La Venus de las pieles (La Vénus a la fourrure, 2013) de Roman Polanski

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Una pieza cinematográfica aparentemente menor que conjuga un montón de ingredientes que demuestra cómo Polanski además de ser un mago a la hora de dar vida propia a los espacios donde ‘habitan’ sus personajes, es capaz de dar varios significados a las imágenes que el espectador está viendo… proporciona varias capas de miradas. Propone un juego sustancioso al espectador para que termine sufriendo la famosa catarsis que puede vivirse en un escenario teatral (y además puede reírse… en el intento).

Primero. Teatro y cine. Cine y teatro… y además Polanski. La Venus de las pieles transcurre en un teatro vacío donde todavía su escenario cuenta con los atrezzos de la obra anterior: ¡La Diligencia en clave musical! Butacas vacías, un escenario que puede transformarse, unos cuantos elementos que lleva la protagonista o que se encuentran en su bolso gigante (un traje de época, una estola de lana, un collar de perro, unos zapatos de tacón, un chaleco de mayordomo, un batín…), también un poco de imaginación y por último jugar con las luces, con la iluminación…

Segundo. Dos  únicos actores. Y que los dos además estén brillantes en un duelo interpretativo que brinda múltiples posibilidades. Pero ¿dos únicos personajes? Comienza el espectáculo y el baile de roles.

Por una parte Emmanuelle Seigner. Que es la señora de Polanski y lleva mucho vivido con él (y también trabajado). Que además también es una actriz que busca que la hagan una prueba, que llega tarde en un día de tormenta, que está cansada, que está empapada, que parece vulgar, inculta, macarra, llena de espontaneidad, que nunca calla, que dice lo que piensa… Que es Vanda personaje en el que se transforma que aprenderá a dominar porque es lo que ‘exige’ el hombre al que ama. Primero le costará… luego absolutamente nada. Y hay un contrato de por medio para dejar las cosas claras. Que es Venus, diosa del amor que somete y doblega, también castiga. Que es la mujer-diosa… aquella que cumple la profecía: “Dios le castigó poniéndole en manos de una mujer”… O es simplemente una mujer enamorada o una mujer que cuestiona una sociedad encorsetada y machista…

Por otra parte Mathieu Amalric. Que tiene un tremendo parecido en peinado e indumentaria a un Polanski más juvenil. Que es también un director-adaptador-actor que está malhumorado y cansado que quiere ir a cenar con su novia y que está convencido de ser un gran intelectual… y que de pronto tiene que hacer una prueba a una actriz maleducada y tardona. Que de pronto se convierte en un director ensimismado y entusiasmado cuando se da cuenta que ha encontrado a la actriz ideal para encarar el personaje… que dirige y se mete en el papel con el que da replica a la que se va transformando en una musa. Que es Severin aquel que necesita enamorarse a través del dolor y la humillación… Que es el creador que se queda aturdido cuando la musa cuestiona su obra, pone sobre la mesa su machismo (así como una futura monótona vida sin trasgresión alguna) y no solo eso sino que le ofrece mejores soluciones artísticas que las que él elaboró… Que se convierte en hombre fascinado y enamorado de una mujer-diosa con la que cambia rol para transformarse en un ser abandonado, castigado y humillado…

Tercero. Parte del texto de una obra de teatro que precisamente se llama La Venus de las pieles del dramaturgo norteamericano David Ives (que también es guionista junto a Polanski de la película) que toma como fuente de inspiración la novela del escritor austriaco Leopold von Sacher-Masoch que iba a formar parte de un gran proyecto de seis libros temáticos… La Venus de las pieles es su novela temática sobre el amor. De su apellido y de los elementos autobiográficos que volcaría en esta obra literaria surgiría el término masoquismo.

