Carne (Flesh, 1932) de John Ford

Si miramos entre las páginas del kilométrico volumen Tras la pista de John Ford de Joseph McBride (cuenta con 846 páginas), lo que escribe el autor sobre Carne, en este completo análisis de la figura y obra del director, no llega ni a una página. El experto señala que es una “extraña” producción dentro de la obra de Ford. También explica el origen de su guion, una historia original del director Edmund Goulding… en el que hubo muchas manos entre ellas las del escritor William Faulkner sin acreditar (en su largo idilio amor-odio como guionista en Hollywood). También especifica que Carne no ha resistido bien el paso del tiempo (en mi humilde opinión yo no lo veo así). Y que de ser una comedia “vulgar pero simpática” pasa a convertirse en “una trágica historia de la degradación moral de un hombre”. Nos señala que fue la MGM la que contrató a Ford para que llevara a cabo esta película. Por eso, por política de estudio, justifica que tenga un triste final feliz (y añado yo, que es un final emotivo muy bueno y un precedente de muchos finales en películas posteriores). Y, por último, a nivel técnico explica que es una película fallida en cuanto querer mostrar una influencia del expresionismo alemán (y me pregunto: ¿era esa la intención de Ford y de su director de fotografía?).

Así esta obra cinematográfica de Ford es una de las grandes desconocidas (como muchas de sus primeras películas tanto del cine silente como de los primeros años del cine hablado) de su filmografía. Yo he vivido de otra manera mi visionado de Carne porque me ha ofrecido bastantes más luces que sombras. Llevaba tiempo detrás de conseguir el dvd que siempre que lo veía llamaba mi atención pero no me decidía a adquirirlo. Lo que me motivó finalmente (además de una buena oferta en la que se podía elegir cuatro dvd a un precio muy asequible) fue ver que su protagonista era Karen Morley. A esta actriz y su historia había accedido hacía muy poco cuando fue su interpretación y personaje lo que más me llamó la atención de Inspiración de Clarence Brown (aunque ya la había visto, pero en su momento no indagué, en una película mítica, Scarface, el terror del hampa, como la chica del gánster, Poppy… el papel que en la versión de Al Pacino heredaría Michelle Pfeiffer). Y en esta película demuestra que es de esas actrices que hay que recuperar del olvido.Y así Carne ha sido una adquisición feliz, de esas que merecen la pena.

El argumento de Carne toma un argumento universal y pone sus ingredientes originales (esto de los argumentos universales se explica de manera clara en un libro imprescindible de cabecera, La semilla inmortal. Los argumentos universales en el cine de Jordi Balló y Xavier Pérez). Y este argumento es raro que no funcione… Aquí, en esta película funciona totalmente: La bella y la bestia. La bella es Laura (Karen Morley), una ex convicta americana, encerrada en una cárcel alemana al igual que su amante Nicky (el latin lover Ricardo Cortez) por un delito que no es desvelado pero que por la trayectoria posterior tuvo que ser económico (de robo o estafa). La narración arranca con que dan la libertad a Laura pero no a Nicky y ésta empieza a deambular por las calles hasta que acaba en una popular cervecería donde también se organizan combates de lucha libre. Ahí los camareros y dueños forman una gran familia y entre esos camareros nos encontramos con la bestia (camarero y luchador), Polokai, muy querido por todos. Polokai (un Wallace Beery que emociona en cada escena que aparece) es una mole de carne, todo fuerza y todo bondad. Un hombre bueno y honrado pero no muy inteligente. Polokai tiene una humanidad desbordante y cuando Laura se mete en un problema porque no puede pagar la cena que ha consumido… Polokai, con una inocencia que desarma, no sólo paga su deuda sino que termina ofreciéndole un hogar y acogiéndola en ‘su familia’.

