Tuya para siempre (Merrily we go to hell, 1932) de Dorothy Arzner

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Así lo dice Jerry Corbett (Fredric March), periodista y dramaturgo, “… nos iremos alegremente al infierno” (maravilloso título original de la película) y así, al pie de la letra, sigue este dicho su esposa Joan Prentice (Sylvia Sidney) porque como le confiesa en una de sus discusiones: “Prefiero ir alegremente al infierno contigo, que ir sola”. Y de nuevo Dorothy Arzner ofrece una película de apariencia ligera pero extremadamente compleja sobre las relaciones amorosas y la institución del matrimonio. Así la historia de amor entre Jerry Corbett y Joan Prentice no será un camino de rosas… sino algo más real, un camino que conduce alegremente al infierno.

Y para ello la directora trabaja con dos personajes atractivos y muy bien interpretados y construidos además de ayudarse de unos diálogos que no pasan desapercibidos. Tuya para siempre es una gozada por varios elementos que aportan a la película de una personalidad interesante. Además cuenta de nuevo con una firma de la directora y es el gran uso del primer plano (no solo a nivel estético sino también narrativo) y en concreto de los primeros planos de sus protagonistas femeninas. Esta vez le toca el turno a una bellísima Sylvia Sidney que construye un personaje frágil y fuerte a la vez que ama incondicionalmente, desde que le conoce, a Jerry pero que se sumerge en una relación que no es nada fácil. Su rostro presenta en segundos matices, emociones y sentimientos contradictorios. A través de la mirada, la sonrisa o la forma de empolvarse la nariz…

Si Sylvia Sidney está perfecta como Joan, no menos brillante se muestra Fredric March, un actor que trabajó en varias películas de la directora (fue una de las primeras que confió en March como protagonista). También consigue construir a un Jerry irresponsable pero con dosis de encanto y muestra ya la versatilidad de un actor que seguiría interpretando a buenos personajes durante décadas.

Por otra parte es una película realizada antes de la creación e implantación del código Hays, una película de ese periodo tan rico e interesante llamado pre-code, lo que permite una mirada especialmente realista y moderna a varios temas, entre ellos, la institución del matrimonio o un tratamiento natural y sin juicio moral del alcoholismo. Porque el alcohol en la vida de Jerry y de sus amigos es un centro neurálgico importante. Jerry se siente feliz y seguro entre copas y la barra de un bar es su mejor centro de reunión, su felicidad. Una fiesta sin alcohol no es fiesta. Jerry, bohemio, parlanchín, despreocupado… oculta tras el alcohol su miedo al fracaso sentimental y laboral, su miedo a la toma de responsabilidades en la vida, el dolor que le causa que le rompan el corazón (como, por ejemplo, su exnovia, una actriz que aparecerá de nuevo en su vida con consecuencias nefastas para su matrimonio…). Precisamente así conoce a Joan en una fiesta, totalmente bebido. De hecho cuando ella se despide ilusionada, él ni siquiera logra enfocarla ni reconocerla.

El alcohol es un problema más en su vida conyugal. Un problema que conduce a la destrucción. Pero hay más. A Jerry le cuesta responsabilizarse, es casi un niño grande, extremadamente difícil vivir con él pero a la vez encantador. Así cuando vuelve a aparecer su exnovia en su vida, no puede evitar irse tras ella y beber más todavía… En otra escena clave, Jerry le pide a Joan que cierre la puerta de su hogar, que le impida ir al encuentro de la amante. Joan enfadada abre la puerta y le espeta que ella no es ninguna carcelera. Pero Joan decide apostar por Jerry, aunque la duela que nunca le diga un te quiero (solo un continuo adjetivo que termina enfermándola, su marido no deja de decirle, desde que la conoce, que es fantástica) o continuamente la relegue a un segundo plan. Así Joan le propone que van a ser un matrimonio moderno. Él hará su vida, y ella la suya… y alegremente irán al infierno. De esta manera Joan regala otra frase genial con sus amigos de fiesta y borrachera: “Caballeros, les presento el sagrado matrimonio, estilo moderno. Vidas separadas, camas mellizas y antidepresivos por la mañana”. Pero llegará un momento, y por un hecho concreto, que esta situación se haga insostenible para la protagonista. De esta manera realiza, a una amiga de Jerry, una confesión amarga: “¿Recuerdas que una vez me dijiste que me fuera a tiempo? ¿Que te rebajas más por amar a alguien que por odiarle?”. Y cerrará la puerta del hogar conyugal… pero saliendo por ella. Cuando esa puerta se cierra, un Jerry ebrio empieza a reflexionar.

Por último hay un tercer obstáculo, que también es tratado en más de una película de la directora, ambos pertenecen a clases sociales diferentes. Mientras Jerry desempeña una profesión liberal (es periodista pero su deseo es ser un dramaturgo de éxito) y forma parte de una clase media que soporta la crisis… “alegremente”, Joan es hija de un prestigioso empresario y vive, cuando conoce a Jerry, en un mundo de lujo con un padre que la ama y la protege en exceso (hasta el final). De hecho el padre nunca ve con buenos ojos a Jerry, tanto por su posición social como por su alcoholismo (es el único personaje de la película que con su comportamiento y actitud, juzga).