Polanski ha disfrutado con la adaptación de obras de teatro y novelas que de alguna manera contaban o reflejaban algo que ‘toca’ su sensibilidad y su manera de ver el mundo pudiendo dejar así su firma de autor: La muerte y la doncella, Macbeth, Tess, Oliver Twist, Un Dios Salvaje

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Cuarto. El universo claustrofóbico de Polanski está presente así como la complejidad de las relaciones personales, la sumisión y el poder, y los cambios de roles. Los espacios que tienen vida. Así se vuelve a ese juego claustrofóbico a bordo de un barco en una obra temprana como El cuchillo en el agua en el que en vez de dos personajes había tres (aunque en La Venus de las pieles tenemos a una tercera, una ausente muy presente, la novia de Thomas, el director). O esos espacios vivientes (porque creedme el escenario tiene vida) como la casa de Repulsión o la de Un Dios Salvaje o los ambientes vivos en El escritor. Vuelven temas que obsesionan al director relacionados con la sumisión y el poder y las difíciles relaciones entre hombre y mujer en películas como Tess, La muerte y la doncella, o Lunas de Hiel.

Quinto. No desaparece un elemento que Polanski emplea muy bien en algunas de sus películas (no nos olvidemos de Un Dios Salvaje o El baile de los vampiros): el humor, un humor inteligente y negro que enriquece la trama. Una trama que juega con los límites. Con todos los límites. Qué es realidad, qué es ficción. ¿Hay un elemento fantástico? ¿Es todo representación?

Sexto. La Venus de las pieles es una película de Polanski aparentemente menor que con sólo un vistazo o un breve análisis deja ver mucho más además de convertirse en todo un deleite para el espectador que observa… Señores y señoras, damas y caballeros… comienza el espectáculo o la vida…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

21 comentarios en “La Venus de las pieles (La Vénus a la fourrure, 2013) de Roman Polanski

  1. Ya te dije que me había encantado. Pero reviviéndola mientras te leo, es que siento que me quedo corto.

    La señora de Polanski nunca ha estado mejor, nunca ha tenido a su merced un personaje tan jugoso. Él, como bien dices, parece una fotocopia de un Polanski más joven, no quizá por la exactitud del parecido físico, pero sí, sin duda, por el perfil aproximado (añadámosle el aterrador detalle de que en el móvil del personaje el tono de llamada es «La cabalgata de las Walkirias» de Wagner, un detalle que, pensando en esa identificación, me dejó helado). La historia, capaz de integrarlo todo en una sola pieza sin forzamientos ni chirridos (incluido el decorado del Oeste y sus simbologías -el personaje atado como en un campamento indio, el símbolo fálico-) es sobresaliente, pero, de entre todos sus múltiples matices, me quedo con el homenaje que hace al teatro, o mejor dicho, a los vínculos del teatro con lo religioso, con lo mágico, que es donde está su origen ritual en la Grecia clásica (especialmente, en cuanto a la tragedia, Esguilo, Sófocles, Eurípides, pero con guiños a las comedias de Aristófanes), mencionando explícitamente «Las bacantes», y con ese retorno final al ceremonial clásico de las sacerdotisas de Afrodita, nacida del semen del dios Cronos caído al Mediterráneo cuando le fueron cercenados los cataplines y arrojados al mar. ¿O era quizá solamente una desequilibrada haciendo el indio? La magia del teatro, nunca se sabe…

    Y la música de Desplat, que invoca ya desde el principio la complicidad del espectador, inquietante, sombría y a la vez divertida, que nos asoma a ese mundo de juegos perversos y siniestros entre personajes autodestructivos y destructores, tipo Mankiewicz en plan «Volpone» o «Sleuth». Como las grandes películas en esta línea, en realidad hay tres intérpretes y una cantidad infinita de personajes, porque la vuelta de tuerca final, la pieza que completa y da sentido al puzle, depende, sobre todo, del espectador.

    Vengan muchas películas «menores» así. Ojalá lo fueran todas.

    Besos teatreros

  2. … Super de acuerdo con todo lo que comentas y que tan bien complementa esta Venus de las pieles.
    Qué gusto, por fin, no estar en desacuerdo…, ja, ja, ja.

    Efectivamente maravilloso las conexiones con el teatro griego y por supuesto la mitología (¿qué me dices de esos maravillosos créditos finales con muchos de los cuadros donde ha sido representada Venus?) y ese acompañamiento genial de la música de Desplat.

