Banderas de nuestros padres (Flags of our fathers, 2006) de Clint Eastwood

banderadenuestrospadres

Llevaba mucho tiempo arrinconando dos dvd: Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima de Clint Eastwood donde el realizador mostraba su mirada a esta batalla en una isla del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. Y reconozco que siempre me daba cierta pereza enfrentarme a su visionado. Esta semana vencí mi rechazo inicial y me puse Banderas de nuestros padres. Y me vi frente al televisor absolutamente enganchada a lo que contaba esta historia y en varios momentos muy emocionada porque no sólo me estaba atrayendo cómo estaba estructurada la película (el armazón) sino que también me atrajo la construcción de sus personajes. Y me ha dejado lista y con ganas para enfrentarme a Cartas desde Iwo Jima.

Narra los acontecimientos a partir de una fotografía: la de seis hombres levantando una bandera norteamericana en el monte de Suribachi. Una fotografía identificada por todos. La película es un mosaico de recuerdos, testimonios, sensaciones que reconstruyen una batalla desde la mirada de los soldados norteamericanos. Y esa mirada no es plana, ni patriotera, ni heroica… es una mirada compleja, muy compleja, y sobre todo como acostumbra Eastwood, tremendamente humana. Así Eastwood se apunta a la tradición de películas que muestran que la guerra no es ninguna maravilla sino un acto tremendamente trágico y horrible que lleva a muchos hombres a una muerte segura y violenta. Hombres que pasan miedo, mucho miedo, que ven cosas horribles, sufren cosas horribles y hacen cosas horribles… a veces solo para mantenerse con vida o para aguantar un día más. Y que es muy distinto lo que viven esos hombres en el campo de batalla a cómo lo viven los ciudadanos y políticos desde sus países de origen, en las casas y en los despachos. También refleja cómo hirió la guerra y sobre todo el regreso a toda una generación de jóvenes (en este caso norteamericanos) que vivieron lo peor en el campo de batalla y que luego fueron relegados al olvido e incluso excluidos de una sociedad que los quiso elevar a una categoría inexistente, la de héroes de una mitología inventada.

Otra mirada excelente que lanza Eastwood es como a partir de una fotografía se pone en marcha la maquinaria propagandística para recaudar fondos para continuar una guerra en la que sus hombres siguen muriendo. Y como esa foto además del afán recaudatorio, levanta la moral de un país desencantado que busca a lo que aferrarse. Un país que no quiere discursos complejos o pensamientos elevados… sino una imagen que valga más que mil palabras, algo sencillo que identificar. Y cómo ‘los protagonistas’ de esta fotografía son elevados a un altar, convertidos en grandes marionetas, para elevar la esperanza de las gentes y conseguir más dinero (tremenda paradoja). No importa cómo se encuentren, cómo lo viven, si tienen traumas o no… forman parte de una maquinaria y están obligados a convertirse en leyenda aunque no lo quieran. Y cuando dejan de servir para ‘esa causa’ son expulsados sin ningún miramiento. Relegados al olvido.

banderadenuestrospadresI

Eastwood toma como cabecilla de los recuerdos a un soldado enfermero, uno de los protagonistas de la fotografía, John Doc Bradley. Él es un hombre mayor a punto de morir al que le sobrevienen todos los recuerdos de Iwo Jima. Y ahí está uno de sus hijos que trata de reconstruir todo lo que no le contó su padre en vida… La película es un puzle que se puede ir construyendo y que va calando a un espectador que primero puede mostrarse confuso y después absolutamente absorbido por lo que le están contando. Así dos son los escenarios claros cuando la memoria rescata el pasado: la camaradería y los momentos cruentos de la batalla de Iwo Jima y la gira norteamericana a la que se vieron obligados tres de los supervivientes de la famosa y conflictiva fotografía: John Doc Bradley, Rene Gagnon e Ira Hayes.