Pero aún se esconden más motivos para descubrir esta película y es centrarnos en sus brillantes personajes secundarios (desde su mejor amigo hasta su amante), con frases y comportamientos que enriquecen los matices de una película aparentemente ligera (vuelvo a repetirme), para encontrarnos además con una de las primeras apariciones de un jovencísimo Cary Grant, como uno de los acompañantes de Joan, en su aventura de esposa moderna. La película es todo un melodrama pero regada continuamente con toques de humor e ironía, así en la emotiva (e importante) escena de la boda, Jerry le pone a su esposa un anillo ‘muy especial’ para salir del aprieto de uno de sus muchos olvidos…

Así Tuya para siempre se convierte también en otro buen hallazgo de la carrera cinematográfica de la pionera Dorothy Arzner.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

8 comentarios en “Tuya para siempre (Merrily we go to hell, 1932) de Dorothy Arzner

  1. Dado que no he visto la película, me voy a agarrar a dfos cuestiones que tratas. La primera el excelente uso del primer plano que se hacía en aquellos tiempos era primoroso…y para eso necesitas como aquí a dos primeras figuras…
    El segundo es la absoluta modernidad del guión…nada menos que la esposa diciendo que ella no es ninguna carcelera…muy interesante.Con ganas me quedo de verla…buscaré por ahí…ya veo que la directora te ha hecho tilin…y no creo que sea sólo por el hecho de ser mujer…un abrazo

  2. Suscribo las agudas apreciaciones de Víctor, y añado una más: una película que presenta abiertamente la cuestión del alcoholismo y que se estrena en 1932, justo unos meses antes de que quede abolida la Ley Seca (febrero de 1933), cuando hay fuerzas antagónicas que pretenden mantenerla o liquidarla de una vez. Muy interesante.
    En cuanto a los primeros planos de entonces, había cuatro cosas que no hay ahora: cineastas que sepan usarlos, guiones que los justifiquen, actores que puedan interpretarlos (y vuelvo a los DiCaprio, Bale, Pitt, Crowe, etc.)y público paciente que los comprenda y aprecie.
    Todo muy interesante, voy a tener que buscar cosas de esta directora sí o sí.
    Besos

  3. Mi querido Victor, sí, me ha hecho tilín y efectivamente no solo porque sea una mujer, Dorothy Arzner me está haciendo tilín como cineasta y pionera, como otros compañeros de profesión, aunque apenas he visto nada de su obra cinematográfica. Tan solo he visto tres y ahora estoy leyendo bastante sobre ella.

    Estoy disfrutando mucho de esa firma de la directora, el uso del primer plano, que en las tres películas que he visto hasta hora lo emplea de forma maravillosa.

    Sí, hay varias frases y enfoques en la película que se te quedan grabados y llaman la atención… y todo bajo una aparente ligereza y en ¡78 minutos!

    ¡Me encanta el título original…! nos iremos alegremente al infierno…

    Besos
    Hildy

  4. Mi querido Alfredo, sí, merece la pena buscar cosas de esta directora. A mí me está provocando gratas sorpresas. Vuestras apreciaciones, como siempre, son un lujo que aporta riqueza al blog, variedad de puntos de vista, reflexiones, debates y miradas geniales.

    Besos
    Hildy

  5. Hola Hildy. Me ha resutlado muy interesante el artículo que has escrito sobre estapelícula que desconocía y que me apresuraré a intentar encontrar para disfrutar de ella. Me han atrapado algunas características que has señalado, como el hecho indiscutiblemente interesante de que se trate de una pelicula anterior al código Hays, su modernidad y el tratamiento que recibe el problema del alcoholismo y que sea otra pelicula de la directora. Como digo, me dispondré a verla sin falta. Gracias!

  6. Querido Marcos, es una película que merece la pena descubrir. Y como digo bajo su aparente ligereza, apunta un montón de temas interesantes. Y sí es una película pre code y se nota. Dorothy Arzner tiene una filmografía para descubrir.

    Besos
    Hildy

  7. Hola Hildy, recién acabo de ver la película y estoy tan entusiasmado que no puedo reprimir escribir unas líneas. Para empezar he de confesar mis limitaciones en el análisis técnico de una película, por lo que me limitaré, en este comentario, a mis percepciones personales de la historia en sí, tal y como está narrada y el efecto que en mí produce, que al fin y al cabo, es lo que más me importa. Yo no sé si las emociones que me ha provocado su visionado convergen con las del resto de mortales, pero en todo caso las voy a intentar explicar. Valga decir, que la valoración que voy a hacer del filme puede extrapolarse a la otra única película que he visto de esta directora: la mujer sin alma.

    Empezaré diciendo que soy incapaz de considerar positivamente una película si ésta no se me hace creíble, si no está bien contada para que me la crea. A veces, quizá, con excesiva rigurosidad. El caso es que esta película que empieza bajo una apariencia de ligereza, se va precipitando poco a poco, por la inercia misma de la historia, en una atmósfera psicológica densa y poco confortable, que te envuelve y ubica dentro de ella. No es que te la creas, sino que te introduce en la narración misma. Sus personajes son complejos, y las emociones que de ellos emanan, y aunque tienen personalidades bien definidas pueden tomar decisiones no previsibles -como en la vida misma-.

    Como ya he mencionado, sólo dos películas he visto de esta directora, pero ya la he puesto en un pedestal, a la altura de los más grandes, por la intensidad emocional que genera, y unas historias bien construidas, sólidas, pero impredecibles en su desarrollo. Otro aspecto a considerar es su capacidad de dirección de actores: sencillamente, todos están a la altura.

    Muchas gracias por compartir con todos nosotros tu pasión por el cine

  8. Bienvenido, Jordi

    Me encanta lo que nos puede provocar una película y la ganas de compartir sobre ella. Te agradezco el comentario, pues completa y enriquece todo lo vertido sobre el largometraje Dorothy Arzner, una directora que merece la pena que sea recordada una y otra vez. Yo también me creí cómo se contaba esa historia. Fredric March y Sylvia Sidney están maravillosos.

    Beso
    Hildy

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