    Besos
    Hildy

  3. Pues esta vez no lo voy a poner en mayúsculas ni en arameo, pero tampoco la puedo ver de momento. A ver si la ponen este fin de semana.
    Me he leido no obstante todo, la idea dos personajes y una situación que gira me atrae….y veo que los elogios son de envergadura y no se escatiman. Incluso Alfredo está entusiasmado. Me alegro por ambos dos.
    Bastaría eso para ir sobre seguro si no fuese por…..las continuas alusiones en la reseña a «un dios salvaje» película sobre la que no me voy a extender. Quien lo desee, buscar en barra lateral…
    Me gusta la Seigner.
    Por cierto me ha hecho gracia de la buena el último comentario de Alfredo. No sé si es voluntario o involuntario, pero eso es justo lo que se decía hace décadas de Paul Newman…y que nadie interprete que los comparo.
    Viendo el entusiasmo si me la ponen (que lo dudo) la veo fijo. Un abrazo.

  4. … Ay, querido Victor, no te desanimes por lo de las alusiones a UN DIOS SALVAJE (que a mí no me disgustó, no te miento…). Si la nombro es por tres motivos: Polanski no es la primera vez que en su obra cinematográfica adapta una obra de teatro, Polanski sabe utilizar los espacios cerrados cinematográficamente y por otro el empleo del humor… Y punto, hasta ahí el parecido a La venus de las pieles…

    La venus de las pieles es un ‘bocado delicioso’ y un deleite. Además de ser película que ‘juega’ con el espectador. Cine y teatro maravillosamente unidos. Realidad y ficción… Dioses y hombres… Ufff, parece pieza sencilla que se vuelve compleja.

    Ojalá te la pongan muy pero que muy pronto, la veas y podamos leer un gran texto tuyo.

    Beso
    Hildy

  5. Es deliberado, sí, Víctor, pero aprovechando un detallito de la película que, si tienes ocasión de verla, te resultará obvio.

    Di Caprio tiene dos problemas que se resumen en uno: la credibilidad. Su pobreza de presencia puramente personal (hinchada, inflada por el director de manera bastarda, pero ajena totalmente a él mismo, a su propio poder físico, a su dimensión personal masculina) deriva de lo exiguo de su carisma propio (es decir, la falta de interés por sí mismo sin manufactura previa) y esto a su vez de la inexistencia de lenguaje facial o gestual alguno, y a la carencia de matices en su expresión verbal. Carece de voz propia, de mirada, de gesto; en el caso de que el cine de hoy no se estuviera vulgarizando tanto (los planos utilizados son cada vez más generales, más grandes, mientras que las ideas de los guiones son cada vez más pequeñas), veríamos fácilmente cómo Di Caprio, su cara, su mirada, su gesto, son incapaces de soportar la proximidad, de aguantar un primer plano transmitiendo emoción, pensamiento, ideas, elipsis. No sabe hablar ni con la cara ni con la mirada, ni con los gestos ni con los silencios. Se camufla en el plano general o el plano americano, que disimulan a larga o media distancia todas esas carencias, pero en las distancias cortas, no se sostiene (a diferencia de Newman, McQueen, entre otros). En resumidas cuentas, y en lenguaje científico: un paquete del quince.

    Pero no es que sea un mal propio de Di Caprio porque sí. El cine de Hollywood de hoy ha matado los tiempos, los silencios, los momentos reflexivos en los personajes, esos en los que están solos con ellos mismos, todo es velocidad, verborrea y sucesión de banalidades para llenar de confusión aquello que no se sabe completar con complejidad: este mismo defecto lo presentan el 95% de los actores «modernos» americanos (no así los veteranos, especialmente los secundarios) o asimilados, especialmente los reconocidos: Hanks, Crowe, Cage, Pitt, Bale, etc., etc., y no digamos ya los «mataos» oficiales (los Cruise y compañía). Cada vez que alguien dice que están «geniales» me echo a temblar.