Y es ahí donde Eastwood muestra su fuerte: en la representación de los tres supervivientes y sus historias futuras. John Doc Bradley es la memoria a pinceladas, el observador sensible. Rene Gagnon, el Tyrone Power, que aprovecha su momento de gloria orgulloso, que quiere ser un buen ciudadano y que no  logra retener la fama y sí el olvido. Y por último, Ira Hayes, el indio, el soldado que lleva en sus carnes la tragedia y el horror, que se siente culpable por haber sobrevivido a sus compañeros, que no puede con la manipulación y la mentira, que muestra que los sentimientos xenófobos no se borran y que será cruelmente excluido, es el poema triste de esta historia.

El director termina su ‘epopeya’ de caída del mito con una imagen más hermosa y cercana a lo real: rescata uno de los pocos momentos hermosos y de camaradería que vivieron todos los protagonistas de esta historia en Iwo Jima, un baño en el mar…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

9 comentarios en “Banderas de nuestros padres (Flags of our fathers, 2006) de Clint Eastwood

  1. Recuerdo que el día que vi esta película en los desaparecidos cines Renoir de Zaragoza, me hice un programa doble con «Babel», de Iñárritu. No sé en qué demonios estaba pensando…

    Es una de las películas más «fordianas» de Eastwood, no sólo técnicamente (la costumbre de filmar el material imprescindible para el montaje que el director tiene en la cabeza, de forma que luego no venga un productor gilí y te la estropee), sino también temáticamente. Puede resumirse en la frase del periodista de «El hombre que mató a Liberty Valance»: «imprime la leyenda».

    Hay una cosa que no me gusta nada, y que es extrapolable a casi todo el cine actual: el digital canta más y, si me apuras, peor, que las zafias transparencias del periodo clásico. También hay algún bache de ritmo, pero el poder de la historia es por momentos tan fuerte que te arrastra en un torbellino. Tampoco me gusta que en el cine bélico, en general, se caracterice tan mal a los personajes-arquetipos de manera que, cuando se ponen el uniforme, en combate no sepas prácticamente quién es quien (esto en la japonesa es aún peor, claro). Y aunque en el desarrollo de los personajes caben un montón de tópicos ya mil veces vistos («Los mejores años de nuestra vida», for example), el tema y la riqueza de las reflexiones que Eastwood propone le dan un valor extra a la cinta, para mí incluso muy superior al artístico y cinematográfico.

    De las tres veces que la he visto, la última es la que más me gustó, y el tufillo a «Arenas sangrientas» de Allan Dwan o «La colina de los diablos de acero» de A. Mann se va disipando por momentos. Y «Cartas de Iwo Jima» me gusta más, así que ya estás tardando a verla…

    Besos volcánicos

  2. Sí, querido Alfredo, ya tengo preparado el dvd de Cartas de Iwo Jima a la vista y no sepultado como tenía a ambas cintas. Así que no tardaré en verla. Y efectivamente das con la palabra clave: es una película rica en miradas y reflexiones. Y es de esas cintas que en cada nuevo visionado te descubrirá sin duda algo en lo que no habías reparado.

    Besos de paz
    Hildy

  3. Pero bueno Hildy…¿rechazo inicial? Me alegro mucho que lo hayas vencido. Me parece una película extraordinaria. Minusvalorada en el momento de su estreno ya que no tenía un inicio tan potente como el de Ryan…
    Por cierto, va siendo hora de que alguien diga ya de una vez, que sin estar nada mal, el desembarco de Tom Hanks y compañía me parece de lejos lo más flojo de una película que en mi opinión comienza a crecer a partir de su finalización. Es más, para mi la película funcionaría exactamente igual sin desembarco. Eliminandolo de la sala de montaje. Aunque no digo yo que este mal.
    Este díptico me parece extraordinario. Un auténtico despliegue por parte de Eastwood que sabe ponerse a ambos lados del conflicto. Aunque ciertamente, como comprobarás poco tiene que ver una película con la otra en cuanto al conflicto dramático que plantean. Y yo que estaba esperando el turronazo…a ver ¿duro o blando? Un abrazo

  4. Sí, mi querido Victor, no sé explicarte por qué pero me provocaban mucha, mucha pereza. Pero reconozco que me alegro haber visto la primera película del díptico.

