados, que se unen para conseguir que el malo de la función reciba su merecido. Y entre estos dos westerns (así que pasen siete años entre uno y otro), un nexo de unión: John Wayne. En Río Bravo es el sheriff que se da cuenta de que no está solo ante el peligro; en El Dorado es un mercenario cansado con sentido de la justicia y de la amistad que ve que no puede seguir su camino de lobo solitario.

En El Dorado hay hasta un trovador, el joven inexperto lanza cuchillos, que no solo es divertido sino que conoce a los poetas e ilustra la aventura con un poema de Poe. Él es Mississippi (carismático James Caan) que se cruza en el camino de un viejo mercenario (John Wayne)… y ya no se separan. Mississippi con su extraño sombrero de copa, herencia de un viejo amigo, pinta un Oeste amable, que alimenta sus leyendas. El viejo mercenario recibió una bala en su última misión, que se complicó por azar, por una mujer guerrera y valiente que quería vengar la muerte de su hermano… y ahora esa bala le trae complicaciones, a veces deja paralizada la parte derecha de su cuerpo (algo que un pistolero no se puede permitir). Esa joven pistolera se salta los estereotipos femeninos del Oeste, ella quiere ser a todas horas la más valerosa. No quiere ser la dama que espera al guerrero. Y pertenece a una familia de granjeros trabajadora a la cual quiere expulsar el cacique del pueblo, para lo cual no duda en contratar a mercenarios-pistoleros que no tengan compasión alguna (con lo que no cuenta es con el código de honor que existe entre ellos). En ese pueblo hay un buen sheriff, con cara de Robert Mitchum, al que una historia de amor fallida le lanza a los brazos del alcohol…, prefiere ahogar sus penas y dejarse humillar día sí y día también… pero este sheriff tiene un buen amigo, el mercenario. Y este decide ayudarle en una misión que se está convirtiendo en insostenible y que se dé cuenta de la humillación que sufre cada día. A la vez el mercenario tiene en ese pueblo a una gran amiga, una bella y joven viuda que además es buena empresaria… incluso él se plantea a veces plantar sus raíces y dejarse cuidar. El sheriff cuenta también con un ayudante fiel, un anciano aventurero que no le abandona ni en sus peores momentos.

Así la aventura reúne a un joven inexperto y poeta, a una chica pistolera, a un sheriff alcohólico, a un mercenario lesionado, a un abuelo, a una chica vivaz que tiene dos buenos amigos en su vida… contra el cacique o el malvado del pueblo, que contrata a los pistoleros más temibles (y a uno silencioso y elegante con cicatriz en la mejilla, Christopher George). Y El Dorado se convierte en un western vital, como muchas de las películas de su creador, un canto a la amistad y a la vida a pesar de sus obstáculos y problemas. Robert Mitchum está impagable en esa bañera en plena celda… donde todos sus viejos y nuevos amigos transgreden su intimidad y le regalan jabones… Y por supuesto siempre preguntando que quién es ese joven del sombrero extraño (al que le presentan en múltiples ocasiones… pero con las resacas, ya se sabe). Hawks nos regala un western íntimo, entre amigos, con la poética del Oeste salpicada de vitalidad y momentos privados entre personajes con sus defectos y virtudes que se levantan una y otra vez.

La venganza de Ulzana (Ulzana raid’s, 1972) de Robert Aldrich

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Robert Aldrich cultivó pocas veces el género western pero cuando lo hizo supuso un camino abierto, una evolución. Aldrich no dio la espalda a la cara oscura y oculta de esa conquista del Oeste. Su Oeste es duro, injusto, tremendamente triste… Y es uno de esos directores que empezó a cambiar la mirada sobre la historia, acercándose más a la realidad. No alimentó la leyenda del Oeste sino que trató de mostrar su lado negro. Y esa negrura es el destino de los indios en las reservas para que los colonos conquistaran nuevas tierras… que ya estaban habitadas.