    Abrazos

  6. Voy a hacer un comentario conjunto. No tepreocupes Hildy, la curiosidad y lo quie jhe leido me llevarabn a verla si la ponen. Además ese cruce con el mundo del teatro y lo clásico atrae. De modo que simplemente queda cruzar los dedos este fin de semana.
    Y vamos con Alfredo con el que discrepo amistosa, abierta y casi absolutamente.
    Vamos a ver, ya que el asunto tiene miga. Di Caprio no te gusta x dos razones: primero,su inexpresividad. Ahí poco puedo decir si esa es tu apreciación, salvo que hay personajes que requieren expresividad y otros no.
    Segundo y cito «por su pobreza de presencia puramente personal (…) ajena a él mismo».
    Discrepo ya que un actor se debe a un personaje no a si mismo. Puedo decir que no me termina de convencer Di Caprio hciendo de Gastby. Y lo digo. Pero eso se basa en dos cosas:mi idea particular de Gastby una vez leida la novela y su interpretación.
    Curiosamente eso se les criticaba a Newman y a Brando: que siempre hacían de Newman y de Brando. Daba igual en que película. Incluso a la Garbo y a la Dietrich si algo se les puede reprochar es eso. Que siempre hacen de si mismos.
    No comparto lo de di Caprio ya que la planificación actual no depende de él, y como es natural, en unos papeles está mejor que en otros, aunque mi mayor reproche sería justamente ese, que casi siempre (no siempre) hace de di Caprio. Sigo

  7. Sobre el hecho de que no soporta un primer plano. No estoy de acuerdo, pero es una apreciación personal.
    Respecto de otros actores….pues depende en que película. Ya que si me pongo también Newman, Brando y no te digo nada Orson Welles tienen interpretaciones en las que van con el piloto automático puesto. Incluso malas actuaciones.
    Los actuales…pues no son como aquellos visto el conjunto de su carrera, cierto…Cage tiene actuaciones malas. Y las tiene para mi gusto buenas. Un ejemplo «el hombre del tiempo».
    Tom Cruise…me pasa igual. Creo que es un tio muy inteligente que sabe de sus limitaciones y escoge sus papeles….aunque alguna vez se equivoque. Pero, en contra de la mayoría no me parece un mal actor. ¿un ejemplo reciente? Jack Reacher…no es de premio pero está muy correcto. No le veo como muy malo oficial. El problema es el mismo que tenían los clásicos: que muchas veces hace de Tom Cruise y ese papel estáya muy visto. Pero lo mismo que Brando cuando hizo Salvaje. Bueno, la carrera de algunas vacas sagradas daría para mucho…y sus primeros planos también.
    De modo que todo depende para mi de que en que película y en que papel.Newman, Brando, Cagney, Liz, Cruise, etc, etc, Por no hablar de Bogart, que en cuanto deja de hacer de Bogart…mejor lo dejo aqui. Un abrazo

  8. Por cierto para echar más troncos al fuego… yo sí que creo que Di Caprio compone personajes…, es decir, se transforma. Va más allá de Di Caprio que me aguanta un primer plano, un américano…

    Nada tiene que ver el Di Caprio que crea un Gatsby particular.
    Ni el que se transforma en Hoover.
    O el que es un americano medio frustado de los años 50 en Revolutionary Road.
    Ni el que se transforma en el lobo de Wall Street.
    O el propietario Calvin Candie, el propietaro esclavista de Django desencadenado.

    Sí que crea personajes (y no solo con ayuda de vestuario o maquillaje)… pero desde su más tierna infancia. Del joven con parálisis cerebral en Quién ama a Gilbert Grape a un jovencísimo Romeo particular.

    … Precisamente Newman o Brando, eran Newman o Brando, pero se transformaban en personajes con su rostro. Así el hombre frustrado de La gata en el tejado de zinc nada tiene que ver con el juez de la horca. O el brutal Stanley se separa brutalmente del homosexual frustado en reflejos de un ojo dorado.

    A mí me gusta que los actores me vayan sorprendiendo algunos lo hacen desde el principio y otros en el camino. Por ejemplo, reconozco una manía bastante intensa por Tom Cruise y sin embargo me sorprendió gratísimamente en MAGNOLIA aunque ya le empecé a mirar con otros ojos en Entrevista con el vampiro… porque dejaba de ser él mismo y se arriesgaba mucho, mucho más.
    Es lo que me está pasando con Matthew Mcconaughey… ahora está componiendo, transformándose, arriesgando… y estoy alucinando con él.
    Leonardo lo ha hecho siempre.

