El sonido de las olas, las propias olas… y el sacrificio de una cabra blanca por un anciano… son las primeras imágenes de Aguas tranquilas. Y atrapan. La muerte, la sangre roja que resbala hasta un cuenco, y la naturaleza a través de un mar que habla, que vive. Los sonidos… Naomi Kawase en unos fotogramas refleja uno de los temas de su obra cinematográfica: el ciclo de la vida que no puede explicarse sin comprender la muerte.
La directora japonesa (que dio sus primeros pasos a través del documental autobiográfico y que es una gran desconocida para Hildy, siendo esta obra de ficción la primera a la que se enfrenta) “escribe” con la cámara a través de las sensaciones y las emociones y construye un poema visual con historia de fondo. La muerte dialoga con la vida o viceversa. La naturaleza dialoga con el ser humano. ¿Dialogan o debaten? ¿Se escuchan o se evaden? La pasión adolescente y el aprendizaje de la vida se mezcla con las despedidas y el abandono de la existencia. La juventud se cruza con la vejez… se acercan y se alejan. El amor y el sexo. La muerte y el miedo. Los descubrimientos. Callar o gritar los sentimientos. Los secretos. Los silencios. La importancia de la despedida. La risa o la lágrima.
Dos adolescentes se enfrentan a la vez a la muerte (y por tanto también a la vida) por caminos diferentes que al final se funden. Él es Kaito. Ella es Kyoko. Tienen 16 años. Y se atraen. Él ve flotando en el mar un cuerpo tatuado, muerto. Kaito huye asustado, confundido. Ella está viviendo cómo se le escapa la vida a su madre enferma. Y siente que no va a poder asumirlo. Los dos viven en la isla de Amami-Oshima en Japón. Naturaleza y rituales. Canciones y bailes, presente y pasado. La vida fluye, la muerte llega. La danza de agosto o esa canción que habla de cómo resistir la ausencia del ser querido o cómo resistir que tú mismo estás destinado a abandonar la isla…
Naomi Kawase filma un poema y cada uno de sus versos se comporta como las olas del mar. A veces un torbellino de emociones, otras la calma. Un viaje en bicicleta… y el viento golpea el rostro. Un árbol con cuatrocientos años de historia y perder la vista en sus ramas. Otra cabra que muere lentamente mientras dos jóvenes observan y sienten de distinta manera el último suspiro del animal. Unos padres y una hija cómplices que se cobijan en un porche y se ríen juntos. La filosofía del surf, el hombre y la ola son uno. Una madre y un hijo que hablan a través de los silencios. El tatuaje de un padre. Un anciano que confunde el rostro de una joven con otro de su pasado. Sumergirse bajo el agua vestido o desnudo, solo o en compañía y perderse en el fondo marino. Acompañar a la persona que nos deja, que se va definitivamente de la isla, que fallece… y cantarle una canción, la que quiera, y bailar en su honor. Un primer beso o un te quiero…
La directora hace volar al espectador a una isla lejana y le sumerge en un mundo de sensaciones y emociones que dibujan un fondo… que no es más que el fluir de la vida. Un ciclo termina y otro empieza…
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
No conozco nada de esta película. Pero todo lo que cuentas, y las agradables sorpresas que me he llevado antes con películas japonesas pequeñitas pero encantadoras y riquísimas en su sencillez, me animan a verla. Apuntada.
Besos
… pues, querido Alfredo, ya me contarás. A mí me emocionó bastante.
Besos
Hildy
En cuanto leí de ella me la apunté: vida, muerte y sosiego para contarlo. Un cóctel al que prefiero no resistirme. Este finde próximo toca.
Y lo que tú cuentas no me la hace menos golosita. Gracias!
Besote
Querida Marga, has resumido la esencia de la película perfectamente. Seguro que vas a disfrutarla muchísimo. Yo me quedé enganchada a la pantalla.
Besos
Hildy
Naomi Kawase es una de mis asignaturas pendientes. Más de una vez he oído a Javier Tolentino hablar de esta cineasta, siempre bien, claro. Y esta «Still the water», de las más mencionadas. Y tu opinión sobre ella, por encima de todas, por supuesto.
Saludos.
Mi querido Licantropunk, Aguas tranquilas ha sido mi primera película de Naomi Kawase y la he disfrutado mucho. Es una directora que cuenta con los sentidos y las emociones. En su cine cuenta el sonido del viento, una mirada, el estremecimiento de una caricia o un beso, el último suspiro de un animal que se muere, el movimiento de las olas…
Besos y mil gracias
Hildy