Laura traicionará una y otra vez a Polokai, le mentirá una y mil veces, pero también siempre será consciente de que es un hombre bueno e inocente y que la quiere de verdad (y eso también va haciéndola mella en su carrera vertiginosa carrera hacia la supervivencia… Laura se va transformando bajo el amor redentor y desinteresado de Polokai). Polokai es un hombre que ama, lleno de ternura, y siempre está dispuesto a perdonar a su amada. Polokai es capaz de todo por amor (hasta de traicionarse a sí mismo) y jamás obliga a Laura a que le ame. Es más él nunca se cree digno de su amor porque siente que sólo es una mole de carne sin atractivo alguno… hasta que los sentimientos de Laura van cambiando. Por eso es tan hermoso ese final que transcurre, como el principio, en una prisión, esta vez americana. Ahora quien está tras las rejas es Polokai (por amor, siempre por amor)… y aunque es un triste final feliz… es el apunte de una esperanza en una relación que parecía no tenía futuro alguno. Y es que ese triste final feliz lo veremos repetidas veces en otras películas posteriores como American Gigoló, por citar sólo un ejemplo.

Uno de los muchos obstáculos y mentiras con los que se encuentra Polokai en su carrera hacia lograr ser amado es Nicky, el amante de Laura. Nicky es seductor con dones de comunicación y relación, atractivo, elegante, manipulador, estafador, mentiroso, sibilino y un maltratador pero Laura se siente atada a él… Y Nicky será el motivo por el que Laura traicione y mienta una y mil veces a Polokai.

Dentro de la obra de Ford, Carne, aunque es una obra de encargo, puede relacionarse con varias películas del director. Esas películas en que John Ford retrata a los seres humanos más marginales (en sus westerns también los retrata)… películas con ecos humanistas donde el director no es ajeno a la realidad que le rodea, al sufrimiento. La primera película que me vino a la cabeza al conocer a los protagonistas fue El delator (1935) donde hay otra bella y otra bestia en Irlanda pero esta vez con final trágico donde América se queda como un sueño inalcanzable. La bestia fue un actor con un parecido físico a Wallace Beery, Victor McLaglen. Otro hombretón todo carne… que se equivoca por amor, por conseguir un sueño. Y delata. Y la bella es una prostituta (para sobrevivir) que es el amor del grandullón con el rostro de Heather Angel, una Laura más desencantada. Carne presenta un cierto realismo de las gentes sencillas (la ‘gran familia’ de Polokai) y los bajos fondos (la fauna en la que se mueven Nicky y Laura). Ese retrato de las gentes sencillas Ford lo llevaría hasta el extremo en los años cuarenta en una trilogía importante (Las uvas de la ira, Qué verde era mi valle, La ruta del tabaco). En Carne se ve la camaradería y cotidianeidad entre grupos humanos determinados así Ford, como demostró en sus westerns, refleja como nadie esos momentos cotidianos (reuniones, fiestas, conversaciones…) que vive Polokai con sus amigos y vecinos. Es rara la película de Ford donde no salga una lucha o un combate entre sus protagonistas (peleas espontáneas u organizadas), en Carne hay muchos combates de lucha libre con un aire muy realista. Polokai lucha en el ring y en la vida. Es un trozo de carne con mucha humanidad, una de sus características es que siempre termina levantando y abrazando a sus rivales, porque es un hombre honrado y bueno, y sabe que ese hombre al que ha derribado sólo es rival en el ring pero es un hombre como él. Recordemos otro boxeador ilustre en la obra cinematográfica de Ford, ese hombre tranquilo, boxeador americano, que viaja a Irlanda para encontrar sus raíces y olvidar…