    Volviendo a la película de Polanski. Emmanuelle Seigner siempre ha llevado el sambenito de no ser una buena actriz. Pero se ha ido transformando, ha sorprendido. Recuerdo todavía las críticas que recibió durante su primer trabajo con Polanski, FRENÉTICO (cómo me gustó esa película). Y lo ha ido arrastrando… Sin embargo en esta película, nadie puede dudar de que Seigner compone, se transforma, se arriesga y es una actriz. Seigner, sorprende.

    Y por cierto, por seguir hablando de la película y de los actores… desde la primera vez que vi a Mathieu Amalric… ¡lo adoro! Y fui consciente de él en esa joya, también con Seigner, que es LA ESCAFANDRA Y LA MARIPOSA. A partir de ese momento fui fiel a Amalric…

    Besos
    Hildy

  9. Correcto, entran en juego muchos elementos, más allá del actor, para configurar una interpretación reseñable. Pero todos esos ejemplos de actores tienen trabajos en los que ELLOS son la película. Ahí es donde se da la talla. No hay un solo caso con Di Caprio en que sea así, que logre aumentar el nivel de una película por sí mismo, ni mucho menos SER la película, excepto cuando de jovencico hacía de retrasado (eso sí se le da bien) o en algunos de sus trabajos, todos fallidos, con Scorsese.

    También me parece incorrecto el argumento de que un actor se debe al personaje y no a sí mismo para negar la importancia de la presencia personal: John Wayne, Samuel L. Jackson, Lee Marvin, Ben Johnson, Woody Strode, Robert Ryan, Robert Mitchum. Actores llenaplanos o comeplanos, más allá del personaje. Y no hablemos ya de actrices… Di Caprio no lo es (llenaplanos, digo, no actriz), y por tanto, no convence ni como Gatsby, ni como Hughes, ni como cualquier otra cosa que no sea hacer de retrasado o del surfero mamarracho de «La playa» (otra cosa que él no es capaz de hacer: levantar bodrios con su interpretación o su, sí, presencia). Creo que confundes el encasillamiento, del que todo actor es susceptible de caer, con el poderío en pantalla, con su expresividad, con su, eso, presencia. Puede que Di Caprio se sustraiga al primero (yo tengo dudas de que sea realmente así, porque el personaje suele ajustarse a él, y no al revés, como hacía -nótese el uso del pasado- De Niro), pero es indudable que carece de lo segundo.

    La planificación actual no depende de él, es cierto. Pero también lo es que quizá las opciones de planificación se reducen porque algunos actores no permiten otras opciones a causa de que su juego dramático es limitado (o inexistente) y de que no sirven para según qué registros y qué escenas. Obsérvese el cine de los Coen y comprobemos cuántos primeros planos hay, y con quiénes.

    Por último, no considero que se deba medir la carrera de un actor por sus peores interpretaciones (todos las han tenido y las tendrán), así porque sí, sino por las mejores y, sobre todo, por su regularidad, en las buenas películas y en las malas, y por su talento al elegir proyectos (eso ha dejado de pesar tanto, pues es la inversión, y no el talento, el que elige casi siempre los proyectos hoy en día). Empleando esa proporción, obviamente, no se puede sostener que Cage o Cruise destacan por sus grandes interpretaciones en grandes películas, porque unas y otras son la excepción en sus carreras, minoría absoluta, y no la generalidad, ni lo corriente ni, curiosamente, lo más reseñado. Cruise: «Nacido el cuatro de julio», «Magnolia», «Tropic Thunder» y poco más. ¿Que da el pego en sus películas «baratas»? Pues claro, sólo faltaba, están hechas a la medida de su baratura y además son una castaña…

    Abrazos

  10. Mi querida Hildy, no observo ninguna transformación de Di Caprio en personaje en esas películas que citas. Recuerdo, no obstante, que durante algún tiempo lo defendí en «Revolutionary Road» como una de las pocas veces (la única, de hecho) que lo he visto actuar en vez de posar y poner caras y gesticular torpemente. Pero Javier Marías, de manera demoledora, me convenció de lo contrario, y ya no le concedo ni eso.
    Muchos besos, mi querida Hildy