En 1954 disfrazó a Burt Lancaster de apache que se niega a su destino en la reserva. Que se niega a la humillación, a perder sus raíces y cultura. Así Apache convierte al indio no en ser anónimo y enémigo a batir sino en personaje complejo que ve cómo le quieren quitar protagonismo, raíces y tierras, cómo quieren eliminarle del mapa. Y en 1972 le da el papel del viejo explorador McIntosh, de vuelta de todo, que conoce bien cómo son los indios y los colonos, que sabe cuál es la historia y que se da cuenta de que cómo se comportan unos no es tan diferente a cómo se comportan otros. Que conoce la vida en la reserva de los indios, sin futuro y libertad, y la dureza de vida de los colonos aislados de todo en tierras poco clementes y violentas. Y que sabe que todos son seres humanos, supervivientes, con lo peor y lo mejor dentro de cada uno.

El Oeste de Aldrich es violento y deja imágenes estremecedoras como ese soldado que ante el ataque de los indios (Ulzana y los suyos que han huido de la reserva) prefiere pegar un tiro en la frente a una mujer que le ruega que no la deje sola y tratar de salvar al hijo pequeño y que ante su fracaso, se dispara en el rostro antes de caer en manos del grupo.

Los personajes de este western, tanto los colonos como los indios o los soldados del séptimo de caballería o el explorador y ese guía indio, muestran momentos de sublime poesía y detalles emocionantes así como gestos de gran humanidad, para en el siguiente fotograma mostrarles llenos de odio y violencia o capaces del gesto más temible e irracional. Así el explorador duro entiende a uno y a otros…, trata de hacer comprender ese mundo hostil al joven del séptimo de caballería, que ve cómo su idealismo, sus creencias religiosas y ganas de entender (Bruce Davison) se van transformando en irracionalidad y odio ante una realidad que se le queda grande.

Y, como no hay leyenda ni poesía sino toda la crudeza y dureza de un paisaje salvaje donde lo más difícil es sobrevivir, Aldrich solo puede congelar el rostro desencantado de su protagonista, que se ha dado cuenta de que ya no le queda nada más que hacer, tan solo fumarse su último cigarrillo.

Nota. La venganza de Ulzana ha sido uno de los westerns programados en el ciclo de cine organizado en el museo Thyssen para acompañar la exposición La ilusión del lejano Oeste (hasta el 7 de febrero).

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13 comentarios en “Siempre nos quedará el western. El Dorado (El Dorado, 1966) de Howard Hawks/La venganza de Ulzana (Ulzana raid’s, 1972) de Robert Aldrich

  1. Para mí es el género cinematográfico por excelencia. No tiene un peso equivalente en literatura (aunque sí haya literatura sobre él) y, además, dentro de sus fronteras es que cabe todo, cualquier drama. A ver si le echo un ojo a Ulzana, que no la he visto y Aldrich es mucho Aldrich. Desde luego en Veracruz regalaba un peliculón importante…

  2. Querido crítico abúlico, a mí es un género que me apasiona y me hace descubrir muy buenas historias y personajes. Disfruto mucho de las películas del Oeste. Y me queda todavía muchísimo por ver. La de Ulzana llevaba mucho tiempo detrás de ella y no me ha decepcionado. Es dura y violenta pero con buenos personajes y mucha complejidad. Sí, Aldrich es mucho Aldrich, yo adoro también un western de él que se llama El último atardecer y que descubrí no hace mucho.

    Beso
    Hildy

  3. Soy incapaz de de decidirme y quedarme con una de las dos de Hakws….tal vez no sea necesario hacerlo….al contrario….ademas uno puede hacer el ejercicio de ver como va evolucionando el gènero con los años. Ambas son una gozada total, el cine en su esencia….
    La de Aldrich contiene la persecucion a caballo que mas me ha hecho vibrar de toda la historia del cine….es un peliculòn tremendo, con una garra poco habitual aunque viniendo de Aldrich no sorprende. Muy fisica sin perder de vista lo moral y amoral de la conquista.
    Mira desde aqui me propongo cuando pasen las fiestas ponerme con el muy digno remake disimulado de la pelicula de Aldrich….pelicula a la que le tengo muchas ganas de analizar. Primero tengo que volver a verla. No voy a decirte el titulo aunque posiblemente sepas de cual hablo….asi le metemos suspense al asunto.
    Que grande esta Burt Lancaster y cuantas cosas se dicen con el personaje de Bruce Davidson…y que forma de comenzar una pelicula….en medio minuto pasas de un partido a la tensa accion. Eso es economia narrativa y lo demas cuentos…un abrazo

  4. Mi querido Victor, tienes toda la razón del mundo, no hace falta quedarse con ninguna de las dos de Hakws, ambas son una gozada total. Te confieso que yo la que más he visto ha sido Río Bravo… y es que es uno de mis westerns favoritos. Cada vez que sale esa escena de la celda, todos cantando, no puedo evitar una sonrisa enorme.