Por último señalar dos asuntos. En el desarrollo de la historia, de los personajes y de los conflictos que surgen es evidente que todavía no había entrado al 100 por 100 el código Hays en las películas de Hollywood. Y por otro lado es evidente que Hollywood miraba al cine que se hacía en Europa y esto influenciaba en las producciones cinematográficas americanas (y viceversa también). Carne transcurre una parte en una Alemania de decorado y es una historia sensible e intimista donde se desarrollan temas ‘serios’ como la degradación moral de las personas (argumentos de películas europeas míticas como El último o El ángel azul) o también la redención. No sé si era la intención de Ford dar un aire expresionista a esta obra, es cierto que no hay huella alguna de este movimiento (o no lo consiguió junto a su director de fotografía) pero sí un aire europeo no sólo en la temática y en ese triste final feliz sino en el planteamiento de algunas escenas como esa idílica (más cercana al realismo poético francés… su parte alemana tiene ecos de este movimiento) escena del amigo de Polokai en una barca con Laura confesándole el amor del grandullón hacia ella, mientras el enamorado espera en otra barca con la esposa del amigo la respuesta de la amada…

Carne es un feliz descubrimiento en la trayectoria cinematográfica de John Ford.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

11 comentarios en “Carne (Flesh, 1932) de John Ford

  1. Un artículo perfecto; ni le falta ni le sobra nada. Precisamente, mientras iba leyéndote, iba puntualizando cosas que más adelante veía escritas, especialmente el «puente» que esta película supone entre los intentos de la MGM de rentabilizar la fórmula «alemana» en Hollywood y un cine más personal como «El delator», algo que definitivamente se abandonó en la segunda mitad de los treinta, cuando triunfaron las grandilocuencias coloreadas de Selznick.
    El Código Hays entró en vigor en 1934, así que esta película se escapó por los pelos.
    Por cierto, mención especial para Wallace Beery. Qué gran actor…
    Qué gran recuperación la de hoy.
    Besos

  2. … Me encanta que aún John Ford me pueda dar un montón de sorpresas en su extensa filmografía… y ser fuente de conocimientos y descubrimientos.
    Sí, mención para los tres actores principales (y también secundarios): un inmenso y sensible Wallace Beery, una Karen Morley magnífica y un Ricardo Cortez perfecto en su papel de amante-hermano…
    Besos
    Hildy

  3. Excelente esta revisión. Aunque de entrada te diré que si el irlandés del parche se entera de que has dudado sobre si adquirías la película o no te aplicaría un tratamiento similar al que recibe Maureen Ohara en Innisfree (sonrio).Me alegro de que en este caso la curiosidad venciese.
    Hace mucho que no la veo pero no entiendo la escasez de información en un libro tan profuso. Es cierto que no tiene la carga mítica de otras, pero el recuerdo que tengo cuadra perfectamente con lo que dices.
    Y desmonta uno de los temas recurrentes en Ford, ese de que aprendió a rodar con los años. No estoy de acuerdo y esta es la prueba, como lo podría ser «el caballo de hierro».
    Karen Morley. Completamente de acuerdo, necesita una reivindicación urgente. Aunque a mi la interpretación de él me pareció en su día desarmante. Tendría que volverla a ver, pero tu me lo confirmas.
    Muy deacuerdo en lo de la degradación moral frente al aparente portento físico del bonachón Wallace Beery. Un abrazo

  4. … Oh, mejor que no se entere el irlandés del parche… sólo dudé un poquito, je, je, je… aunque de vez en cuando no viene mal visitar Innisfree, soltarse la melena y dejarla que se revuelva con el viento y se moje con la lluvia… (me pondré una boina a lo Maureen O’Hara).
    Cómo me gustó también poder ver El caballo de hierro… Estos descubrimientos de sus primeras obras me encantan.
    Sí, a mí Wallace Beery, como dices, me desarma (ese trozo de carne todo bondad y honestidad y a la vez brutote, brutote) en CARNE. Su Polokai queda para el recuerdo. Ahora la próxima película que quiero ver de Karen Morley es una con mi adorado King Vidor, EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA.