  11. Hildy y Alfredo. cuatro breves apuntes
    – Por supuesto que a mi me gusta más Newman que Cruise…pero debido al comentario de Alfredo de donde surge todo, me recordó que al comienzo de sus carreras se les criticaba su escasa versatilidad, por decirlo suave. Y lo del cactus se lo dijeron a Newman no recuerdo x que película…Eso no tiene nada que ver con su evolución posterior, faltaría más. Ya que Newman demuestra ser un gran actor. Además, una cosa es que se les criticase x eso y otra que yo lo comparta al cien x cien. En parte si, pero no totalmente

    – No se me ocurre valorar la carrera de un actor por sus peores papeles, sino en su conjunto. Y si que creo que un actor se debe alpersonaje y a la historia, por supuesto. Lo contrario me parece nauseabundo. No me gustan esas películas en las que la pelicula «son ellos». Casi nunca. Eso lleva al desastre. A querer construir productos a la medida de una actor o una actriz para que se luzca. Y eso no siempre salva la función. Y no me vale el ejemplo de John Wayne al que siempre se ha mirado con anteojeras pensando que siempre hacía el mismo papel. Para nada. No estoy de acuerdo. Muy pocos actores han sabido modular y adaptarse a las historias como él, haciendo roles muy distintos. Cuando se intentó hacer al revés (vamos a hacer una de John Wayne) es cuando llega el tropezón. Y sino que me explique alguien x que sufrían tanto en los platós Margarita Cansino y Marilyn, cuando las hacían repetir una y otra vez el mismo rol incluso fuera de escena.

    – No confundo el encasillamiento con la interpretación yu la presencia en pantalla. Esta última hay actores que la tienen y son muy muy versátiles. Un ejemplo: James Mason. Otros se mueven en un arco mucho más corto. Aunque eso no quiera decir que Mason sea peor que Brando o viceversa. Simplemente Mason me parece mucho más versatil y Brando menos, pese a los argumentos de Hildy. Pero ambos son…bueno ya lo ha dicho la historia.

    – Aaahh posdata, no se lo que ha dicho Javier Marías de forma demoledora, pero vamos que ese para mi es un argumento de peso para considerar a di Caprio un actor a tener en cuenta. Si cabe más que hace diez minutos. Un abrazo

  12. Creo que era por «El zurdo».

    Yo hablaba del poder en la pantalla, llámalo carisma, llámalo saber moverse, dominar el plano, la secuencia, el escenario, eso tan difícil que es saber ser el personaje y no sólo disfrazarse para parecerlo, cosa que Di Caprio no tiene, y sí todos esos nombres clásicos que han ido saliendo (incluidas las sufridoras Hayworth y Monroe, cuyo sufrimiento, de entrada, es extracinematográfico). El llenaplanos, el comeplanos, algo que no tiene necesariamente que ver con la versatilidad, pero sí con la calidad, puro cine con patas: Nicholson, Newman, McQueen, George C. Scott, Gary Cooper, Wayne, Mitchum, Kelly, Tracy, Lancaster, Ryan, Redford… la tienen. Cruise, Sal Mineo, Danny Kaye, Maurice Chevalier, Russell Crowe, Pitt, Jackman, Bale, Di Caprio… no la tienen. Por eso el cine es ahora más pequeño y estrecho que nunca, porque sus «estrellas» nunca han sido tan de pacotilla como ahora. Digamos que Di Caprio está, como mucho, a la altura de Laurence Harvey, y que pretenden vendérnoslo como si estuviera a la de Laurence Olivier. En el cine mudo se hubiera muerto de hambre; no habría pasado de ser figurante, un dependiente de tienda, un sastre, un mirón callejero, clá en un bar, de poste… Cosas de esas.

    Marías describió con todo lujo de detalles y el empleo de sustantivos y adjetivos de un académico de la Lengua por mérito propio, contrastado y contrastable, toda la gazmoñería infantiloide y el catálogo de pataletas, morritos, pucheros y lloriqueos que sugerían que el personaje, lejos de ser un hombre maduro y vivido y hallarse desengañado, estaba anclado en plena preadolescencia. Vi la película de nuevo a raíz de sus palabras y, lo clavó. Su libro «Donde todo ha sucedido. Al salir del cine» es una auténtica joya y, como cinéfilo veterano y buen conocedor de los cuentos de Andersen, por mucho que la gente diga que el traje nuevo del emperador es precioso, él, al menos en cuanto a Di Caprio se refiere, lo ve desnudo. No cuela, Víctor, no cuela.