    Quizá tendría que volver a verla y analizarla para explicar bien el porqué pero recuerdo que Salvar al soldado Ryan me dejó bastante fría.

    Sin embargo, Banderas de nuestros padres sí que me ha provocado las suficientes ganas para ver Cartas desde Iwo Jima.

    ¡Me quedé sin entradas para ver el turronazo! Había un gran cartel en taquilla sobre que la sala ya estaba completa… Así que volveré a intentarlo…

    Besos
    Hildy

  5. Existe un grave problema en esta película:el productor: Steven Spielberg.Esta bandera de nuestros padres es aún peor que Salvar al soldado Forrest Gump.Cartas de Iwo Jima es un poco mejor, aunque el eterno Peter Pan también estaba ahí. Fasta estudiar un tema la mar de interesante,amiga Hildy,yo no lo hago porque soy muy vago,pero la parte contratante de la primera parte de Spielberg como productor merecería un aparte un tanto escabrosa,como por ejemplo;¿por qué todos los directores que han trabajado con él han acabado en la ruina y el olvido? Y no hablo de Dante/Landis,sino de otros que ya estaban ahí dando el callo malayo a su manera y con relativo éxito:Tobe Hooper, Barry Levinson,Richard Donner (a este le salvó la interminable saga de Arma letal),etc. Ay,este Spielberg que lo quiere mangonear todo. Producir pelis con banderitas americanas,colores púrpura,caballitos desbocados en la primera guerra mundial,produciendo al mismo tiempo Kung Fu Panda, Transformers o Madagascar. ¿El rey Midas? Todo lo que toca lo convierte en mier…No hace mucho la revista americana Forbes que viene a ser el Hola de la España pacata,dice de este hombre: «Las increíbles habilidades de narración de Steven Spielberg lo han ayudado a convertirse en la celebridad más influyente de los Estados Unidos…bla,bla,bla…» Nunca lo fue Billy Wilder, por cierto. Yo me quedo,amiga Hildy,lo que le ocurrió a Steven hace pocos años, te cuento: un ciberdelincuente árabe, friegaplatos en Nueva York, al que yo tengo por ciberhéroe, le trincó limpiamente a Steven, entre oíros cresos, un montón de millones. No tengo otra respuesta que la satisfacción más absoluta. Eso es finura, por la evitación de toda efusión de sangre, no de maldiciones,por parte de esos orondos. ¡Toma «efectos especiales»!

    Te pido disculpas por toda esta cháchara. Borra este comentario, porque ¿a quién le importa todo esto?

    Besos desde mi Iwo Jima virtual y poco virtuoso.

  6. … Querido Francisco, con tu comentario acabas de escribir un relato de terror sobre un hombre que se llama Steven Spielberg… ¡Madre mía, madre mía!, cómo queda de malparado al que llaman el rey Midas. Recuerdo que junto a George Lucas es el que sale peor parado del libro Moteros tranquilos, Toros salvajes, de esa generación que cambió Hollywood. Y Biskind les apunta claramente a ellos de la actual situación, el Hollywood como negocio total y absoluto sin más miramientos. Sacar dividendos de todo…

    Sin embargo, después de leer tu comentario-relato terrorífico (y dar ganas de indagar más sobre su labor como productor y ese papel de rey Midas), yo sí que pienso que es un buen narrador y te reconozco que aunque no es uno de mis directores favoritos sí he disfrutado de algunas de sus películas (algunas unidas a mi infancia) y me viene a la cabeza: Tiburón, ET, Indiana Jones, El color púrpura, El imperio del sol, La lista de Schindler, Inteligencia Artificial, Munich, Lincoln…

    Respecto a Banderas de nuestros padres que como he explicado me causaba bastante pereza para mí ha sido una sorpresa. Me ha parecido una película rica en reflexiones y bien contada y aunque ya le he comentado a Victor que no la tengo muy fresca, creo que me ha gustado más esta de Eastwood que Salvar al soldado Ryan de Spielberg. Y creo que veo más complejidad en los planteamientos de Eastwood que en la que recuerdo en Salvar al soldado Ryan que sí, creo recordar, que rozaba un concepto de patriotismo que no comparto, a mi humilde parecer.

