Horizontes lejanos (Bend of the river, 1952) de Anthony Mann

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Horizontes lejanos además de ser una película tremendamente entretenida y emocionante esconde toda una simbología —con gotas de ‘épica’ bíblica y mitología— y no se aleja del western psicológico que estaba alimentando Anthony Mann con ese héroe, más humano y por ello más complejo, con rostro de James Stewart. Tan solo dos años antes Ford había llevado a cabo un western donde representaba el viaje simbólico de una caravana de mormones que buscaban unas tierras donde asentarse y se hacía acompañar por dos rudos vaqueros para poder cumplir su objetivo. Ese viaje es transformador para todos (y no falta la emoción, la amenaza y visitantes que se unen a la caravana como un grupo de comediantes…). Me refiero a la olvidada Caravana de paz. Pues bien Mann retoma otro viaje de una caravana de emprendedores colonos (y creyentes colonos, no se obvia que son comunidades tremendamente religiosas) para darle también un significado simbólico y psicológico. Esta vez la caravana viaja en compañía de un hombre que les está ayudando a cumplir su objetivo (asentarse en unas tierras). Ese hombre se llama Glyn McLyntock y tiene el rostro de James Stewart.

Glyn McLyntock tiene un pasado que le atormenta (huye de él) así que convierte en objetivo de su vida el llegar a una ‘tierra prometida’ y asentarse junto a los colonos como granjero y agricultor. Emprender una nueva vida. Ese pasado es ser un fuera de ley (figura fundamental del universo western) y dejar de lado la violencia… Sin embargo (de nuevo la complejidad) sin ese conocimiento que tiene Glyn de la ‘violencia’ difícilmente la caravana lograría llegar a ese mundo prometido. Es decir sin un Glyn siempre al acecho, con un instinto de la supervivencia tremendamente desarrollado, sin miedo alguno de empuñar un alma y matar… la caravana no alcanza el final de su viaje.

Pero para complicar más la trama si cabe… Anthony Mann proporciona otro compañero de viaje a McLyntock. Se trata de Emerson Colt (Arthur Kennedy), otro fuera de ley. Entre McLyntock y Colt se establece una fuerte relación de amistad y de cuentas pendientes (en distintos momentos cada uno salva la vida del otro) además de entender un mismo lenguaje. Pero la relación irá evolucionando hasta convertirse en un enfrentamiento a muerte. El motivo: uno decide seguir siendo un fuera de ley y el otro quiere dejar esa vida atrás… Y en medio y ‘objeto de disputa’, una caravana de alimentos y subsistencia fundamental para que cien colonos, ya asentados, puedan pasar su primer invierno en las montañas.

Así surge la metáfora en la que se sustenta toda la película y la relación y evolución de estos dos personajes (que podrían ser uno). El patriarca de la caravana de colonos, un hombre creyente, sabio y tremendamente conservador (Jay C. Flippen) le cuenta a McLyntock una metáfora. Está convencido de que los fuera de ley no cambian y son manzanas podridas a las que hay que sacar del barril pues pueden extender la podredumbre y afectar a las manzanas más sabrosas. A través del largo viaje el significado de esta metáfora se va alterando para cada uno de los personajes principales de la trama. Nada es blanco o negro, existen los matices.

Mann señala a través de su película que uno de los motivos que pueden cambiar a un hombre y cambiarle a peor es la ‘fiebre del oro’ (tema maravillosamente ilustrado por John Huston en El tesoro de Sierra Madre). Así la caravana llega en un principio a una localidad donde todo es armonía y que les recibe con los brazos abiertos antes de irse a las montañas a asentarse en la tierra prometida. En esta tranquila localidad, llena de buena gente colaboradora, hacen un trato para que en un mes les suban los alimentos necesarios y además dejan a la ‘chica’ de la caravana que necesita recuperarse pues ha sido herida por los indios. Cuando ya una vez en las montañas, ven que no llegan los suministros, el patriarca y el pistolero (James Stewart) regresan a la localidad que se ha convertido en un lugar hostil, sin ley, dominado por el juego y otros vicios, donde los amables habitantes se han convertido en ambiciosos… Y allí el pistolero volverá a encontrarse con su compañero de aventuras y con una chica que ha cambiado…