    Besos & abrazos

  13. ¡Qué ganas de ver esta película! No leeré ni una línea de tu entrada hasta verla yo primero: no quiero saber nada de ella. Con la firma junto al título, me basta.
    Saludos.

  14. Mi querido Licantropunk, me parece estupendísimo que de momento no leas ni una línea… Yo creo que te va a interesar mucho y no te va a decepcionar. Espero leerte muy pero que muy pronto.

    Beso
    Hildy

  15. A ver por dónde empiezo… Porque esta película a la que tuve el privilegio de ver y disfrutar este fin de semana, tiene una complejidad que daría para llenar un libro entero. Si se quiere observar desde el punto de vista más obvio,»La venus de las pieles» podría entenderse como una prolongación de «Lunas de hiel», con guiños más que visibles a «El quimérico inquilino» (el travestismo del protagonista sin ir más lejos) y «La muerte y la doncella», como muy bien apuntas en tu comentario, pero con una gran carga de humor negro.
    En segundo lugar y el más novedoso para mí en la filmografía del polaco – y mi gran debilidad – es la mitología. Aquí podría ponerme a desbarrar de lo lindo porque, poniéndome en plan intelectualoide, Polanski me deja en éxtasis con su apología a lo femenino en todas y cada una de las facetas de La Mujer como diosa, un ser incorpóreo, el culto al templo encarnado en el cuerpo y el alma de la susodicha… Como digo, la película es un canto de amor al conocimiento pagano, a las sociedades matriarcales, a la eliminación de reglas establecidas… una película inabarcable en este sentido, a la que Seigner se corona como actriz en su difícil pero jugosísimo cometido (se nota que disfruta con su personaje, y nosotros con ella).
    Desde la perspectiva del hombre, está claro que, Polanski antes que nadie, está supeditado a los predicamentos de su compañera en todo sentido, cinematográficamente hablando. El protagonista – un magnífico Almaric, efectivamente Polanski joven – invoca, tanto de manera metafórica como destinataria, a la deidad recibiendo su merecido a su osadía en un final al que no pude más que reírme en el mejor sentido de la expresión. El hombre queda reducido física, psicológica y espiritualmente a su condición genitalmente reduccionista por atreverse a posicionarse en un lugar que no le corresponde – esto es, sentirse mujer. Polanski da un puntapié a todo un género – el western – por todas sus connotaciones. Chapó! Este hombre tiene unos bemoles de los que ya no quedan.
    Y… por último pero no menos importante. Literatura y teatro, indefectiblemente unidas aquí en un todo. El cineasta no sólo se atreve con ambos sino que la bofetada que propina a la literatura – y por ende, escenario teatral – es soberbio. Aquí yo veo un cuestionamiento rotundo a los amores decimonónicos que han copado la literatura de los últimos siglos. Polanski termina por retorcer dicha premisa hasta dejar a dichas love stories que tanto éxito han tenido a un lugar vergonzoso. ¿Qué ha querido decirnos, pues, el director? Que no nos dejemos engañar, el verdadero amor está en otra parte. Que eso responde a la pasión y dejarnos llevar por ella implica pagar un alto coste. De esta forma, el director entronca esta película – de modo simbólico – con los amores que habitaban en las películas del cine negro norteamericano. Olé por él!

    Saludos!!

  16. Se me olvidaba, estoy segurísima que esta película con el tiempo se transformará en un film de culto. Mucho cuidado con catalogarla como «película menor». Ya quisieran muchos… 😉

    Un abrazo!!

  17. Querídisima Isis, ¡cómo disfruto de los análisis de las películas en tus comentarios y de tu apasionamiento por ellas! Así que de nuevo una gozada leer tu mirada sobre La venus de las pieles… una película que permite una lectura interminable y riquísima. Llena de ecos e hilos invisibles. Una gozada volver a refrescarla en la memoria con tus palabras. Sí, ¡cuántas películas menores… son enormes!

    Beso
    Hildy

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