    No obstante siempre me han parecido apasionantes las controversias alrededor tanto de Spielberg como de Eastwood y creo que es todo un reto analizarles y también mirar sus películas (tanto las que dirigen como las que producen). Son dos tipos que no dejan indiferentes.

    Besos que te repiten que sí me importa…
    Hildy

    PD: El turrón al que nos referimos es EL LOBO DE WALL STREET que me muero de ganas por ver…

  7. A Spielberg le pasan tres cosas porque, contra lo que dice la propaganda oficial, su genio creativo es muy limitado: 1) es muy amigo de robar trucos técnicos y argumentales a otros (a título de ejemplo, anécdota de Álex de la Iglesia respecto a «800 balas»; 2) contra lo que dice la propaganda oficial, tiene mucho dinero para contratar a otros, maquinillos incluidos, que le hagan los trucos de efectos especiales, pero en la técnica que de él depende es más que chapucero; 3) como narrador, funciona en el tono infanto-juvenil y cuando sigue a pies juntillas claves de género, pero cuando pretende contar algo maduro y adulto, poner algo de su parte que rebose las líneas trazadas por otros la caga notablemente.
    «Salvar al soldado Ryan» tiene un problema de lógica interna: poner en riesgo la vida de un pelotón para salvar a un tipo es una estupidez. A ojos del espectador americano, eso es patriótico y heroico; a ojos del espectador inteligente, Tom Hanks no es ningún héroe, sino un cretino. A la película le falta espíritu crítico, amargura, contradicción, retratar la guerra como algo más que un teatro de acción y patrioterismo barato, y mostrarla como es, cruel y sangrienta en las formas, como con el desembarco (muy bien filmado pero «fusilado» narrativamente hablando, episodios puntuales incluidos), pero sobre todo en el fondo. Eastwood en eso le puede con creces.

    Uf, últimamente convierto todo en un chat… Mejor chatear con unos vinos, ¿no? En fin, cuando pille a Paco por banda le hablaré unas cuantas cosas de esta peli de Eastwood y lo reclutaré para la causa.

    Besos & abrazos

  8. Una de las cumbres del cine bélico actual. La desmitificación del héroe y la abyecta manipulación gubernamental: el soldado no es más que un pelele que sirve a intereses ajenos. Película profunda, sin niñerías, franca y poderosa. Por ahí te leo opiniones en contra de Spielberg, ja, ja. Bueno, ya se sabe que el ínclito Steven no maneja muy bien el tono sentimental de sus historias y tiende a caer en el maniqueísmo más inocentón del cine para toda la familia. Pero la primera media hora de «Salvar al soldado Ryan», aquella escena del desembarco… Yo no había visto nada igual, y esa «mano» se nota en las escenas bélicas de Iwo Jima. Y te espera la de las cartas, claro: si Clint Eastwood proporciona, de vez en cuando, acordes de gran director, de figura cinematográfica única, «Cartas desde Iwo Jima» sería el aval para que esa cualidad fuera indudable. Magnífica, valiente, arriesgada. En fin, dos películas que hubiera sido una pena que no se hubieran filmado nunca. Y eso no se dice de cualquiera.
    Saludos.

  9. Mi querido Licantropunk, explicas muy bien en tus primeras frases del comentario la esencia de Bandera de nuestros padres. A mí Spielberg me gusta como narrador en varias de sus películas pero no me ocurrió así con Salvar al soldado Ryan. Las cartas… de Eastwood seguro que caen esta semana o más tardar la próxima. Ambos me resultan interesantes en sus carreras como directores.

    Besos
    Hildy

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.