Pero además Horizontes lejanos es puro entretenimiento a todo color (aunque en el dvd que poseo este color está tremendamente perjudicado) y domina las claves del western. Así aparecen los indios, se habla de la guerra civil norteamericana, los grandes parajes, las montañas, los ríos, los enfrentamientos, los linchamientos, los jugadores, las traiciones, las fuertes amistades, la venganza pero también el amor y la cotidianeidad de la vida dura en el salvaje oeste. Por último señalar que así como en Winchester, Rock Hudson tenía un pequeño papel como jefe indio, su carrera sigue evolucionando con Mann y ahora en Horizontes lejanos es uno de los personajes secundarios de la trama como un joven jugador cuyo corazón queda atrapado por una dama de la caravana y que se convierte en amigo inseparable de McLyntock y Colt. Su dilema es: ¿a quién seguirá cuando el enfrentamiento sea ya insostenible?

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4 comentarios en “Horizontes lejanos (Bend of the river, 1952) de Anthony Mann

  1. Pues lo dicho, mi querida Hildy, westerns espléndidos que demuestran que en un metraje razonable caben montones de cosas estupendamente contadas, con ritmo y calidez especialmente llamativos en un tiempo en que las películas con pretensiones de empaque resultan, por lo general, tan morosas, contemplativas y frías como contraposición a los carruseles insustanciales del cine más comercial para mentes adolescentes.
    Y digo yo, ¿qué pasa con ese cine? ¿Por qué es irrecuperable hoy?
    Más besos

  2. No sabes, mi querido Alfredo, lo bien que me lo estoy pasando con este mini ciclo. Y es cierto que en poco tiempo imprimen un ritmo, una acción y una cantidad de acontecimientos trepidantes…

    Te voy a dar la razón en una cosa respecto a tus dos preguntas finales y es cómo se ha trasladado la esencia del cine de aventuras al mundo actual. La dificultad de ese traslado o evolución. Y sería un tema interesante de análisis. Antes con un barco y dos personajes, o con unos cuantos personajes en algún lugar lejano, o el mismo género western, o algunos espadachines… se podían ver Tarzanes, temibles burlones, reinas de África, Hataris, Mogambos, Scaramuches o Horizontes lejanos. Sin embargo sí que es cierto que ahora es difícil ilustrar o pintar dónde se ha ido el cine de aventuras tal cual y como lo han vivido generaciones anteriore. El abanico antes era amplio, el abanico de aventura, el cine donde los niños con los adultos se adentraban en mundos increibles… Ahora además del cine de animación (que lo hay muy bueno) es difícil encontrar ese cine para soñar diversas aventuras. A veces se da como explicación que el espectador ya no es tan inocente, tan soñador… pero ¿eso es cierto? Ahí lo dejo.

    Besos
    Hildy

  3. Me encanta como se dan la vuelta las cosas en menos de menos de un cuarto de hora…
    Efectivamente Jimmy aquí busca un nuevo horizonte…a ser posible lejano de todo lo que dejó atrás. Que guapa Julia Adams…
    Y tienes toda la razón, una película con muchísimo contenido puede además ser tremendamente entretenida. Y con giros inesperados.Una gozada…
    Ahi lo dejas? Si el espectador no es inocente…mmmm… en ocasiones se lo hace…no me puedo explicar sino como nos tragamos ciertas coas y esos espectadores tan maleados puedan considerar esto «otra del oeste» como con desgana.
    Igual el que no se entera soy yo…Un abrazo

  4. … Sí como dice el personaje de Jimmy cuando le pregunta su nuevo amigo de andanzas de qué huye…, dice serio que de sí mismo… Sí, quiere dejar atrás todo lo que fue…

    También, cierto querido Victor, que Julia Adams tiene un buen papel y está realmente atractiva como la ‘buena chica’ con caracter que se disputan los dos protagonistas hasta el final. Y ¡además menudo susto se pega la principio! y hace que todos los espectadores peguemos un bote en el asiento…

    Ja, ja, ja… Victor, ahí lo dejo… pero tu reflexión crea nuevas, intrigantes e interesantes aperturas en esa ‘dejadez’ creada… Nuevas puertas al tema de qué nos creemos y qué no nos creemos,ay, cuánto hay que pensar…

    Besos desde la posición de El pensador de Rodin (vaya, qué culturetas me han quedado estos besos)

    Hildy

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