    Besos
    Hildy

  5. Una de las películas más desconocidas de John Ford y no por ello carente de interés, aunque seguramente se encuentran ausentes en ella algunos de los referentes de su cine, refugiándose en su condición de simple y ya experimentado profesional. En realidad nos encontramos con un melodrama triangular que parte de una historia de Edmund Goulding, que alterna no pocos ecos del muy cercano El ángel azul y, ante todo, se erige como un producto destinado al lucimiento de Wallace Beery, por aquel entonces una de las grandes estrellas del cine americano. Nada mejor para ello que contarnos una historia que tiene como protagonista a Polakai, un forzudo luchador alemán que sueña con ser el campeón del mundo pero, sobre todo, con tener a una esposa que le quiera y le ayude a formar una familia. Polakai es tan buena persona que roza la tontería, y por eso sus amigos se ríen de él y le aprecian a partes iguales. La mujer que viene a corromper la impoluta existencia de Polakai es Laura, una americana que se encontraba encarcelada en Alemania junto a su novio, Nicky, por un delito que nunca termina de ser desvelado.Bueno,no sé porque te cuento etto si ya lo sabes y lo has escrito requetebién,amiga Hildy, pero como ya he comentado, en Carne, los ecos de El ángel azul de Sternberg son evidentes, ya no solo en la medida de tratar una historia iniciada en Alemania, sino en el hecho de la seducción de un ser veterano por parte de una joven atractiva. Sin embargo, y aún reconociendo todos los condicionamientos que limitan el interés de esta pequeña película, hay que reconocer en la misma un notable sentido del ritmo. Obra, tan menor como se quiera, pero no por ello desprovisto de atractivo y, ante todo, agilidad narrativa.

    Por cieto,La semilla inmortal es un libro estupendo,como sabes muy bien,nos enseña que no hay nada nuevo bajo el sol

    Besos desde el Monument Valley

  6. … apuntas algo que no se puede escapar en el análisis de CARNE y es ese sentido del ritmo que poseía JOHN FORD para contar sus historias.
    Sí que hay un eco de EL ÁNGEL AZUL pero en vez de con el final demoledor (culminación total de la degradación física y moral del anciano profesor), aquí en CARNE hay una posibilidad de redención en ambos personajes (Polokai y Laura) a través del amor. Ese triste final feliz que a mí me encanta pero que también indica el sello de una productora como la MGM (que solía gustar de finales felices).

    Sí, La semilla inmortal es un libro genial…

    Besos desde la diligencia…
    Hildy

  7. Un Ford muy germano como lo fue Hitchcook en sus inicios. Un divertimento que es una premisa para cineastas en digital como Aronofsky en su magnífica “The Wrestler” 2008. El último film Fordiano desde aquello que hizo Lynch con su “historia verdadera” 1999. Un Ford enamorado de Lang, un Ford que estaba hilvanando una de sus primeras obras maestras. “El delator”. Un Ford, que se enamora del vodevil con un Wallance Beery. Un Ford que se deja atrapar por la Alemania fashion. Se va de la mano con otro allstar del Gentleman, E. Goulding .Una película que compré con precinto por solo 3 euros en una tienda de cachivaches esta primavera pasada, que día tan hermoso. Maldita crisis está matando a la gente. Un post de lujo para un Ford en Noir, que le estará mirando con muy buenos ojos. Un Ford que sabe que sigo a mi amiga Hildy, cuando me dejan. Últimamente, por Smartphone. Un beso muy Noir

  8. ¡Jo, querido JC, genial esa comparación entre ese título de FORD, CARNE, con la reciente THE WRESTLER! ¡No lo había pensado y me encanta esa relación! Y qué bueno ha sido disfrutar de un Wallace Beery increíble en su emocionante papel de Polokai… CARNE ha sido un bonito descubrimiento en la carrera de FORD. John Ford dirigió uno de los documentos de ficción más perturbadores de la crisis de los años 30, Las uvas de la ira…

    Besos y más besos
    Hildy

  9. … ¡Que sepas que yo creo que te va a gustar muchísimo (o por lo menos interesar a tope)… estoy casi segura! ¡Ojalá todas las culpas fueran como esta, querido mío!
    Besos
    Hildy

  10. Pingback: Crítica de 'Carne' (1932) - elCriticon.es

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