    Y la de Aldrich una buena sorpresa. Este director cada vez me gusta más. Y sí es tremenda y dura.

    ¡Victor, que me has pillado o estoy muy despistada… así que voy a esperar con ansia a que pasen las fiestas para leerte en la sala oscura…! Que no caigo cuál es el remake disimulado, qué desastre soy.

    Tengo especial predilección por Burt Lancaster, ya lo sabes. Y Bruce Davidson tan rubio y angelical es un personaje complejo y apasionante…, tienes razón cuántas cosas se dicen con su personaje…

    Besos
    Hildy

  5. Cada una en lo suyo, no sabría con cuál quedarme; me encantan las dos. Por simple memoria sentimental, «El Dorado», un western sencillamente glorioso, segunda pata de la «trilogía de la cárcel» (me acabo de inventar el nombre) que cierra Hawks con «Río Lobo» (1970), su cuarto y último «Río…» y su última película.

    Disfruté mucho de la exposición del Thyssen.

    (un secretillo: «El Dorado» tiene un importante papel en la novela-o-lo-que-sea que tengo cociéndose en varios editores, a ver si cuela…)

    Besos

  6. Mi querido Alfredo, fui a esa película del ciclo del Thyssen pero todavía tengo pendiente la exposición, que iré en breve. Jo, me dio mucha pena, ya le dije a Marcos, porque fui a la Manuel Alvar a la exposición de Sinatra (el último día) y resulta que estuvisteis los dos en un acto, que seguro fue precioso, el día anterior. Me hubiese encantado ir y poder saludaros… ¡Estuvimos tan cerca de un encuentro!

    A mí también me encantan las dos de Hawks… ¡son tan vitales!

    Por cierto, esa novela ¡quiero tenerla en mis manossss! lo más pronto posibleeeee.

    Beso
    Hildy

  7. Efectivamente, ‘El último atardecer’ es otra película magnífica. Hace poco sacaron en muchos sitios el fragmente de Kirk Douglas cantando el cucurrucucú paloma, por aquello de que lo hace en español macarrónico. Por lo visto, tanto él como Trumbo quedaron un poco decepcionados con el resultado de la obra, pero a mí me pareció una tragedia westerniana muy intensa, narrada con mucha potencia.

  8. Pues he de confesar que «las pelis del Oeste» no ha sido un género que a priori me llamara mucho, he aprendido a apreciarlo con los años. Como las dos que mencionas al principio, las he visto más de una vez y siempre logran emocionarme. La venganza de Ulzana queda apuntada…

    Y me habéis animado a acercarme al Thyssen, no me llamaba mucho, tengo mi propio contencioso con algunas de las exposiciones fiasco que suelen programar durante navidades y no sé porqué pero me daba que esta podía ser una de ellas. Este sábado iré, ea.

    En cuanto a literatura del Oeste hace unos meses leí un libro fantástico: Butcher´s Crossing de John Williams. Es uno de esos libros que no tienes temor a recomendar porque estás convencida de que guste el tipo de lectura que guste será complicado no disfrutar con él. Si tienes algún regalo pendiente para estas Navidades ya sabes. O para ti misma, qué narices! jeje

    Besos «Jau»!

  9. ¡Mi querida Marga, me encanta la recomendación que me haces de John Williams, qué ganas!

    Yo todavía no me he acercado a la expo del Thyssen, sí al ciclo de cine, pero pronto lo haré, me apetece mucho.

    A mí las películas del oeste he de reconocer que me gustan un montón y que además, como todos los géneros, es interminable, y se descubren cada día joyas… como la tremenda La venganza de Ulzana.

    Besos desde la diligencia
    Hildy

  10. Querida Hildy,
    Lo primero desearte unas muy Felices Fiestas, espero que las estés disfrutando a tope en familia, y con muchísimo cine del bueno.
    Una gozada leer a propósito de este par de obras maestras.
    Me fascinan las variaciones sobre un mismo tema de los grandes autores, en las que Hawks, como Ozu o Walsh, fue un extraordinario especialista.
    Es un lugar común repetir que “El Dorado” no está a la altura de “Río Bravo”, cosa cierta, pero qué puede importar cuando nos encontramos ante una nueva obra sobresaliente…Y que, además, tiene algo de relectura irónica de su predecesora, lo que refuerza sobremanera su encanto. Por no hablar del irresistible placer cinéfilo de analizar las repeticiones y diferencias entre ambas.
    Si “Rio Bravo” era ante todo una película sobre la recuperación del autorespeto y la lealtad en la amistad, creo que en “El Dorado” el gran tema es la decadencia física y cómo encararla con dignidad e incluso humor, especialmente en ese ámbito de la competencia profesional tan querido a Hawks.
    Entre las cosas que me gustan muchísimo de “El Dorado” y que la distinguen de “Río Bravo” citaría:
    – el maravilloso espíritu lúdico, de celebración que, a pesar de algunos apuntes trágicos, destila la película, con incluso una mayor presencia del humor que en su predecesora;
    – la poderosa incorporación de Robert Mitchum al universo hawksiano, al que sus inimitables temple y socarronería se ajustan como un guante (por cierto, cómo me gusta ese momento en que Mitchum demuestra su extraordinaria puntería con el rifle disparando hacia el barman que encarna su propio hermano Chris, y a éste se le clavan las astillas en la mano);
    – la relación, de altísimo voltaje sexual, entre James Caan y Michelle Carey, escena de pajar incluida. Es como si el septuagenario Hawks intuyera la franqueza sexual entre los jóvenes que en breve iba a explosionar en el cine americano;
    – el villano que compone Christopher George. En “Río Bravo” los malos (John Russell y Claude Akins) apenas tenían relieve, aquí el pistolero de George tiene una marcada personalidad y destaca por su inteligencia, y hasta el final disfruta del máximo respeto profesional de Wayne (y por tanto de Hawks);
    – el hecho de que cuando ganaban terreno los westerns crepusculares y/o revisionistas, Hawks se planta con uno festivo, elegíaco, de un clasicismo reafirmado.
    En cuanto a la ausencia de Brennan, el siempre espléndido Arthur Hunnicutt no pretende emularlo y se limita a ser él mismo con insuperables resultados.

    “La venganza de Ulzana” es mi western favorito de Aldrich, por encima de “Apache”, “El último atardecer”, e incluso “Veracruz”. Es una obra descarnada, durísima, con momentos de una crueldad inusitada (grabados a fuego tengo a esos apaches lanzándose entre ellos un corazón humano, o el cadáver del granjero que encarna Karl Swenson, el inolvidable borracho apocalíptico de “Los pájaros”, con la cola de un perro en la boca), que argumentalmente recuerda vagamente a “Mayor Dundee” de Peckinpah, y en la que uno siente como pocas veces que está contemplando lo que en realidad fue el Oeste. Lo más sorprendente es quizá el extraordinario logro de Aldrich, un gran barroco por vocación, en un registro de extrema sequedad narrativa, de alta depuración estilística, y ese sentido del paisaje, digno de Ford o Mann. Una joya.

  11. ¡Toma ya, mi querido Javier!¡Muy felices fiestas también! Y pedazo comentario de las dos películas de esta sesión doble. Sí, es verdad, me gusta mucho el pistolero con cara de Christopher George, con su cicatriz en la mejilla. Y sí adoro al último Hawks que realizó películas vitales como Mi juego favorito, Hatari, El Dorado… Y ya sabes, adoro a Robert Mitchum… y aquí, cuando está en su bañera…, es que lo enmarco, jajajaja.
    Y sobre lo de La venganza de Ulzana tienes razón, es durísima y las escenas que describes, es cierto, que se graban en la memoria. A mí Aldrich no para de darme buenas sorpresas.

    Beso (y lo de chavala… ¡me quita un montón de años, jajajaja!)
    Hildy

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